Juan el loco


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Cuando Juan pasaba por la calle, muchos lo señalaban diciendo: ¨Mira el loco¨. Él llamaba también la atención por su extraña manera de ser santo... 

Un día, las iglesias de Granada comenzaron a tocar las campanas desesperadamente, pues, alguna calamidad había ocurrido. El hospital se estaba incendiando. Vino gente de todas partes con cubos de agua, pero nadie tenía el valor de entrar al hospital para sacar a los enfermos. Ya el fuego estaba bloqueado las puertas y sofocando a los pacientes. 

Entonces, apareció repentinamente un hombre que se abrió paso en medio de la multitud. ¨¡Es el loco! Sujétenlo. Se quiere tirar al fuego¨. 

Antes de que nadie pudiera detenerlo, atravesó la puerta de del hospital, poniendo en riesgo su vida, y empezó a sacar rápidamente a los enfermos. Los menos graves bajaban por las ventanas. A los otros, él los cargaba en sus espaldas. Su ropa, sus cabellos, sus cejas, todo él estaba chamuscado por el fuego. Solamente abandonó el edificio cuando ya no quedaba nadie más que salvar. Completamente exhausto y medio asfixiado, Juan atravesó la multitud que estaba atónita ante tanto heroísmo. Quería escapar, pero cientos y cientos de manos lo aclamaban: ¨¡Mira el santo!... San Juan de Dios es uno de los santos más desconcertantes de la historia.

Hoy día existe una congregación religiosa a los que se les llama Juaninas y que se dedican a atender a numerosos enfermos.


Hacen falta personas en el mundo que queramos ser así de valientes como San Juan de Dios, arriesgando hasta nuestra propia vida en servicio de los demás.

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