Hay quienes sí creyeron en su momento en el movimiento de los zapatistas, sobre todos los que se identifican con las causas indigenistas o los de la izquierda; y ahora estos últimos están en un dilema, pues no saben si seguir del lado del payaso, ahora autollamado subcomandante Galeano, antes Marcos, pero cuyo nombre verdadero es Rafael Sebastián Guillén, o alinearse con el mesías que ahora dizque gobierna al país Andrés Manuel López Obrador.
Antes estaba fácil, el Ejército Zapatista nació para hacerle la contra al gobierno de Ernesto Zedillo y entonces los antipriistas, los que están en contra del sistema o a favor de la izquierda o del falso indigenismo, pues cómodamente podían decir sin recato que apoyaban a los zapatistas.
El zapatismo mostró que era y es un fraude a los pocos meses de la “insurrección”, cuando no dispararon ni una bala -difícilmente iban a poder pelear con esos viejos rifles oxidados con los que estaban armados y en ese tiempo el narco todavía no financiaba a ningún delincuente como ahora con las autodefensas- y aun así lograron “acuerdos” con el gobierno de Zedillo y luego con el de Fox.
Marcos, luego Galeano, se dedicó entonces a filosofar de vez en cuando, a lanzar alguna crítica o a servir de atracción turística para los europeos que visitaban la selva chiapaneca.
Si alguien le ganó al Peje en eso de vivir 12 años sin hacer nada, fue precisamente Rafael Marcos Galeano Sebastián Guillén, quien ya lleva 25 años manteniéndose del mito.
Y para quien tuviera dudas de que es un circo el EZLN, Galeano le fue bajando de huevos a las críticas a los presidentes en turno, de Calderón casi ya ni se ocupó, y de Peña Nieto ni se diga, al grado de que éste contrató a una hermana suya (de Galeano, no de Peña) y le dio chamba en el gobierno federal.
Seguramente Rafael, Marcos, Galeano o como se vaya a llamar después, estaba muy a gusto con los últimos gobiernos de la República, pero no contaba con que López Obrador llegaría a ser presidente y entonces hay que buscar el sustento por otros seis años.
Y es por eso que ya dijo que se opone al Tren Maya, al proyecto de sembrar árboles en el sureste y a todo lo que quiere hacer AMLO en el sur del país -falta que en verdad haga todo eso, pero bueno-.
Y los chairos ahora están que no saben qué hacer, unos han decidido seguir enamorados del Peje y descalificar y ridiculizar al que años antes adoraban de la selva chiapaneca.
Además es de risa ver que algunos izquierdistas moderados o incluso de derecha están viendo la conveniencia no de estar con el EZLN pero sí atacar a López Obrador con esto.
También pudiera ser que el EZLN siempre fue parte de la mafia del poder, una comparsa que simulaba estar en contra del sistema, pero ahora esa mafia ya no está en el poder, está otra mafia que en realidad es la misma, pero que también simula ser antagónica, y Galeano y los zapatistas están como sus mismos seguidores: no saben si alinearse con la mafia de antes o la de ahora, que es la misma pero distinta.
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