Emigrante arrepentido


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Un muchacho escribió esta carta desde Estados Unidos:

Soy un joven de 22 años. Hace cuatros años me vine a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y lo que hallé en realidad fueron peores situaciones.

Cuando me vine de mi tierra de un pueblo de Jalisco, yo traía muchas ilusiones y buenos propósitos: ayudar a mi pobre familia, conservar mis buenas costumbres y principios religiosos, cuidarme de las malas costumbres que me decían que había por acá… En fin, tenía el propósito de mejorar pero todo fue al revés. Me fue peor que cuando me vine.

Mi fracaso empezó por los dizque “amigos”. Algunos de ellos hasta paisanos. Es verdad lo que dice el dicho: “Dime con quién andas y te diré cómo eres”. Empezaron a invitarme a los bailes y parrandas a lugares de lo peor. No pude contener mis inclinaciones carnales y terminé hundido en relaciones sexuales con diferentes chicas de “la calle” como decimos en México.

Primero me hice alcohólico y luego drogadicto. De mi familia, ni me acordaba. Trabajaba pero para mantener mis vicios y aventuras de la calle.

Algunos familiares y conocidos me daban consejos pero por un lado los oía y por otro los corría. No les hacía caso. Pocas veces me paré en un templo y rara vez fui a misa en los cuatro años que tengo por acá.

Me fui hundiendo cada vez más y nunca hice caso de los consejos que mis papás me daban por carta y algunas veces por teléfono.

Un día llegó la noticia fatal: ME HABÍAN CONTAGIADO DE SIDA. Me hundí todavía más en la tristeza y la desesperación. No se lo conté a nadie. En este momento y cuando más lo necesitaba, Dios entró en mi vida, o mejor dicho lo dejé entrar porque ya no podía más.

Asistí a un retiro de evangelización juvenil en el templo cercano a mi departamento y ahí le entregué mi vida toda destrozada a Jesucristo. Descubrí que nunca es tarde para cambiar de vida y buscar a Dios, o mejor dicho para buscar a Dios y así cambiar de vida que fue lo que me pasó a mí. En ese retiro yo le entregué mi vida a Jesucristo y él la tomó, le dio sentido, le dio fe, alegría e ilusión de vivir a pesar de mi enfermedad incurable.

Sé que pronto moriré pero tengo a Cristo en mí y él me da fortaleza, paz y esperanza. Mi familia sabe de mi problema y el cambio de mi vida. Asisto a un grupo de ayuda a personas con sida y vivo en paz. Feliz, pero no por los dólares, ropa o carros que no tengo, sino por haber encontrado en mi vida a Cristo y aceptarlo como mi salvador personal.
Firma: Un paisano.

Oración por los inmigrantes

Oh Jesús, te pido por todos aquellos que andan lejos de su patria y viven la experiencia de la emigración. Ellos son hermanos nuestros en búsqueda de un mundo mejor.

Tú mismo te identificas con ellos, porque viviste la dura prueba del exilio en Egipto junto con María, tu Madre y con José.

Todos ellos necesitan un trabajo que asegure el sustento de su familia. Pero también necesitan de tu palabra de vida, para no perder los valores de nuestra cultura y fe.

Oh, corazón de Jesús, bendice a los inmigrantes, grárdalos junto a tu corazón.

Llena sus vida con el amor de Dios, quien es el principio de todo bien.

Que como peregrinos de la Iglesia de Dios, podamos avanzar la ciudad celestial y disfrutar todos juntos la vida eterna para siempre. Amén.

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