Aprendamos a ser como niños



Por el padre Miguel Ángel

Después que una tormenta sorpresa cubriera de nieve el Medio Oriente, una foto del periódico mostró a cuatro hombres armados sonriendo mientras construían un muñeco de nieve fuera de las maltrechas murallas de un cuartel general militar. El clima invernal también hizo que se cancelara una protesta y se retrasara un debate sobre asuntos parlamentarios de mucha importancia. Se vieron jugando en la nieve hombres con túnicas largas y mujeres con vestidos negros tradicionales y pañuelos en la cabeza. Hay algo en la nieve que saca el niño que hay en todos nosotros. Y hay algo en el Evangelio que nos llama a abandonar nuestras profundas hostilidades y sentimientos de importancia propia en favor de una humildad y una fe infantiles.
Cuando a Jesús le preguntaron: "¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos?" (Mateo 18:1), llamó a un niño pequeño para que se le acercara y dijo: "Si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos" (v.3.). Se ha dicho que la edad disminuye nuestra imaginación, esperanzas y posibilidades. Mientras más envejecemos, más fácilmente decimos: "Eso nunca podría suceder". Pero en la mente de un niño, Dios puede hacer cualquier cosa.
Una fe infantil maravillada y con confianza en Dios abre la puerta del reino de los cielos. La fe brilla más en un corazón que es como el de un niño... Dejemos que el niño que está dentro de nosotros, salga y se manifieste en nuestra vida de cada día. Oremos por nuestros niños.
Hacernos como niños no quiere decir que debemos aniñarnos y ser caprichudos, sino que debemos buscar por todos los medios una vida de inocencia y sencillez y sobre todo que sepamos olvidar las ofensas, pues los niños no saben de rencores, sino que pronto perdonan.
En cierta ocasión dos niños jugaban y de repente se pelearon y uno le sacó la sangre de la nariz a su compañero que se fue corriendo a decirle a su papá; este señor llegó con el papá del otro, se golpearon y duraron más de un año para volverse a saludar. En cambio los dos niños a los 15 minutos ya andaban juntos jugando. Sepamos aprender de los niños a no ser rencorosos.

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