¡Que lean chingao!

+ Nos endilgan mínimo un libro por semana
+ Hasta las mariguanadas de Julio Cortázar
+ Termina uno sintiéndose intelectual ¡bah!

Por Fabiola González Ontiveros

El primer día de clases en la universidad nos dijeron: “A los que no les guste leer pues ni modo, pero aquí se la van a pasar leyendo”, o “¡lean, lean chingao!, no se les van a caer los ojos”.

Nadie se la creyó por completo, pensábamos que serían puros libros académicos y esos no siempre los leemos enteros, aunque deberíamos, pero uno como estudiante se da sus mañas para hacer las tareas lo mejor posible sin leer absolutamente nada.

La triste realidad fue que no llevábamos ni dos semanas cuando nos pusieron a leer un libro que con el puro título sabía que sería una mariguanada: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, es un libro efectivamente fumado de ciencia ficción, que para los que les gustan esas cosas dicen que es un clásico, su adaptación en película es Blade Runner, con Harrison Ford, y pues sí está chido pero duré un montón en entenderle porque no estaba acostumbrada a cierto tipo de lecturas.

A las dos semanas nos dejaron leer otro libro que se llama 1984, de George Orwell, también fumado, y con el límite de una semana para entregar un ensayo, bueno… ya qué. Entregamos la tarea sobre el libro y ese mismo día nos dijo la maestra que el siguiente libro, para la próxima semana, era “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, una historia enredosa llena de metáforas y filosofía que hubiera podido entender mejor si el límite de tiempo no me estuviera presionando, así que me salté como 4 capítulos para medio alcanzar a terminar.

Después aceptamos sin respingar tanto el siguiente texto, porque ya era cosa de cada semana un libro, y ahora era el turno de “El Perseguidor” de Julio Cortázar, el consuelo era que al menos éste estaba cortito pero era un disfraz chafa, porque en lo personal me pareció muy complicado, no entendía ni madres, era sobre un saxofonista que estaba obsesionado con el tiempo, y el problema venía cuando usaba frases como: “esto ya lo toqué mañana”. Lo leí completo pero para el caso ni le entendí.

Para entonces ya la maestra no se molestaba en mortificarnos con “¿cómo ven que van a leer un libro?”, no, ya solamente nos avisaba que ahí estaba en el correo grupal el título del de la semana. Seguía “La Virgen de los Sicarios” del colombiano Fernando Vallejo, que empecé a leer y me gustó mucho pero otra vez por falta de tiempo lo dejé incompleto para empezar a hacer el ensayo de esa obra; afortunadamente me di un chancecito para terminarlo aún cuando ya no tenía que entregar ningún trabajo sobre él. Pude haberlo dejado a la mitad como había quedado, pero pues ya lo había empezado y quería saber cómo terminaba con todo detalle sin la necesidad de leer un resumen de Wikipedia que, a propósito, nos la tienen prohibida.

¿Qué me estará pasando?, ¿será que ya me acostumbré a leer? O más que acostumbrada ¿será que ya me está gustando?, así me puse a reflexionar y en realidad no sé porque le tenía miedo a los libros, si ya me había echado unos cuantos (Harry Potter y la saga de Crepúsculo también cuentan) y había descubierto que no era tan malo, que era igual o mejor que ver la televisión, porque así uno se lo imagina todo con lujo de detalle.

El libro de esta semana fue Diablo Guardián, de Xavier Velasco, y ese lo tenía en mi casa en Tepa porque una de mis hermanas me lo había recomendado tiempo atrás, y el miedo a los libros me hizo dejarlo donde estaba. Ahora que lo tuve que leer por fuerza… ¿Cómo decirles que me encantó? Pues así nomas, ¡me encantó! Qué buen libro, me tenía a las carcajadas en donde sea que lo escuchara, ah porque como no me alcanzaría el tiempo, me conseguí un audiolibro, que también vale, así que iba con los audifonitos en el camión de la escuela a la casa riéndome yo sola y la gente viéndome como bicho raro.

A estas alturas del partido ya no me molesta que me digan que tengo que leer tal o cual libro, lo que me molesta es no alcanzar a terminarlos en el plazo que se nos otorga, porque nada más me quedo picada y al encargarnos más y más tareas no me da tiempo de completar los que dejé a medias.

Mal que bien los he leído todos, y me da tristeza que hay compañeros que no han leído ni uno solo, que terminan leyendo un resumen de internet o pagándole a alguien para que les haga el ensayo.

Ya le estoy perdiendo el miedo a los libros, pero hay aún muchísima gente que los ve y se le erizan los pelos como a los gatos, lo cual me parece gacho porque es en realidad muy bonito, y más cuando es por gusto, aunque por obligación ya me estoy dando cuenta que a veces también funciona y es posible agarrarle sabor a la lectura.

Aprovechen ahora que se viene la FIL, ya que este año no podré asistir y ahora sí que me dan ganas de ir a lo que es y no a escaparme a Plaza del Sol como siempre hacíamos en la prepa.

Sé que no los voy a convencer de agarrar un libro, pero al menos les dejo mi experiencia, a ver si les sirve por lo menos a los de la prepa, para checar tantito los estantes en diciembre con la esperanza de encontrar algo interesante, en lugar de matar el tiempo en lo que se van a Plaza Galerías.

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