La visita a Lagos de Moreno del aspirante a Presidente de México, Ricardo Anaya, provocó la primera fractura de la campaña naranja en Los Altos de Jalisco.
Lo que pareció un simple acto de “convocatoria” en Tepatitlán, podría convertirse en un verdadero dolor de cabeza para los dirigentes del Partido Movimiento Ciudadano. No porque haya proceso legal, por el contrario; porque puede ser un machucón de dedos para quienes mueven los hilos electorales rumbo al Gobierno de Jalisco y a las posiciones municipales, incluida la alcaldía tepatitlense para Nena de Anda.
El acarreo es típico de campañas electorales. Se registra en todos los pueblos, en todos los tiempos. Pero la forma burda en que se operó el acarreo de este miércoles desde Tepa para ir a Lagos, para mostrar músculo alfarista y anayista; fisuró las estructuras naranjas.
No fue el alcalde Hugo Bravo, tampoco fue Nena de Anda, quienes “forzaron” a funcionarios a ir al mitin laguense, pero ellos podrían pagar esa factura de mala imagen que provocaron los “rebeldes” empleados que hicieron pública su inconformidad, sumados a los audios y videos que hicieron circular algunos panistas que son su oposición en Tepa, pero que, a nivel nacional, son sus aliados.
Sus correligionarios no midieron sus actos. Queriendo ayudar, terminaron estorbando.
¿Por qué enfureció esta ocasión el acarreo?
Porque lo provocaron empleados o directivos municipales que no entienden, que no saben de política, y son, los políticos, quienes terminarán pagando esas “novatadas”. Porque fueron burdos en las formas, porque exponen a sus candidatos y a su partido al escrutinio de una manera ridícula.
Invitar a hacer bola no es malo; hacerlo a cambio de favores, descuentos, canonjías y dinero, es ¡un delito!, eso lo saben los políticos, pero lo ignoran los aficionados con sueldos oficiales.
El acarreo en sí es malo, provocar el descarrilamiento de sus propios liderazgos, es pésimo.
¿Quién pagará esos platos rotos?, ya sabremos.
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