Precariedad


En cuestión de horas me vi en la necesidad de recorrer casi medio país por carretera y así volví a pisar los estados de Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, el Estado de México, por supuesto Jalisco y el próximo estado del Distrito Federal, que ya no se llamará así sino Ciudad de México, no contará con delegaciones sino demarcaciones o municipios y su gobernador, ya no jefe, podrá elegir a todos sus funcionarios sin pedirle permiso al gobierno federal, aunque así a sus diputados, como sucede en el resto de las 31 entidades federativas.

La cosa es que andando por esos lugares, lo característico es el clima frío, propio de fin de año, que se sintió por todos esos rumbos, pero un cambio notorio y drástico se notaba al entrar a Jalisco, concretamente a la zona de Los Altos, donde el clima pasaba de un agradable frío (para los que nos gustan las temperaturas más bien bajas) y una leve o abundante bruma, dependiendo del paisaje, a un solazo dañino y sofocante que se siente que carcome la piel.

La zona de Los Altos pues siempre ha sido así, árida, casi desértica, donde sus pobladores han sabido sacarle todo el provecho posible a pesar de ser tierras flacas y con precariedad. La poca agua de presas, arroyos y pozos siempre se ha aprovechado hasta la última gota y hasta ahora nadie se había quedado sin beber del vital líquido, ya sea humano, animal o vegetal.

Pero esta tierra alteña, caracterizada por su clima frío y sus calores poco intensos, cada vez está quedando en el recuerdo. Sigue ciertamente la temperatura baja, sobre todo a finales de otoño y durante todo el invierno, pero nomás es cuestión de que salga el sol para que todo se convierta en un calor asfixiante y dañino que reseca la piel y a todo aquello que tenga vida.

Lo anterior debe ser por el famoso calentamiento global, que ha aumentado marginalmente la temperatura de todo el planeta, pero lo suficiente para generar grandes problemas en el futuro próximo.

En concreto de esta zona de Jalisco, el calentamiento se ve reflejado por la rala cantidad de nubes en esta época del año y la casi nula humedad en el día, lo que provoca que los rayos del sol caigan con todo su poder sobre la tierra y se tenga una sensación de calor excesivo, el cual se quita poniéndonos a la sombra y comprobar que en realidad el clima está un poco frío o por lo menos templado, pero es la fuerte radiación solar la que hace que parezca que nos están dando con algún rayo abrasador.

La poca humedad que quedaba en esta tierra alteña y la sensación agradable de “frillito” durante gran parte del año en Los Altos, están quedando como un mero recuerdo y lo que es peor es que esto, producto del daño que se le ha causado al ecosistema, repercutirá en sequías para esta zona y encarecimiento de los productos para el ganado, al no haber una buena tierra donde sembrar, pastar o que se forme un pequeño estanque donde puedan tomar agua las vacas, caballos y demás animales de granja.

Y encima se quieren llevar el agua de la presa El Zapotillo a León, donde ya hay.

El agua será dada por el Río Verde a la presa, que no parece que se vaya a llenar alguna vez con el hilito de agua que en realidad aporta el Verde durante todo el año, pero bueno, el poco o mucho líquido que dé el único río importante de Los Altos, ya no será para beneficio de la región, sino de otra que en nada beneficia a los de acá.

Varios han dicho que de todas maneras esa agua no se aprovechaba, que la peor agua es aquella que se va al mar sin ser utilizada y que el Bajío nos retribuirá el líquido que nos quite con lo que deje llegar a Chapala, pero la cosa es que Los Altos se quedarían sin su río y sin un gran regulador del cada vez más descompuesto sistema climático de la zona.

Y ahora con las dificultades económicas por las que pasa Abengoa, la empresa española que construye la presa, pues muchos se alegran de esta desgracia y lo interpretan quizás como una señal divina de la presa que nunca debió construirse.

Por lo pronto, la llevada del agua del Verde a León ha tomado una pausa; ya veremos qué pasa después con el asunto y ojalá que no se consuma semejante saqueo de agua y que por lo menos una parte de ella se quede en Los Altos.

El clima fresco y benigno quizás sí ya se perdió para siempre, ¿perderemos también el agua que nos queda?

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