Es tiempo de calenturas políticas.
Es hora de sumar adeptos. De hacer grupos y equipos.
Es momento para decir a quién se apoya o con quién no está uno en la política.
Es tiempo también de hacer o recibir invitaciones a los grupos, partidos, equipos para sumarse a votar y, tal vez, tener un puesto o un cargo en el próximo gobierno.
Es tiempo de todo eso, porque estamos en campañas.
Pero también es tiempo de cuestionar, no sólo a quienes van de candidatos o aspirantes. Sino de cuestionarnos a nosotros mismos. ¿qué buscamos?, ¿qué queremos para nuestro pueblo en los siguientes tres o seis años?
¿Los que dicen que quieren gobernarnos, pueden?, ¿Saben cómo resolver nuestros problemas y tienen planes para hacerlo?, ¿o sólo es un discurso para embolsicarse sueldos garantizados los siguientes tres o seis años?
Hoy en día cualquier persona puede ser aspirante o candidata (o). Usted que nos lee, usted que no sabe nada o que nada entiende, puede ser candidato o candidata. Tiene el mismo derecho, la misma oportunidad, basta con que se anote, busque o se cuele a alguna organización –partidista o independiente-. Aunque ello no garantice nada, ni para usted ni para los demás.
Ser gobernante está tan devaluado que ya nadie cree en las buenas intenciones de quienes aspiran a ello. Pocos creen en la integridad o bondad de los aspirantes. La gran mayoría de los ciudadanos creemos que las y los candidatos buscan, ante todo, su bienestar, una posición económica de privilegio y, por lo menos, unas cortesías en las variedades artísticas próximas del pueblo.
Hay muchos, son varias; les obligan a ir en paridad de género; hacen filas y hasta se polarizan y pierden amistades por lograr posiciones; pero en realidad ¿para qué quiere la gente ser candidata?, ¿candidatos a qué?, ¿candidatos para qué?; si la gran mayoría consideramos –según las encuestas- que la soluciones a los problemas de nuestra comunidad, son tan complejos que no los puede resolver nadie en particular, ningún partido o aspirante en específico.
Se dice que todos los políticos son iguales; ¿entonces para qué queremos candidatos?
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