Trabajando en la cantera



Por el padre Miguel Ángel

Un viajero se acercó a un grupo de canteros que trabajaban la piedra y preguntó al primero: ¿Qué estás haciendo? Respondió, aquí acabando con mi vida y esperando a que den las seis para largarme a casa. ¿Qué es lo que haces tú? Preguntó al segundo. Yo, dijo, estoy aquí ganándome mi pan y el de mis hijos ¿y tú? preguntó al tercero, ¿Qué es lo que estás haciendo?. Estoy, respondió, construyendo una Catedral.

Los seres humanos no podemos contentarnos tan solo con lo que materialmente realizan nuestras manos, sino aquello hacia lo que camina nuestro corazón.  Y así como los tres canteros, aunque, pican las mismas piedras, uno las convierte en sudor, otros las vuelve pan y un tercero eternidad. Debemos, pues, replantearnos mucho más nuestra dignidad interior, sea cual sea nuestro trabajo y, tener en cuenta siempre, que tendrá su recompensa. Nos hemos vuelto tan "materiales" que al final el trabajo nos importa más por su rendimiento que por nuestra perfección y plenitud. Hagamos cada día, aún las pequeñas cosas de tal forma, que al ponerles amor Dios nos lo recompense, aunque quizá nadie aprecie su calidad.

El Papa, cuando visitaba a los trabajadores, siempre les recomendaba que utilicen su trabajo como un medio de santificación, pues no es lo mismo trabajar por trabajar, que realizar nuestras labores de cada día pensando en agradar a Dios nuestro Señor, sabiendo que Jesucristo nos ha puesto el ejemplo, pues también sus manos se habrán cansado y su frente se habrá llenado de sudor ofreciendo al Padre Celestial toda su fatiga, por la salvación del mundo entero.

Publicar un comentario

0 Comentarios