Qué Teletón ni que nada;
Tepa tiene al doctor Iván
+ Para ayudar un poco a los niños
enfermos, trajo la equinoterapia
+ Todo lo pone de su bolsillo y de
lo que ponen los patrocinadores
Por Flavia Mariela
Una de las primeras personas que conocí llegando a Tepa fue al dentista Iván Ruvalcaba Papadópulos cuando me pidió que publicara en el periódico una nota sobre un amigo suyo que vive en Estados Unidos y que donó equipamiento para los chicos de un equipo de futbol americano de aquí.
Hasta ese momento, para mí sólo era un dentista y nada más. Luego con los meses me pide que le ayude difundir los logros de un club de niños deportistas con parálisis cerebral y ahí como que me llamó más la atención y me entró la curiosidad, quería saber por qué lo hacía.
Es muy fácil decir o pensar en “voy a ayudar a alguien” y luego no llevarlo a cabo. Sin embargo hay gente que sí logra eso, son los menos y entre ellos está él, el Dr. Iván.
Y más me interesa su trabajo porque tengo un sobrino con capacidades diferentes como alguna vez conté y he visto a mi prima andar por todos lados llevándolo de una terapia a otra porque no es fácil, con mucha suerte, desde que nacen reciben algún tipo de tratamiento. Hoy mi sobrino Matías, que nació con espina bífida, camina con ayuda de sus férulas, pero logró levantarse y eso le va a significar una mayor independencia de lo que alguna vez nosotros nos imaginamos.
En alguna oportunidad con mi prima Ceci hablamos de la equinoterapia y de la terapia con delfines y cómo el contacto con estos animales, entrenados por supuesto, logran generar estímulos a nivel cerebral que se ven reflejados en mejoras físicas, ya sea del andar, de respiración, de postura, etcétera.
El año pasado Iván me comentó que traía un proyecto para abrir un centro de equinoterapia en Tepatitlán, que cuando lo lograra me llamaría de nuevo y así fue.
El centro de terapia física asistida por caballos Seltik-Selik cuyo nombre viene del Náhuatl y significa ternura y madurez ya está en funcionando a 100 metros del crucero de Yahualica, el Periférico y la carretera libre a Guadalajara.
Y ahí fui a preguntarle que cómo le estaba yendo, cómo hace para mantenerlo y demás, y me voy enterando que después de andar golpeando puertas no ha conseguido apoyos; y a pesar de todo con la ayuda de su esposa Sandra y de sus tres hijos Ricardo de 9 años, Grecia de 15 e Iván de 16 dijo ‘adelante’ y él pone todo de su bolsillo, él compró los caballitos, renta el espacio, no nos olvidemos que los caballos también necesitan de un doctor, también comen y todo eso tiene un costo.
Aún así, hay veces en que él sale a buscar a los niños, los lleva a su terapia y los regresa a su casa. No se cobra un centavo y me comenta que quienes han podido ver su trabajo son quienes lo ayudan ‘con lo que pueden’, es la gente común la que está apoyando a este centro y por eso vamos a nombrarlas como al herrero Arturo Martín y sus hijos Carlos y Luis, a David el veterinario de El Alazán, a Juan Manuel Castellanos que le renta el terreno, al señor que le vende los caballos, a Jesús Gómez que le vende los ladrillos, a los entrenadores de futbol americano Lic. Miguel Ángel Vázquez y Juan Marcos Martínez alias Kilo, a los papás de los niños y a su familia.
Entonces le dije: bueno, si fuiste a pedir ayuda y no conseguiste nada y si la gente que te ve sabe lo que hacés y cómo lo hacés entonces mejor te doy mi espacio en el periódico para que les cuentes más gente común cómo es esto de la equinoterapia y a ver si conseguimos padrinos que puedan ayudar porque los padres de estos niños, bueno, en este caso niños pero mejor les digo como dice Iván, los padres de estos “jinetes” corren con muchísimos gastos de médicos, terapeutas, cirugías, tratamientos, medicamentos, traslados, cuidados, sillas de ruedas que llegan a costar hasta 50 mil pesos sólo para que sus hijos puedan sentarse bien, dormir, descansar y ayudar a las terapias y al desempeño diario.
Sé que es un tema muy complejo, delicado, pero detrás de esto hay mucho amor, mucha fuerza, momentos en que uno dice ‘hasta aquí’ también, pero le gana a uno el pensar que lo poquito que se pueda avanzar habrá valido la pena.
El inicio
¿Cómo te fuiste involucrando en lo de las terapias físicas?
“Siempre me ha gustado estar preparándome, y además de haber hecho distintos diplomados, quise hacer algo más completo y formal como una carrera en la universidad y estudié Fisioterapia y yo pensaba aplicar eso en la odontología, en lo que respecta a la articulación temporomandibular.
Pero conforme fui avanzando en la carrera vi que había más áreas y entre ellas, el área de niños con discapacidad, fue la que más me impactó. Entonces cuando vi que la terapia física podía aplicarla en ellos dije: de aquí voy a ser”.
¿Con el club de parálisis cerebral hace cuánto que estás?
“Ya va casi para tres años y ahí me involucré especialmente en la terapia para niños deportistas y en la terapia de rehabilitación de niños deportistas con parálisis cerebral”.
¿Cómo surge tu interés en la equinoterapia?
“Nació precisamente luego de haber estudiado aquí en Tepatitlán hice mis prácticas en el DIF, luego en el Teletón de Guadalajara y de ahí al Centro Integral de Rehabilitación Infantil AC (CIRIAC), allí fue donde me dieron la información sobre la Policía Montada de Zapopan donde se daba la equinoterapia”.
¿Cómo fue la primera impresión?
“Fue primero como para ir solamente a ver pero conforme fui viendo los resultados en los niños con parálisis cerebral sobre todo me llamó mucho la atención. Hubo niños a los que me tocó darle seguimiento y veía como caminaban con la andadera y luego de la equinoterapia, seguían caminando con la andadera pero de una manera más erguida, un paso más lago, la vista o frente alta.
Es por eso que me llamó mucho la atención, aparte, las terapias en cuartos cerrados, aún siendo el Teletón, los niños gritan, lloran, se estresan cada vez que ven al médico. Cuando ven batas ellos no distinguen si es un médico o un cocinero, simplemente se asustan.
Entonces cuando me tocó ver que las terapias eran a caballo y al aire libre me gustó mucho porque los niños se sienten más tranquilos, para ellos es como dar un paseo pero con beneficios terapéuticos”.
Para qué sirve
¿Qué es la equinoterapia?
“Es una terapia complementaria que estimula todo el cuerpo del paciente donde la monta del caballo es una monta terapéutica, una actividad de rehabilitación física y psicológica que aprovecha los movimientos del caballo para estimular músculos, mejorar el equilibrio, la movilidad y la postura. Además, se aportan facetas terapéuticas a niveles cognitivos, comunicativos y de personalidad. Quiero aclarar que no es alternativa como otros manejan”.
¿A quiénes está dirigida?
“Está muy generalizada pero si hablamos de patologías están los niños con parálisis cerebral, autismo, niños hiperactivos, con Síndrome de Down, con esquizofrenia, invidentes, sordos, mudos, pacientes con anorexia, bulimia, problemas de comportamiento, amputaciones, espina bífida, etcétera. Fíjate que se puede involucrar a cualquier niño pero en especial a quienes tienen patologías del sistema nervioso”.
La idea
¿Y cómo se te ocurrió abrir este centro?
“Cuando fui a Zapopan con la Policía Montada me dieron muchos documentos, libros y revistas y al leer me di cuenta de que había dos personas que para mí son las más serias y que dan cursos de terapia asistida por caballos, una de ellas es la maestra Blanca Mayol de Querétaro y la otra es Edith Gross que está en Cuernavaca. Estas dos personas dan cursos y fui con ellas.
Hace unos meses encontré a una persona que me renta el lugar donde estoy y traía en mente lo que quería hacer.
El espacio no es cualquier espacio, debe tener un área determinada para que el caballo a cierta cantidad de pasos provoque el estímulo deseado en el paciente, la equinoterapia tiene sus bases científicas bien establecidas. No podía ser un lugar muy pequeñito, tampoco un parque porque se puede asustar el caballo, sí puede ser un lienzo pero únicamente en horas en que esté lo más solo que se pueda, en un niño autista cualquier ruido hace que se distraiga”.
¿Cuántos caballos tenés?
“Bueno, yo digo que tengo dos pero son cuatro, para mí dos son burros disfrazados de caballos por lo mansitos y tranquilos que son. Pero cumplen con los requisitos, no se puede usar cualquier caballo, tiene que ser altos, de cuello bajo, que no sea cuello de cisne o de venado porque pueden golpear al niño, que tengan buen andar.
Es muy importante saber de caballos, saber contar sus pasos porque de eso depende la cantidad de impulsos que se envían al cerebro del jinete. Los conseguí con un señor que conoce de caballos. Es muy difícil escoger un caballo porque deben tener de menos ocho años, eso dice el libro, pero de perdida que tenga unos diez cuando ha formado su carácter.
El poni no sirve para lo que es la terapia, tenemos un caballo en miniatura, pero si fuera un poni puro no me sirve porque es muy rígido el animal, las patas son muy cortas y el cuello es muy duro y su lomo también. El caballo en miniatura sí nos sirve porque el andar es más suelto; es como el premio para el niño porque al final de su terapia lo subimos al caballito. También lo usamos para cuando el niño le tiene miedo al caballo más alto y primero lo subimos al otro”.
¿Cuántos niños van a la terapia?
“Ahorita tenemos cerca de quince o dieciséis niños, uno viene de Arandas, otro de Yahualica y otro de Pegueros.
No doy mucha difusión porque tengo que valorarlo para balancear con mi trabajo en el consultorio. Ahora funciona tres veces a la semana por las tardes y está lleno”.
Puro altruismo
¿Qué costo tiene?
“No tiene costos de momento, para los padres significa mucho porque hay que llevar a los niños al neurólogo, al cardiólogo, al gastroenterólogo, el pediatra y gastan mucho dinero. La idea de crear este centro es para ayudar a los papás pero sí se necesita del dinero.
Estamos buscando padrinos que puedan apoyar. Una terapia por muy barata que sea no baja de los 70 pesos y muy modestamente porque hay terapias en Guadalajara que por semana te cobran 1,500 pesos sólo por dos días. He tenido suerte porque los papás están conscientes del gasto”.
¿Quién costea el centro?
“Lo costeamos la odontología y yo. Los papás de repente llevan una paca de comida para los caballos. Pero los gastos de renta, de veterinarios, de equipo especial y demás corren por mi cuenta. Nosotros ocupamos equipo especial, no usamos monturas, el calor tiene que llegar directo del animal al niño”.
¿Qué les dirías a los papás que aún no conocen esto?
“La equinoterapia no es alternativa, es complementaria y les diría a los papás que no esperen grandes resultados como algo solo, le va complementar a todas las terapias que haga el niño, no es un milagro. Los invito a que vayan, que los lleven pero no es para todos los niños, no todos se pueden subir, como los que tienen problemas de corazón, de válvulas, niños con ataques epilépticos graves… Y dentro de los que se pueden subir si el niño tiene miedo tampoco no se lo puede obligar.
Pero sí se ven los cambios, el niño cuando se baja muchas veces baja mareado porque están la mayor parte del tiempo en una silla de ruedas y luego se suben a un caballito. El cerebro registra todo, desde que sube al caballo comienzan a ver a sus papás que ahora están abajo, cambia la perspectiva, comienzan a trabajar sus músculos y le da seguridad.
Es todo un logro que comiencen llevándolos sostenidos de los brazos a sólo llevarlos de una mano”.
Seltik – Selik “Al trote de dos corazones que laten” Centro de Equinoterapia de Los Altos A.C. es una asociación civil sin fines de lucro, certificado por AMET (Asociación Mexicana de Equitación Terapéutica) con registro REG. TEPADERMOJAL 0149 y afiliados a la FRDI (Federación Riding for the Disabled International).
Está a cargo del Cirujano Dentista pa Fisioterapeuta Iván Ruvalcaba Papadópulos – Cédula Prof. 2173263.
Informes: Bartolo Hernández 386 int. 17 – Tel 01 (378) 781 47 47.
Tepa tiene al doctor Iván
+ Para ayudar un poco a los niños
enfermos, trajo la equinoterapia
+ Todo lo pone de su bolsillo y de
lo que ponen los patrocinadores
Por Flavia Mariela
Una de las primeras personas que conocí llegando a Tepa fue al dentista Iván Ruvalcaba Papadópulos cuando me pidió que publicara en el periódico una nota sobre un amigo suyo que vive en Estados Unidos y que donó equipamiento para los chicos de un equipo de futbol americano de aquí.
Hasta ese momento, para mí sólo era un dentista y nada más. Luego con los meses me pide que le ayude difundir los logros de un club de niños deportistas con parálisis cerebral y ahí como que me llamó más la atención y me entró la curiosidad, quería saber por qué lo hacía.
Es muy fácil decir o pensar en “voy a ayudar a alguien” y luego no llevarlo a cabo. Sin embargo hay gente que sí logra eso, son los menos y entre ellos está él, el Dr. Iván.
Y más me interesa su trabajo porque tengo un sobrino con capacidades diferentes como alguna vez conté y he visto a mi prima andar por todos lados llevándolo de una terapia a otra porque no es fácil, con mucha suerte, desde que nacen reciben algún tipo de tratamiento. Hoy mi sobrino Matías, que nació con espina bífida, camina con ayuda de sus férulas, pero logró levantarse y eso le va a significar una mayor independencia de lo que alguna vez nosotros nos imaginamos.
En alguna oportunidad con mi prima Ceci hablamos de la equinoterapia y de la terapia con delfines y cómo el contacto con estos animales, entrenados por supuesto, logran generar estímulos a nivel cerebral que se ven reflejados en mejoras físicas, ya sea del andar, de respiración, de postura, etcétera.
El año pasado Iván me comentó que traía un proyecto para abrir un centro de equinoterapia en Tepatitlán, que cuando lo lograra me llamaría de nuevo y así fue.
El centro de terapia física asistida por caballos Seltik-Selik cuyo nombre viene del Náhuatl y significa ternura y madurez ya está en funcionando a 100 metros del crucero de Yahualica, el Periférico y la carretera libre a Guadalajara.
Y ahí fui a preguntarle que cómo le estaba yendo, cómo hace para mantenerlo y demás, y me voy enterando que después de andar golpeando puertas no ha conseguido apoyos; y a pesar de todo con la ayuda de su esposa Sandra y de sus tres hijos Ricardo de 9 años, Grecia de 15 e Iván de 16 dijo ‘adelante’ y él pone todo de su bolsillo, él compró los caballitos, renta el espacio, no nos olvidemos que los caballos también necesitan de un doctor, también comen y todo eso tiene un costo.
Aún así, hay veces en que él sale a buscar a los niños, los lleva a su terapia y los regresa a su casa. No se cobra un centavo y me comenta que quienes han podido ver su trabajo son quienes lo ayudan ‘con lo que pueden’, es la gente común la que está apoyando a este centro y por eso vamos a nombrarlas como al herrero Arturo Martín y sus hijos Carlos y Luis, a David el veterinario de El Alazán, a Juan Manuel Castellanos que le renta el terreno, al señor que le vende los caballos, a Jesús Gómez que le vende los ladrillos, a los entrenadores de futbol americano Lic. Miguel Ángel Vázquez y Juan Marcos Martínez alias Kilo, a los papás de los niños y a su familia.
Entonces le dije: bueno, si fuiste a pedir ayuda y no conseguiste nada y si la gente que te ve sabe lo que hacés y cómo lo hacés entonces mejor te doy mi espacio en el periódico para que les cuentes más gente común cómo es esto de la equinoterapia y a ver si conseguimos padrinos que puedan ayudar porque los padres de estos niños, bueno, en este caso niños pero mejor les digo como dice Iván, los padres de estos “jinetes” corren con muchísimos gastos de médicos, terapeutas, cirugías, tratamientos, medicamentos, traslados, cuidados, sillas de ruedas que llegan a costar hasta 50 mil pesos sólo para que sus hijos puedan sentarse bien, dormir, descansar y ayudar a las terapias y al desempeño diario.
Sé que es un tema muy complejo, delicado, pero detrás de esto hay mucho amor, mucha fuerza, momentos en que uno dice ‘hasta aquí’ también, pero le gana a uno el pensar que lo poquito que se pueda avanzar habrá valido la pena.
El inicio
¿Cómo te fuiste involucrando en lo de las terapias físicas?
“Siempre me ha gustado estar preparándome, y además de haber hecho distintos diplomados, quise hacer algo más completo y formal como una carrera en la universidad y estudié Fisioterapia y yo pensaba aplicar eso en la odontología, en lo que respecta a la articulación temporomandibular.
Pero conforme fui avanzando en la carrera vi que había más áreas y entre ellas, el área de niños con discapacidad, fue la que más me impactó. Entonces cuando vi que la terapia física podía aplicarla en ellos dije: de aquí voy a ser”.
¿Con el club de parálisis cerebral hace cuánto que estás?
“Ya va casi para tres años y ahí me involucré especialmente en la terapia para niños deportistas y en la terapia de rehabilitación de niños deportistas con parálisis cerebral”.
¿Cómo surge tu interés en la equinoterapia?
“Nació precisamente luego de haber estudiado aquí en Tepatitlán hice mis prácticas en el DIF, luego en el Teletón de Guadalajara y de ahí al Centro Integral de Rehabilitación Infantil AC (CIRIAC), allí fue donde me dieron la información sobre la Policía Montada de Zapopan donde se daba la equinoterapia”.
¿Cómo fue la primera impresión?
“Fue primero como para ir solamente a ver pero conforme fui viendo los resultados en los niños con parálisis cerebral sobre todo me llamó mucho la atención. Hubo niños a los que me tocó darle seguimiento y veía como caminaban con la andadera y luego de la equinoterapia, seguían caminando con la andadera pero de una manera más erguida, un paso más lago, la vista o frente alta.
Es por eso que me llamó mucho la atención, aparte, las terapias en cuartos cerrados, aún siendo el Teletón, los niños gritan, lloran, se estresan cada vez que ven al médico. Cuando ven batas ellos no distinguen si es un médico o un cocinero, simplemente se asustan.
Entonces cuando me tocó ver que las terapias eran a caballo y al aire libre me gustó mucho porque los niños se sienten más tranquilos, para ellos es como dar un paseo pero con beneficios terapéuticos”.
Para qué sirve
¿Qué es la equinoterapia?
“Es una terapia complementaria que estimula todo el cuerpo del paciente donde la monta del caballo es una monta terapéutica, una actividad de rehabilitación física y psicológica que aprovecha los movimientos del caballo para estimular músculos, mejorar el equilibrio, la movilidad y la postura. Además, se aportan facetas terapéuticas a niveles cognitivos, comunicativos y de personalidad. Quiero aclarar que no es alternativa como otros manejan”.
¿A quiénes está dirigida?
“Está muy generalizada pero si hablamos de patologías están los niños con parálisis cerebral, autismo, niños hiperactivos, con Síndrome de Down, con esquizofrenia, invidentes, sordos, mudos, pacientes con anorexia, bulimia, problemas de comportamiento, amputaciones, espina bífida, etcétera. Fíjate que se puede involucrar a cualquier niño pero en especial a quienes tienen patologías del sistema nervioso”.
La idea
¿Y cómo se te ocurrió abrir este centro?
“Cuando fui a Zapopan con la Policía Montada me dieron muchos documentos, libros y revistas y al leer me di cuenta de que había dos personas que para mí son las más serias y que dan cursos de terapia asistida por caballos, una de ellas es la maestra Blanca Mayol de Querétaro y la otra es Edith Gross que está en Cuernavaca. Estas dos personas dan cursos y fui con ellas.
Hace unos meses encontré a una persona que me renta el lugar donde estoy y traía en mente lo que quería hacer.
El espacio no es cualquier espacio, debe tener un área determinada para que el caballo a cierta cantidad de pasos provoque el estímulo deseado en el paciente, la equinoterapia tiene sus bases científicas bien establecidas. No podía ser un lugar muy pequeñito, tampoco un parque porque se puede asustar el caballo, sí puede ser un lienzo pero únicamente en horas en que esté lo más solo que se pueda, en un niño autista cualquier ruido hace que se distraiga”.
¿Cuántos caballos tenés?
“Bueno, yo digo que tengo dos pero son cuatro, para mí dos son burros disfrazados de caballos por lo mansitos y tranquilos que son. Pero cumplen con los requisitos, no se puede usar cualquier caballo, tiene que ser altos, de cuello bajo, que no sea cuello de cisne o de venado porque pueden golpear al niño, que tengan buen andar.
Es muy importante saber de caballos, saber contar sus pasos porque de eso depende la cantidad de impulsos que se envían al cerebro del jinete. Los conseguí con un señor que conoce de caballos. Es muy difícil escoger un caballo porque deben tener de menos ocho años, eso dice el libro, pero de perdida que tenga unos diez cuando ha formado su carácter.
El poni no sirve para lo que es la terapia, tenemos un caballo en miniatura, pero si fuera un poni puro no me sirve porque es muy rígido el animal, las patas son muy cortas y el cuello es muy duro y su lomo también. El caballo en miniatura sí nos sirve porque el andar es más suelto; es como el premio para el niño porque al final de su terapia lo subimos al caballito. También lo usamos para cuando el niño le tiene miedo al caballo más alto y primero lo subimos al otro”.
¿Cuántos niños van a la terapia?
“Ahorita tenemos cerca de quince o dieciséis niños, uno viene de Arandas, otro de Yahualica y otro de Pegueros.
No doy mucha difusión porque tengo que valorarlo para balancear con mi trabajo en el consultorio. Ahora funciona tres veces a la semana por las tardes y está lleno”.
Puro altruismo
¿Qué costo tiene?
“No tiene costos de momento, para los padres significa mucho porque hay que llevar a los niños al neurólogo, al cardiólogo, al gastroenterólogo, el pediatra y gastan mucho dinero. La idea de crear este centro es para ayudar a los papás pero sí se necesita del dinero.
Estamos buscando padrinos que puedan apoyar. Una terapia por muy barata que sea no baja de los 70 pesos y muy modestamente porque hay terapias en Guadalajara que por semana te cobran 1,500 pesos sólo por dos días. He tenido suerte porque los papás están conscientes del gasto”.
¿Quién costea el centro?
“Lo costeamos la odontología y yo. Los papás de repente llevan una paca de comida para los caballos. Pero los gastos de renta, de veterinarios, de equipo especial y demás corren por mi cuenta. Nosotros ocupamos equipo especial, no usamos monturas, el calor tiene que llegar directo del animal al niño”.
¿Qué les dirías a los papás que aún no conocen esto?
“La equinoterapia no es alternativa, es complementaria y les diría a los papás que no esperen grandes resultados como algo solo, le va complementar a todas las terapias que haga el niño, no es un milagro. Los invito a que vayan, que los lleven pero no es para todos los niños, no todos se pueden subir, como los que tienen problemas de corazón, de válvulas, niños con ataques epilépticos graves… Y dentro de los que se pueden subir si el niño tiene miedo tampoco no se lo puede obligar.
Pero sí se ven los cambios, el niño cuando se baja muchas veces baja mareado porque están la mayor parte del tiempo en una silla de ruedas y luego se suben a un caballito. El cerebro registra todo, desde que sube al caballo comienzan a ver a sus papás que ahora están abajo, cambia la perspectiva, comienzan a trabajar sus músculos y le da seguridad.
Es todo un logro que comiencen llevándolos sostenidos de los brazos a sólo llevarlos de una mano”.
Seltik – Selik “Al trote de dos corazones que laten” Centro de Equinoterapia de Los Altos A.C. es una asociación civil sin fines de lucro, certificado por AMET (Asociación Mexicana de Equitación Terapéutica) con registro REG. TEPADERMOJAL 0149 y afiliados a la FRDI (Federación Riding for the Disabled International).
Está a cargo del Cirujano Dentista pa Fisioterapeuta Iván Ruvalcaba Papadópulos – Cédula Prof. 2173263.
Informes: Bartolo Hernández 386 int. 17 – Tel 01 (378) 781 47 47.
0 Comentarios