Esta semana supimos de manera extraoficial que la obra de la presa El Zapotillo ya no va. La obra será suspendida, ya no le meterán dinero, quedará como está hasta ahora. Por un tiempo indefinido.
La obra pinta para convertirse en un “elefante blanco” más, una escultura millonaria en honor a la cerrazón, a la intolerancia, a la opacidad, a la falta de diálogo.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántos miles de millones de pesos se han invertido hasta ahora y, tampoco sabemos, quién cargará con esas deudas.
Los opositores a esa obra podrían alzar el puño y cantar victoria. ¿Ganaron?
Los gobernantes optarán por el silencio, harán mutis y dejarán correr el tiempo.
Los promotores de la obra, ¿perdieron?, ¿se quedarán de brazos cruzados?
No sabemos si la suspensión definitiva de la obra será anunciada oficialmente. Desconocemos si lo harán antes o después de las elecciones.
Lo que sí sabemos es que tarde o temprano los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadajalajara reclamarán agua para sus colonias y barrios. Los gobernantes metropolitanos se agandallarán los recursos (económicos, hídricos, técnicos) para resolver los temas de la Capital, por encima de lo que digan o piensen los pobladores del “interior” de Jalisco.
Lo que también sabemos es que, de la enorme inversión hecha en El Zapotillo, ya se tienen los pagarés: estemos o no de acuerdo con esos trabajos, los vamos a pagar todos los jaliscienses, incluidos los opositores y los promotores.
Qué paradojas: esta noticia sería un triunfo político, a costa de un enorme costo económico.
Ya veremos en qué termina la trama. Pero de que nos la harán de agua… eso es cierto. Tarde o temprano. Más temprano que tarde.
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