+ Arraigadas tradiciones
las del pueblo católico
Por Oscar Maldonado Villalpando
“Las
pajas del pesebre,
Niño
de Belén,
hoy
son flores y rosas,
mañana
serán hiel”
Es muy antigua y enconada la lucha por
reducir las manifestaciones religiosas al ámbito privado. Que no se salga de
los templos. Que los sacerdotes controlen su mensaje, que se restrinjan al
espacio asignado y aún ahí, que no traten temas que se refieran a lo social, a
necesidades humanas, a derechos humanos. En fin, que las cosas estén bajo
control.
Un tiempo excepcional
Pero cuando llega el tiempo de las
grandes fiestas del pueblo católico de nuestra región, empezando por Santa
María de Guadalupe, la fe se sale de la casa, de la casa del corazón y de la
casa de los templos materiales. Y cada católico eleva un altar en su
calle, en su trabajo, en su mercado, en su fábrica. Hay lugares que se hacen
notables por esa arraigada tradición, de manifestar su fe en público y de
organizar las piadosas peregrinaciones, los carros alegóricos y los altares a
la puerta de la casa, alguno de ellos es el populoso barrio de San Pedrito o
San Martín en Tlaquepaque.
Las posadas y los santos peregrinos
Se cala al niño su túnica verde y se le
pinta la barba para que represente a San José, y la niña con su túnica blanca y
su manto azul, también angelitos y pastores, y se van los vecinos a recorrer la
calle, a cantar los villancicos y a rezar el rosario a María. Al lado de la
fuerza abrumadora de los tianguis, de los comercios que venden la navidad de
plástico, los regalos del Niño Dios, está la tradición de rezar, de participar
en la misa del barrio, y luego, ofrecer a los niños los cacahuates y los
dulces, como un destello de la alegría que trae el nacimiento del Salvador para
todo mundo.
Posada con Radio María
“Comunicar este tesoro a los demás, es un
encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado. Con los ojos
iluminados con la luz de Cristo resucitado, podemos y queremos contemplar al
mundo, a la historia y a cada una de las personas”. Aparecida no. 18.
De alguna forma, pero se programó la
presencia de Radio María en una diminuta capillita de los barrios periféricos,
en la parroquia de misiones urbanas de San Pedrito o el Señor de los milagros,
el día 22, jueves de la novena de Navidad. La Sagrada Familia se nombra este
templecito que está en la Colonia Canal 58, con sus calles de tierra, en la
periferia. Es una capilla que tiene celebraciones de la Eucaristía varias veces
en la semana. El jueves es día especial. El P. José Arturo Cruz, delegado por
el Señor Cura Ángel Zepeda, presidiría la celebración y la posada.
Hubo adoración al Santísimo y luego la
misa a la 7 p.m. Lo especial fue que la camioneta de Radio María se encontraba
entrampada en un tráfico denso y no podía llegar a tiempo. Las personas de la
comunidad esperaban con gusto este evento, el grupo de adolescentes comandados
por Silvia Iñiguez, prepararon una bonita pastorela. Radio María se tardaba. El
sacerdote, con toda prudencia, invitó a todos a esperar pacientemente. A las
8.30 p.m. las buenas noticias llegaban, ya estaba arribando el equipo de Radio
María. Niños y grandes recibieron con aplausos y vivas la camioneta que porta
en su techo un hermoso nacimiento y va difundiendo cantos navideños.
Alabando a la Santísima Virgen
La conductora Karla Barajas, con gran
ánimo, y todo el equipo, saludaron a las personas con alegría y se dispusieron
a empezar el Santo Rosario con gran fervor. La capillita se unía a una sola
voz, cantaban con gusto. Al final entonaron villancicos con la emocionada
participación de chicos y grandes, algo muy especial, pues esta comunidad,
podía elevar su oración y su canto al espacio, llegando a tantas personas y
contagiando su fervor. Terminada la oración, la multitud salió al atrio, si así
se le puede llamar a este espacio que apenas ha sido emparejado, y sobre la
pared de la capilla se hizo la representación de la pastorela por el
grupo de adolescentes de esta comunidad. Se ofreció canela a todos los
participantes, como expresión de esa fraternidad cristiana. Luego los
visitantes dieron dulces a los niños. Una experiencia dichosa para este rincón
de la ciudad, una posada especial y una buena forma de esperar la Navidad.
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