Aprender




Se llegó el día y la hora del debate organizado por los del grupo #YoSoy132. De los anteriores debates, los de a deberás, los organizados por el IFE, el primero ni lo vi y el segundo sólo un pedazo y como el del 132 sería transmitido únicamente por internet, me imaginé armándome de paciencia frente a la computadora esperando a que se cargara el video o rogar porque no se cortara la señal, así pues, qué hueva.
Más tarde, ya en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, éste mencionaba el montón de dificultades técnicas por las que pasaron los estudiantes para producir el debate y aún así se pusieron sus moños al no permitir ninguna cámara de ningún medio para reproducir la señal; la señal se iba, se congelaba, se cortaba o bien sólo había audio y nada de imagen.
Ciro al final, sin ánimos de burlarse -creo yo-, dijo (sobre todas las dificultades que pasaron los universitarios para difundir la señal), que así aprendieron los jóvenes a que producir televisión no es tan sencillo.
Ahí se me vino a la mente lo que hace unos días me tocó vivir en Lagos de Moreno, a donde me mandaron los de Milenio a cubrir la visita de Josefina Vázquez Mota a aquel municipio. Todo transcurría con tranquilidad para este reportero, hasta que suena mi celular y en la pantalla aparece un número telefónico del Distrito Federal, eran los de Milenio, pero el nacional, para decirme que tenía que esperar a que llegara la unidad móvil de ellos, pues había que hacer un enlace en vivo con el noticiero.
La unidad llegó como a las 11 de la noche y los cuatro tipos que venían en ella comenzaron a sacar de la camioneta toda clase de aparatos, que la antena, como dos o tres consolas, metros y metros de cables, la inflamable cámara y el micrófono, una tarima, etcétera. Y luego a conectar todo eso entre sí, al mismo tiempo que hacían llamadas a su central en México, de donde les decían en qué ángulo ajustar la antena, si el audio y el video era de buena calidad, con cuánto tiempo se contaba y en qué momento se iba hacer el enlace…
Sin embargo, en el último segundo se canceló el enlace en vivo y otra vez a guardar todo. Ahí me di cuenta que la televisión no es como en las películas, donde solamente un tipo hace cuenta regresiva y mágicamente en la tele se sintoniza en tiempo real lo que sucede a cientos de kilómetros de distancia sin ninguna complicación.
Y trasladando todo este rollo a lo que nos dedicamos más bien en 7 días, que es el periodismo impreso, se me viene a la mente lo que alguna vez dijo al ahora funcionario municipal Miguel Ángel Casillas en su extinto periódico El Alteño, que ahora cualquiera que tenga una computadora cree que puede hacer un periódico y una revista.
Les pasó a los chavos del 132, que creyendo que con una cámara y conexión a internet captarían la atención de millones y millones de mexicanos con su debate, cuando los que en realidad los vieron (y con muchísimos trabajos) fueron alrededor de 100 mil cibernautas.
Pasa también con los periódicos, impresos locales que duran cuando mucho un año o un poco más, pero hasta ahí, que salen con toda clase de errores que se pueden cometer por alguien que se anime a escribir algo y publicarlo.
Sin embargo, muchos de aquellos que creen que pueden hacer un periódico, lo intentan una y otra vez, con diferente nombre cada vez y diferente padrino que le apoquine a las maquillas. Lo curioso es que no aprenden nada, cometen los mismos errores en cada edición o en cada "renacimiento" de su medio. Una de dos: no tienen la vocación o viven todo el tiempo pensando que sí la tienen y no se dan cuenta de la pobre calidad con que sacan a la luz sus medios.
Y no es que 7 días sea un periódico chingón, estamos conscientes de los errores que cometemos semana tras semana, pero algo se ha avanzado en estos casi 14 años de existencia del periódico.

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