Caminando por el camellón de la avenida Xalapa, en la ciudad Xalapa, haciendo ejercicio como hago casi todos los días, hace una semana me encontré con una gran lona que colgaba del puente peatonal que está frente a la Escuela Normal, que estorbaba el paso y que anunciaba que dicho plantel estaba en paro de 72 horas en solidaridad con los 43 normalistas de Ayotinapa que se encuentran desaparecidos (y que según Manlio Fabio Beltrones los dirigentes del PRD saben o deben saber dónde están).
El estorbo que representaba la lona no era suficiente motivo de queja, simplemente había que levantarla y pasar por debajo; en mi caso fue más bien un motivo de reflexión. Recordé que hace 45 años me sentía yo también un súper héroe que quería cambiar al mundo, nomás me faltó volar y gritarle a mis compañeros: ¡A luchar por la justicia!, pero igual suspendíamos las clases para protestar por lo que fuera, era el final del sexenio de Díaz Ordaz. 45 años después las cosas siguen igual o peor…
Tras del gobierno represor de mi tocayo presidente, que por lo menos tuvo la hombría de decir públicamente que arrostraba las consecuencias de haber ordenado la matanza de Tlaltelolco, vino lo que fue para México una docena trágica que casi acaba con el país, Luis Echeverría con su populismo y su demagogia primero, y López Portillo cuyo gobierno fue el culmen de la corrupción, más la incapacidad de Miguel de la Madrid -por más que lo intentó- para enderezar la nave, nos heredaron la gran bronca.
Una patada en el trasero
¿Qué me gané con mis protestas? (era yo líder estudiantil a mi nivel), ¿qué les hice a los gobierno de Luis Echeverría y de José López Portillo?, ¿los incomodé siquiera? Ni se enteraron de mi existencia. Lo único que conseguí fue que me atrasara en mis estudios, tanto que ni siquiera pude cursar una carrera universitaria; y que un compadre, o amigo no sé… del primero de los mencionados (LEA), me echara de una patada en el trasero del primer empleo que tuve como reportero en El Universal.
¿Qué se ganaban los estudiantes del Politécnico negándose a volver a clases?, ¿a quién creen que perjudican, al director del plantel, a los maestros, al secretario Chuayfet, al presidente Peña Nieto?, ¿nunca se enteran de que los únicos perjudicados eran ellos?, ¿que se atrasarían en sus estudios, que egresarán -si es que lo logran- con menos preparación y en desventaja para conseguir empleo?, ¿qué se ganan los estudiantes de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana con su paro?, exactamente lo mismo.
¿Qué ganan los anarquistas que se incorporan a las marchas pacíficas de protesta para causar destrozos, agredir a la policía, robarse lo que se pueda y para, en general, cometer actos de vandalismo?, ¿No saben lo que se ganan?, cualquiera se los puede decir, se ganan el rechazo, el repudio, el desprecio y hasta el odio, no sólo de la mayoría de los mexicanos, que trabajan y que quieren hacerlo en paz, sino de los propios manifestantes que ya no los quieren en sus protestas porque los consideran saboteadores.
Y dentro de 45 años todo va a seguir igual, o peor. Lástima que no viviré para apostar y ganar. Antiguamente había la costumbre en algunas órdenes monásticas de flagelarse, es decir, se azotaban los monjes la espalda con un instrumento llamado flagelo, una especie de fuete con puntas de acero en los extremos de las correas, para -se creía- que Dios les perdonara sus pecados. No sé si lograrían el perdón, pero lo que sí lograban eran unas madrizas que se autopropinaban. Es lo que están haciendo ahora los estudiantes, del Poli, de las Normales, de la UV, de la U de G que suspenden clases, se ponen una madriza a sí mismos. Los únicos perjudicados son ellos. ¿Se enteran…?
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