Correrá la sangre… otra vez



Como cada siglo, años más años menos, volverá a correr la sangre en los países de América Latina. Está corriendo ya en Venezuela y Nicaragua, y ya se ve venir en Brasil y en México. Aquí corrió a principios del siglo XIX; volvió a correr abundantemente a principios del Siglo XX; está por finalizar la segunda década del Siglo XXI y todo parece indicar que ahí viene el río de sangre otra vez. No podemos vivir en paz, no sabemos coexistir -mucho menos convivir- la izquierda y la derecha, liberales y conservadores, neoliberales y comunistas, gobiernistas y antigobiernistas, no podemos…

Podrán decir de mí que estoy paranoico, que veo moros con tranchete, que soy ave de mal agüero y agorero del desastre, que no pasa nada. En lo primero tienen razón, porque me he escapado de una muerte violenta en varias ocasiones y eso lo vuelve a uno paranoico, después de la segunda desconfía uno de todo y siempre se anda cuidando. Pero en cuanto a lo demás, no soy adivino ni tengo una bola de cristal para ver lo que va a pasar, simplemente veo lo que pasó, lo que está pasando y deduzco lo que creo que va a pasar.

Corrió la sangre en México a partir de 1810 y hasta 1821; y volvió a correr a partir del 1910 y hasta bien entrado el Siglo XX con un levantamiento armado tras otro, comenzando con el de Francisco I. Madero y terminando con el de los Cristeros promovido por la Iglesia Católica (cuántos miles o cientos de miles, o millones de personas han muerto por defender a su dios, y cuántos otros -miles también- han matado a sus semejantes en el nombre de Dios…). Corrió la sangre en Cuba con motivo de la revolución comunista de los hermanos Castro y del Che Guevara (el asesino y violador que tanto admiran los morenistas en el Senado de la República). Corrió la sangre en Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay por cuenta de las dictaduras de derecha. Y en Colombia, Nicaragua y El Salvador a cargo de las guerrillas comunistas y los gobiernos dictatoriales emanados de cada revolución, como ocurre hasta la fecha en Venezuela y Nicaragua.

En Brasil, el expresidente izquierdista Luis Inácio Lula Da Silva está preso por corrupto, su sucesora Dilma Rousseff fue destituida por lo mismo y su lugar fue ocupado por el vicepresidente Michel Temer para terminar su periodo que está por llegar a su fin. Para suceder a Éste se apuntó de nuevo Lula Da Silva que trató de ser candidato desde la prisión, pero el Tribunal Supremo Electoral rechazó su candidatura y Lula tuvo que nombrar en su lugar a Fernando Addad como candidato del Partido del Trabajo. Éste ya fue derrotado en una primera vuelta el domingo pasado por un exmilitar ultraderechista, Jair Bolsonaro que le sacó 17 puntos de ventaja, aunque no obtuvo el 50 por ciento más uno de los votos para evitar la segunda vuelta. Se volverán a enfrentar el 28 de octubre (dentro de dos semanas), pero muy probablemente va a volver a ganar.

Para tener una idea de quién es Bolsonaro, ha dicho que el error de la dictadura en Brasil fue torturar y no matar (a los revoltosos); de un indígena que le arrojó un vaso de agua dijo que debería ir afuera y comer pasto para mantener así sus orígenes; lo acusan de ser racista y misógino; llegó a decir que va a fusilar a los petistas (del Partido del Trabajo) de Acre, “ya que tanto les gusta Venezuela vamos a obligarlos a irse para allá”. Es homofóbico, en 2011 expresó que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual, prefiero que un hijo mío muera en un accidente antes que ande por ahí con un bigotón”, y en otra entrevista en televisión afirmó que el 90 por ciento de los hijos adoptados (por parejas homosexuales) van a ser homosexuales y se van a prostituir, con seguridad. En eso coincidimos.

Por ser anti gay, anti feminista, anti aborto, por estar en contra de la ideología de género, por ser anti comunista… por ser políticamente incorrecto pues, sus simpatizantes lo adoran. Y por lo mismo los homosexuales, las feministas, abortistas y comunistas lo odian, tanto que ya recibió una puñalada en el abdomen en plena campaña un mes antes de la elección, apenas se repuso para el 7 de octubre, día en que el 46% de los electores votaron por Bolsonaro, 29% por Haddad y sólo el 12% por Ciro Gómez. Éste último le está regateando su apoyo a Haddad, pero aun cuando sus votantes sufragaran en la segunda vuelta por el candidato izquierdista, no le alcanzarían para ganarle al exmilitar de la ultraderecha. Ante este escenario ¿cree usted que podría haber violencia en Brasil?, ¿proveniente de la izquierda o de la derecha?, ¿o de ambas? Yo la veo venir, ojalá que me equivoque.

En México hace unos días la presentadora de televisión y escritora guatemalteca Gloria Álvarez presentó un documental sobre las dictaduras socialistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, luego de lo cual un joven de Guadalajara llamado Héctor López dijo en su cuenta de FB que deberían de haberle metido un balazo a esa vieja pendeja. Esto coincidió casi con el anuncio del presidente electo Andrés Manuel López Obrador de que va a reclutar a 50,000 jóvenes para un ejército de paz, lo mismo que hizo Mao en China y Hugo Chávez en Venezuela, crear su ejército particular para reprimir a los inconformes. Ya circulan en los medios y en las redes las primeras fotos de esas brigadas de jóvenes que están por ahora recorriendo las colonias populares para recabar información “acerca de quién necesita la ayuda económica” que va dar el gobierno entrante. En realidad están reuniendo la información personal de todos y cada uno de los miembros de cada familia para los fines que considere necesarios el gobierno de la Cuarta Transformación.

Esto por si aún hubiera alguien que dude acerca de las intenciones de López Obrador de convertirse en dictador. Dijo hace un par de días que no es verdad que esté enfermo de nada, que “hay presidente de la República para muchos años”. Y todos estos preparativos para instalar una dictadura comunista en nuestro país, como el haber designado ya como director del Fondo de Cultura Económica al extremista Paco Ignacio Taibo, provocan -por supuesto- una reacción. Es la Tercera Ley de Newton: A toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección, pero de sentido opuesto. Hoy día hay más anticomunistas en México que hace 50 años, como reacción a las señales que está enviando el equipo de López Obrador, y todos esos anticomunistas no se van a quedar cruzados de brazos ante la cancelación de libertades y derechos que ven venir. Por eso creo que se aproxima una nueva etapa de violencia en nuestro país y que va a correr la sangre como cada siglo, años más años menos. Como a principios del XIX y del XX. Quiera Dios que me equivoque…

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