La malsonante frase de Paco Ignacio Taibo II, sólo deja en evidencia que gran parte del país sigue enojado y ofendido por todo lo que ha pasado de unos años para acá y ya no aguanta nada, ni siquiera una frase vulgar de quien se aferra a ser director del Fondo de Cultura Económica, una editorial pública que opera con recursos federales.
Lo dicho por el español ofendió a varios por igual: a las feministas que se sienten ultrajadas por cualquier cosa, a los enemigos de López Obrador y Morena, a los que se han opuesto desde el principio a que Taibo esté a cargo del Fondo de Cultura Económica porque la ley se lo impide, y ahora hasta a algunos morenistas moderados, como la senadora Lili Téllez.
Por lo pronto en la Cámara de Senadores acordaron batear temporalmente la propuesta de aprobar la “Ley Taibo”, que consistiría en abrir la puerta a cualquier extranjero a ocuparse de alguna función pública en el gobierno federal.
Taibo no podría iniciar como director del Fondo de Cultura este 1 de diciembre, y quizás no pueda hacerlo nunca si los senadores deciden en definitiva que no prospere la ley que fue bautizada con su apellido.
López Obrador tiene la última palabra en esto y podría simplemente decretar que el español detente el cargo ya mencionado, sin importar lo que digan los senadores, pero no lo ha hecho quizás por tantas asuntos y broncas que tiene encima, como la política económica a la cual le dio en la madre sin ser presidente, y que el nuevo Secretario de Hacienda ya no halla qué decir para componerla.
Lo sensato sería que AMLO retire el ofrecimiento a Paco Ignacio Taibo, o no ensuciarse las manos y simplemente dejar que los senadores se encarguen de parar al gachupín alburero y patán.
Pero la sensatez y la cordura como que no es lo suyo de López Obrador, quien ya lo demostró con sus consultas, así que en esto de Paco Ignacio haga lo correcto o lo sostenga a como dé lugar, hasta no ver.
Lo que sí es que Taibo la regó con esa frase de “se las metimos doblada, camarada”, la dijo sin medirse ni tantito, olvidando que de él depende, va a depender o iba a depender la cultura al alcance de todos.
Hirió al aún herido pueblo mexicano, o por lo menos a parte de él, la parte que no votó por López Obrador y que todavía no recibe ninguna mano, o siquiera algún guiño del nuevo gobierno, una señal que diga que ahí muere.
Los antecesores de AMLO lo primero que hicieron fue tratar de cerrar la herida con sus detractores, fuera y dentro de sus partidos, pero al tabasqueño no le importa la gente que no votó por él y quizá siga pensando que sus enemigos son pocos, muy pocos, que son malos e infames, y que la inmensa mayoría está con él, y aparte son de los buenos -como él cree que lo es-.
El diablo está en los detalles, si con algo insignificante como el desatino de Taibo y su patanería, ni AMLO ni su gobierno hacen lo que sería lo correcto, entonces hay que olvidarse del cabecita de algodón bondadoso y justo, y habrá que esperar el autoritarismo y el “aquí mando sólo yo porque para eso votó por mí la mayoría”.
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