La quejumbre



Por Faby G. Ontiveros

En esta última vuelta (porque he escrito intermitentemente a lo largo de los años) llevo poquitas opiniones, pero al parecer ya agarré la fama de que nomás me vengo a quejar, así que cuando les dije en el 7 que esta semana no iba a escribir porque no tenía de qué, luego luego me sacaron temas.

Mi papá fue el primero que se apuntó: “Escribe de los cargos no reconocidos de las tarjetas” porque lleva dos o tres meses enojadísimo pagando más de lo que cree que debe y apenas esta semana se dio cuenta de que tiene carguitos hormiga de PayU La, lo cual evidentemente es un fraude. 

Los mismos meses que tiene haciendo corajes tengo diciéndole que bloqueé las tarjetas cuando no las esté usando. Para él comprar en internet es fraude seguro, para mí hay que saber buscar e informarse de todas las maneras posibles para evitar que te vean la cara. 

Después se apuntó mi hermana: “Escribe de la basura en el centro”, y mi respuesta automática fue que no porque la gente del centro se me va a venir encima, pero ya lo pensé mejor y pues órale, va.

Ya habrán leído esto alguna vez, pero allá en mi humilde colonia a la orilla de la ciudad cuando suena la campana de la basura salen los vecinos con su bolsita para entregársela en la mano a los trabajadores de aseo público. No hay basura en las esquinas más que la de los niños que la juntan  yendo de casa en casa para ganarse 5 pesos y la tiran ellos, así tú ya no esperas al camión. Si tú la dejas en la esquina y cuando pasa el camión no sales a tirarla, ellos no se la llevan.

¿Pero en el centro? Acá es otro cuento, voy a abrir mi paraguas para protegerme de los insultos que me van a caer como lluvia por decirles esto, pero en el centro la gente es puerca y conchuda. Va uno caminando en las mañanas y en cada esquina están los cerros de basura que la gente va dejando. Tal vez ellos se justifican diciendo que tienen que ir a trabajar y no pueden esperar al camión, entonces ahí la dejan nomás y al rato pasan los de aseo público y ahí sí los empleados se bajan a recogerla, hasta traen su escoba para que ya cuando levantaron todo, darle una barridita porque es el centro y no puede estar sucio. BAIA BAIA TACUBAYA… ¡MIRA NOMÁS!

Ahora que estamos a sus órdenes en Hidalgo 239, en la mañana cuando llegamos hay un basural, por supuesto, lo cual ya está mal de por sí, y luego cuando pasa el camión nomás una o dos personas salen a tirarla, y la mera verdad en las casas del centro casi siempre hay alguien, no salen porque no les da la gana, por conchas, porque tienen el privilegio de que los del camión se la llevan o por la razón que quieran, pero ninguna me parece suficientemente buena. Si de plano no hay nadie bien la podrían llevar al depósito del parque Bicentenario cuando tengan tiempo, o sea, opciones hay, no se hagan. Pero hasta ahí le voy a dejar porque ya hasta les dije la dirección y qué tal que luego me vienen a dejar la basura en la pura puerta en venganza, pero una cosa sí les digo, podrá molestarles, pero tengo razón. La verdad no peca pero encabrona… ¿o cómo era?

En el tercer tema yo me apunté sola con lo de los uniformes, les quería platicar que el jueves cuando salió la aclaración de que lo del uniforme neutro iba dirigido a las niñas, lo cual todos lo entendimos desde el principio pero salieron con sus jaladas de los niños con falda, hubo gente que se indignó que porque eso era discriminación contra los niños. ¡Oh que la re re re chingada! ¿Se acuerdan que les dije que no tenía paciencia para la estupidez humana? Pues ese tipo de comentarios hacen que me dé calor en el cuello, con nada se les da gusto, no me jodan. Pero de ese tema hasta ahí porque en la página 11 está la opinión de Gustavo sobre lo mismo y ya qué flojera. 

Entonces el último tema queda que me queda hoy, porque me paso todo el día leyendo en internet, es el de la maestra de Tamaulipas que estaba tan enfurecida con su alumno que le dijo que lo iba a matar. No me dio risa, como a muchos, me dio pena ajena. Evidentemente la señora estaba hasta la madre y era una amenaza hueca, pero me hizo recordar todos los profesores malos que he tenido durante mi vida escolar.

Tuve una maestra, que no les voy a decir su nombre porque ya hasta se murió y no debería hablar mal de los muertos, pero era una maestra pésima. Ella ocupaba otro puesto en la escuela que nada que ver y como que había que conseguir a alguien para que diera una clase, la pusieron a ella y se quedó por años. A mí nada más me tocó uno, pero cada día eran unas rabietas de su parte porque dar clases no era lo suyo pues… No sabía impartir el contenido, no nos soportaba y en general no tenía vocación de maestra, a eso súmenle los malos modos de los orangutanes de mis compañeros de 13 años y era la fórmula perfecta para un desastre. Algo así le ha de haber pasado a la de Tamaulipas, una señora sin vocación para estar al frente de un salón de clases, y no hay nada más gacho que tener que trabajar todos los días en algo que no te gusta.

Además ahora uno ya no puede hacer berrinches a gusto, cualquiera saca un celular, te graba y te ridiculiza en internet, por eso ya nomás vengo y me quejo en estas opiniones, que antes era muy perrucha en la calle (con los mal estacionados y la gente maleducada) pero ya mejor me cuido de los pleitos para no ser #Lady7días, ¡cállense los ojos!

Pero en fin, ya le voy a parar aquí porque según no iba a escribir y vean todo lo que me extendí, y como ya agarré la fama de quejumbrosa, si ustedes, como aquí mis compañeros del 7, tienen algún tema del que quieren que hable cof cof… me queje, díganme y los apunto en mi listita para la plática de la siguiente semana.


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1 Comentarios

  1. Tres quejas y todas mal formuladas. Solo reflejan molestias personales y ataques de nervios que no tiene nada que ver con el problema social que el gobierno municipal y la sociedad ignoran por no querer hacer cumplir el reglamento.

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