Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Un maestro al despedirse de su discípulo, luego de haberle enseñado todo lo que necesitaba para defenderse en la vida, le dijo:
— “Mi amado discípulo, ya te he enseñado todo lo necesario para salir triunfante en ésta vida, sin embargo me falta darte este último regalo (entregándole un trocito de papel doblado), y añadió:
Cuando estés en los momentos más tristes de tu vida: Lee el papelito.
Cuando te encuentres en problemas y sientas que no puedes más: Lee el papelito.
Cuando te sientas incomprendido y muy solo: Lee el papelito.
Cuando te sientas la persona más feliz de ésta tierra, y que nada te falta: Lee el papelito.
Cuando te encuentres en los momentos más angustiantes de tu vida: Lee el papelito.”
Entonces luego de escuchar al maestro, el discípulo leyó el papelito y decía:
“Solo el amor de Dios es eterno, nada más puede perdurar para siempre”.
Uno de los principales problemas que tenemos los seres humanos, es que le damos dimensiones de eternidad a los problemas, y creemos que estarán con nosotros siempre. Cuando tengas un problema muy serio, debes recordar y te tienes que convencer de que eso va a pasar, y que si hay algo que perdura para siempre es el amor de Dios, aunque hay situaciones muy duras y tristes para todos, debes saber que esas cosas van a pasar, y que la vida debe continuar como lo ha hecho desde la creación del mundo y como seguirá hasta que se termine.
El amor de Dios es tan real que basta que lo pensemos detenidamente par darnos cuenta de que no podemos vivir sin él.
Lo podremos constatar en cada ser de la creación, en las aves que alimentan a sus hijos, en las plantas que adornan la tierra, en los peces que habitan en los mares y sobre todo en nosotros los seres humanos que en todo momento nos sentimos protegidos por Dios.
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