Por Fabiola González Ontiveros
Ahora que estoy de vacaciones y pude huir de
Veracruz por un par de semanas, despierto este jueves con la noticia de la
muerte de 16 personas esa madrugada; por aquello de que no sepa, le platico: La
madrugada del jueves unos sicarios (qué otra cosa podría ser) se echaron nada
más y nada menos que 7 civiles que iban en un camión de pasajeros que iba por
los límites entre Tamaulipas y Veracruz, 4 en un municipio que se llama El Higo
y 5 de los delincuentes responsables de los ataques, como respuesta de los
militares que luego luego comenzaron con el operativo para agarrar a los
matones.
No es nada nuevo pues, a cada rato se ponen a matar
gente a lo puro estúpido, lo que pasa es que me impresiona por el hecho de que
haya sido a un camión de pasajeros, gente que no la debe ni la teme pues, gente
que nada más quiere llegar a su destino con sus seres queridos, yo supongo que
a eso iba la gente por estas fechas.
Normalmente se agarran a madrazos, o mejor dicho, a
balazos entre ellos o contra los militares, los civiles que mueren están en el
lugar equivocado en el momento equivocado, como esos pasajeros, que seguramente
vieron un camión y dijeron “ah pues este…”
Yo que viajo mucho en camión, me alarman situaciones
como esta, que aunque por suerte nunca me ha tocado vivir ningún momento
peligroso, sé que puede suceder en cualquier momento, además no es la primera
vez que escucho que esto sucede, alguna vez nos contó un chofer de ADO, que es
el monopolio de autobuses que se adueñó de todas las carreteras del Oriente,
que en hay carreteras en las que en la noche están ahí los bandidos esperando
nomás a ver quién viene y en el mejor de los casos las personas son asaltadas.
Justo la semana pasada que venía en camino a esta
tierra roja, en cuanto me subí y me acomodé en mi lugar, se encontraron 3
señores conocidos en el camión, no me pareció extraño pues en este pueblo todo
mundo se conoce, y viniendo para acá, aunque partíamos del DF comenzaron a
platicar entre ellos en la fila delante de mi. Comenzaron a decir que a ver
cómo nos iba en el viaje, porque luego “apedreaban los camiones”, en ese
momento paré mis antenitas y me puse a escuchar con atención la conversación.
Resulta que por ahí por Silao, en Guanajuato en la
madrugada (yo nunca sé por dónde ando porque siempre vengo dormida) uno de los
tres señores dijo que ya iban 2 veces que comienzan a apedrear los camiones,
rompiendo los vidrios, que si uno no tiene las cortinas cerradas, le toca la
pedrada, incluso que ponen troncos en la carretera para obligar a los choferes
a detenerse y poder asaltar el autobús a gusto.
Sí me alcancé a asustar, y por si las dudas cerré
mis cortinitas y no supe del mundo hasta que llegué a Tepatitlán, pero de
cualquier manera tuve el sueño ligero estando muy alerta de lo que pudiera
pasar.
Me parece una reverenda mentada de madre que uno no
pueda ni viajar tranquilo, si de por si uno tiene que andarse con cuidado en la
ciudad, al menos en Xalapa cada cierto tiempo se sabe que hubo alguna balacera,
como para que la gente que tiene que viajar, además de preocuparse por los
clásicos riesgos que lleva el simple hecho de salir a carretera, sumarle
también el hecho de que algún malandro se ponga a asaltar camiones o coches al
azar.
En otros asuntos menos peligrosos, hoy es noche
buena, y sinceramente les deseo a todos que tengan una muy bonita noche en
compañía de la gente que quieren, y que la clasiquísima pelea de navidad no sea
nada grave, seamos realistas, todas las familias tienen una pelea en navidad,
así que pásenlo lo mejor posible y despreocupémonos solo por esta noche de los
peligros de los malandros, ojala que también tengan hoy su día de descanso y
nos dejen disfrutar la fecha en paz.
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