¿Bonita Chilangolandia, pos cuál?

+ Puros ríos de drenaje y
un tráfico de la chingada

+ Por poco y no llego a la
nochebuena y el cumple de Fla


Por Alejandro González Ontiveros

Diciembre, mes de mucho trabajo para mí; hay informes de gobiernos, cierre de edición de la revista del Tabasco, que vé a tal municipio porque salen de vacaciones y hay que llevarles una factura, que vé a este otro porque hay otro asunto. Después vienen los días de Navidad y Año nuevo que si caen en jueves como en este año y que para nosotros ese día es cierre de edición, pues entonces se disfrutan muy poco las reuniones familiares.

Me dice mi papá que si lo ayudo a llevar un auto y unas computadoras de Xalapa a Tepatitlán y le digo que sí. Vamos a llegar muy apenas a la cena del 24 y la primera Navidad y cumpleaños de mi esposa Flavia en México, así que por ese lado hubiera querido estar desde temprano para cantarle las mañanitas, pero bueno, con algo habrá que compensarla.

Leí la crónica de mi hermana Fabiola publicada en este Semanario acerca de lo “bonita” que es Chilangolandia y yo pensé que “uta… eso lo dice porque no vive ahí”. Pero bueno, para viajar yo a Xalapa debía primero tomar un autobús a la ciudad del smog y de ahí otro a la capital veracruzana; ya he hecho eso muchas veces por lo que no sería nada complicado esta vez.

Pero creo que yo mismo escribí mi mala suerte en esta odisea chilanga, pues por ahorrarme unos pesos decidí viajar de Guadalajara al DF aprovechando el descuento que hacen las líneas de autobuses en esa ruta, así que compré mis boletos de Tepa a Guadalajara y de ahí al DF y le pedí a mi hermana Georgina que ella que vive en México me comprara el boleto del DF a Xalapa y yo se lo pagaba después.

Me pregunta Georgina que a qué horas salía de Guadalajara y cuando le respondí me dijo que no llegaría a tiempo a tomar el otro camión, que tardaría alrededor de 9 ó 10 horas en llegar hasta la central del norte que por el tráfico y no sé qué más. Yo no le creí y le dije que de todas maneras me comprara el boleto a la hora que le había dicho.

Total que el lunes 22 muy temprano por la mañana tomé un autobús de Tepa a Guadalajara y de ahí me subí al otro camión. Ya me había arrepentido de no haberme ido desde Tepa a México, pues ya comenzaba a cansarme del viaje y por 100 pesos que me ahorré hice dos horas más de camino, así que ni valió la pena el descuento, además que el camión para irse al DF ¡pasó por Tepa! (claro que sin entrar a la ciudad)... yo estaba que me llevaba la chingada ya y eso que apenas comenzaba la odisea.

Ah, no mencioné que uno de los motivos de irme a la Capital durante el día era porque siempre llegaba de noche y no veía cómo era la ciudad, total que después de 7 horas (7 horas en las que el pinche Sol me dio todo el tiempo en la cara) comencé a ver la gran ciudad: mugre por todos lados, ríos de drenaje por cualquier lado, avenidas terregosas y algunas con el pavimento destrozado. Vaya, fue un fraude la vista de día del DF, pero al menos no tardé tanto tiempo en llegar como había vaticinado Georgina.

Al bajar del camión observé que había cientos de personas tratando de comprar un boleto a algún destino, de la que me había salvado pues no me gusta hacer cola en ningún lado, me reí un poco pensando en lo listo que había sido y hasta se me había olvidado un poco el cansancio que ya traía y la incomodidad del viaje recién efectuado.

Mientras comí algo y llegó la hora de abordar el autobús a Xalapa; me subí pensando que este viaje sería muy corto y en unas 4 horas ya estaría con mi papá cenando y descansando. Deja el camión la central a las 5:45 de la tarde, se fue por unas calles, dieron las 6, las 7, las 8, las 9, las 10... y seguía sin salir de la mugre ciudad por tanto tráfico.

Estaba yo hasta la madre y el resto de los pasajeros también. El autobús muy apenas avanzaba y el pitadero de carros, camiones, motos y mentadas de madre estaban a peso. ¿Habrá habido un accidente? -pensé- ¿pero quién podría chocar y herirse a una velocidad de 5 kilómetros por hora? ¿Una manifestación de los que apoyan al imbécil del Peje o cualquier otro grupo de revoltosos? ¿Se habrá caído otro avión en plena calle?

Pues no sé, la cosa es que no avanzábamos. Encima mi vecino de asiento olía un poco a sudor y me cayó mal por eso, lo maldecía en mi interior por no haberse puesto desodorante, ya no se diga bañado, aunque yo tampoco andaba muy presentable que digamos después de casi medio día de andar circulando, pero bueno, al menos no olía a chivo como aquel tipo.

Sin embargo el señor al ver que el camión no avanzaba comenzó a decirme con el altisonante vocabulario típico de los veracruzanos de por qué chingaos no avanzaba el ADO, yo me reí mucho pues también digo malas palabras y le dije que no tenía idea pero que a ese paso llegaríamos a Xalapa hasta el día siguiente.

Luego me empezó a decir que él tenía ya viajando una semana pues se había venido desde Carolina del Sur donde trabaja, por tierra y que iba hasta su casa en Cosamalopan, pero que en México no había alcanzado boleto ya y había comprado uno a Xalapa con la esperanza de que ahí encontraría pasaje a su destino real, pero con lo que estábamos tardando llegaríamos tarde y muy probablemente ya no encontraría boleto, además de que ya estaba muy cansado por tantos días viajando.

Cuando me dijo eso yo sentí mucha pena por haber pensado mal de él acerca de su olor, me compadecí mucho y sentí vergüenza porque yo con menos de un día viajando ya me quejaba de todo. Y a pesar de su cansancio, el tipo andaba de buen ánimo platicando de todo y hasta reía con la película que en ese momento pasaban en los monitores del colectivo.

Mientras me puse a ver el caótico tráfico defeño y cómo sus habitantes cuando son llevados hasta el límite hacen cosas que no se nos ocurriría a nadie más: en las vueltas en U se ponían hasta 5 carros en batería esperando entrar a la otra calle, se echaban en reversa sin importar que vinieran vehículos por el otro carril, circulaban con las luces apagadas y hasta algunos optaron por circular en sentido contrario a pesar de que vinieran autos a gran velocidad. Sólo entre ellos saben su rollo y a pesar de cometer cualquier clase de barbaridades viales, como que nada les sorprende pues todo mundo hace de todo.

Después de cuatro horas vi la luz, pero la luz de los aviones que pasaban por encima de nosotros y entonces pensé que lo peor estaba pasando ya que andábamos por los rumbos del aeropuerto y a partir de ese momento el tráfico se haría más fluido, cosa que así fue aunque tampoco era la gran cosa pues seguían los atorones de vez en cuando...

Mi papá que me esperaba alrededor de las 10 u 11 en Xalapa para explicarme algunas cosas de unas computadoras, me llama y no me cree que apenas estábamos saliendo del DF, me preguntaba si había habido algún accidente o manifestación y le dije que no sabía y que como a la 1:30 ó 2 de la mañana llegaríamos para que pasara a recogerme.

Mi vecino de asiento seguía muy platicador pero llegó un momento en que decidió dormirse y yo traté de no molestarlo pues la verdad es que le hacía falta por lo menos un rato de descanso.

Pasamos Puebla, ya faltaba menos; me dormí un poco y desperté y vi las curvas y los pinos del bosque veracruzano y supe que ya casi llegábamos, la verdad es que tardó menos el camión en carretera que en la ciudad.

Por fin, bajo del camión, quería comer algo, dormir y bañarme, en ese orden y las primeras dos cosas las hice esa misma noche y el baño al día siguiente, no me importaba dormir mugroso, al cabo que no estaba mi esposa ahí, ¡ja ja ja ja!

Cuando escribí esta crónica todavía no hacíamos el viaje de regreso, ya en el carro y en compañía de Gustavo González Godina; espero que todo haya salido bien ya que ni de cerca pasaríamos por Chilangolandia.

Tal vez les aburra todo este artículo y dirán que a nadie le importa mi travesía por tierras chilangas y tienen razón, pero escribo esto como una especie de desahogo y para que me sirva de terapia. Fla, te ofrezco una disculpa por no estar contigo desde temprano en tu cumpleaños, espero que te haya gustado lo poquito que te pude organizar entre mi trabajo, mi viaje y mi apuro por arreglar unas cosas debido a mi ausencia. ¡Felicidades!

Hasta luego ciudad de mierda, quisiera decirte que nunca más nos volveremos a ver pero eso es imposible, sólo espero que la siguiente vez no me vaya tan mal y no pase tantas horas sentado en un autobús (horas-nalga diría el ex rector Armando Macías). Sé que Fabiola no estará de acuerdo en mi opinión del DF, pero rara vez me ha contradicho en algo, tal vez sea porque le llevo 15 años y que soy su único hermano varón.

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