Navidad en familia

+ Nadie sabe lo que tiene, hasta...
+ ¿Promesas? ¡bah!, hay que vivir

Por Fabiola González Ontiveros

Sin querer, y también sin poder hacer nada, se nos vino el fin de año encima. O bueno… pasó casi casi sin que lo viéramos correr junto a nosotros.

En el día que escribo esto aún no ha pasado la Navidad, y este año la estoy esperando con ganas, a diferencia del anterior cuando era yo un tipo de grinch y veía la Navidad como un día más que tenía que pasar, un día en el que cenamos, nos pusimos guapos y nos divertimos… pero sólo un día más.

En este 2008 no la espero ni por los regalos ni para retacarme de comida deliciosa, ni por el niño Dios que ya nomás llega con Marianita… la espero porque hace varios meses que no veo a mi familia completa, este año la hemos pasado con unos o con otros, pero sólo un día todos juntos, un día que nos duró un minirratito y ya quiero que llegue la Nochebuena para estar juntos nuevamente, conviviendo en familia como hace mucho no lo hacemos, porque algunos viven lejos. Dicen y dicen bien, que nadie sabe lo que tiene hasta que se cambia de casa.

Esto además de que los González Ontiveros tuvimos el gusto enorme de agrandar la familia con la oportuna llegada de Flavia mi cuñada, que de alguna manera nos cambió la vida a todos y de la que no me canso de escuchar su acento argentino mezclado con su sentido del humor sarcástico, y por si llegar a nosotros no fuera suficiente, aproximadamente en un mes -junto con mi hermano el Gustas (aunque no le guste que le digan así)- nos van a traer a Santiago, el nuevo integrante de la familia del que ya llevamos la cuenta regresiva para que nazca.

Además para nosotros es doble la celebración en Nochebuena, ya que también es el cumpleaños de Flavia y vamos a tratar de que se la pase lo mejor posible, ya que no tiene a su familia cerca.

Cuando llega la Navidad, aparte de todo significa que otro año se fue… y parece increíble lo rápido que corre.

Este sin duda me ha dejado muchas cosas, buenas y malas… igualito que a todos.

He aprendido miles de cosas, he caído otras tantas pero son las mismas que me he levantado, con una enseñanza más para no volver a cometer el mismo error.

Las personas nunca dejan de aprender y el paso del tiempo ayuda mucho en eso.

De las cosas que me han quedado más que claras, es el valor de la familia; y aunque me llego a sentir bastante ridícula por escribirlo, bueno… es que mi familia no es precisamente la más expresiva del mundo, y probablemente me tenga que aguantar varios apodos de parte de Gabriela después de que lea esto.

Pero aprendí que la mayoría de las personas van y vienen, incluso puedes tener mil amigos, pero quien siempre estará ahí para ti es tu familia, tanto para ir al cine si tus amigos no dan señales de vida, o pata comprarte en la OK en secreto unas velitas que digan 17 y ponerlas en una rebanada de pastel para alegrarte el cumple que nomás no rifó… o para mandarnos a la fregada mutuamente con mi mamá, decir que ya estamos hartas y al ratito ya estemos pegadas como chicle nuevamente; para traer de encargo a la más pequeña de la casa, pero pera defenderla de alguien que se quiera pasar de listo, porque “la única que tiene derecho a maltratarla soy yo”, para divertirte haciéndole maldades a las mascotas de la casa con tu hermano, riéndonos juntos de cómo los gatos se enojan, o para extrañar tanto a quienes están lejos, que cuando los tienes cerca les dices que sí a todo aún cuando normalmente no lo harías.

O al menos así es mi familia… Cada una es un mundo y me tocó la suerte de tener la que tengo, porque aunque a cada rato nos agarremos de los pelos, al final del día estamos bien con todos, a diferencia de otros que conozco que a pesar de ser hermanos y vivir en la misma casa pueden llevar meses sin dirigirse la palabra uno al otro.

Este año le he metido gran cantidad de información al cerebro, no podría contarles mis experiencias de todo lo que ha pasado, que cada quien tiene las suyas y las recuerda con alegría o nostalgia, todos los días se viven cosas diferentes, aunque uno piense que la rutina nos tiene sometidos, mi papá por ejemplo dice que todos los días es lo mismo, puro trabajar y trabajar, pero a veces una broma de alguien te hace reír y con eso se arregla el día. Es cierto que hay otros que no nos calienta ni el sol, sobre todo en tiempo de lluvias que ni el sol sale, pero despertar cada mañana es muy lindo, hay miles que no tuvieron la misma suerte que nosotros, los que hoy en día estamos, casi casi tenemos la fortuna de empezar el 2009, nos falta el casi porque nadie sabe qué va a pasar el día de mañana, pero hay muchos que se quedan a mitad del camino.

Tampoco faltan los que se hacen propósitos a principio de año, que ahora sí me voy a poner a dieta, ahora sí voy a ahorrar, ya no me voy a pelear con fulanito, voy a dejar de fumar, dejar de tomar, mejorar mis calificaciones, voy a ir al gimnasio porque quedé gordo de las fiestas...

Y nunca nadie cumple nada. A principios de 2008 no prometí nada porque sé que no lo cumplo, se me hace una tontería prometer cosas sólo por que va a ser año nuevo y está la costumbre de prometer cosas a lo menso.

Aunque no me gusta meterme en esos enredos, una cosa sí voy a tratar de cumplirla: disfrutar el tiempo que me quede, y aunque a veces no lo disfrute en sí, apreciar el hecho de vivir y compartir momentos ya sean buenos o malos con la gente que vale la pena y me rodea, gente como mi familia, que siempre están ahí para mí y mis hermanos (el burro por delante, ya sé), que aunque nos tenemos amor apache, al final de cuentas es amor.

Publicar un comentario

0 Comentarios