Esto no pinta nada bien. A nivel nacional el presidente electo Andrés Manuel López Obrador anuncia que formará una Guardia Civil con policías, soldados y marinos, que combatirán a la delincuencia pero sin hacer uso de la fuerza. Y en Tepatitlán se vuelve un mitote el nombramiento de director de Seguridad Pública, al que aquí le llaman Comisario, lo que podría ser un indicio de los problemas que se avecinan, los que no había y que se podrían presentar en este ramo de la Seguridad Pública.
En Tepatitlán no es grave la falta de seguridad pública como en otras ciudades y regiones del país. Y por falta de seguridad pública me refiero a la violencia descontrolada, a los secuestros, levantones, desaparición y asesinato de personas, la que practica la llamada delincuencia organizada. Claro que la delincuencia común, los robos y asaltos que se dan en todas partes, es el pan de cada día también aquí, pero ésta se puede combatir y disminuir, depende mucho de las autoridades locales. Creo que Tepatitlán podría mejorar en ese aspecto porque es un problema que le preocupa a las nuevas autoridades y se van a ocupar de que así sea, pero también temo que esto empeore y que tengamos que padecer el otro tipo de inseguridad, el de la violencia y la matazón de gente que ocurre ya en lugares cercanos como Guadalajara y aquí en la región, en Lagos de Moreno por ejemplo. El país seguirá igual, o lo más probable es que va a empeorar con el ejército de paz que tiene en mente López Obrador.
Aquí la señora Nena de Anda anunció algunas medidas respecto a la seguridad pública cuando era candidata, que si las pone en práctica y dan resultado esto va a mejorar, si de Ella dependiera. Pero… también podría empeorar (espero equivocarme). Podríamos pasar de padecer simplemente a los rateros, a la otra inseguridad, la de la violencia sin control y la matazón. ¿Por qué?, porque de buena fuente sé que le dijeron a la primera autoridad que de eso no se preocupe, que no va a ser ella la que tenga que tratar con los malos (y cualquier lector entiende a qué me refiero cuando digo “los malos”), que de Guadalajara (del Ejecutivo supongo) le van a mandar a alguien que se encargue de eso.
Qué terrible, qué lamentable, qué desgracia que nos hayamos tenido que acostumbrar a coexistir con el crimen organizado, y que nos parezca normal que se diga que nos van a mandar a alguien de Guadalajara (se entiende que a un director de Seguridad Pública) para que se encargue de “tratar con los malos”. Es decir, para que nuestra primera autoridad, una dama decente, trabajadora y empresaria ejemplar, no tenga que ver con eso, para que no tema ni se preocupe.
Así, quienes debemos temer y preocuparnos somos los demás, los ciudadanos de a pie, que tampoco tenemos que tratar con “esa gente”, pero que igual no tenemos escoltas ni camionetas blindadas para evitar que nos toque una bala en un enfrentamiento, simplemente por estar en el lugar y en el momento equivocados.
Para mí -que no necesariamente debo tener la razón, puedo estar equivocado-, el que se haya complicado el nombramiento de director de Seguridad Pública en Tepatitlán en el arranque del nuevo gobierno, es una mala señal. El último punto del orden del día de la primera sesión de Cabildo (el lunes) era ese, pero sin ninguna explicación fue eliminado. Preguntamos a regidores de oposición si les habían dado alguna explicación, y uno de ellos, inteligente como es, nos contestó: “ni nos la dieron ni la pedimos, a ese asunto es mejor no moverle”. ¿Le dice algo a usted, lector-lectora, esta respuesta?
Al día siguiente de esa primera sesión, en la que se aprobó por mayoría el nombramiento de todos los demás integrantes del gabinete, el martes el director de Comunicación Social organizó la presentación de los funcionarios ante los medios, y ya apareció ahí como director de Seguridad Pública el mismo que venía desempeñando el cargo en el gobierno anterior, pero su nombramiento no había sido aprobado por el Cabildo porque ni siquiera se puso a su consideración, así que legalmente estaba usurpando el cargo en ese momento, o para decirlo más suavemente, estaba en el limbo, no había sido nombrado ni ratificado, simplemente continuaba en el cargo que venía ocupando sin la aprobación del Cabildo.
Para el jueves, dos días después, ya se trató el asunto en la segunda sesión del Cabildo y se aprobó la ratificación de Arturo Gómez Vargas como comisario. Ya había trascendido el nombramiento de Roberto Castro de Alba como subcomandante, o como el 02 que le dicen. La explicación que se dio acerca del retraso en el nombramiento, fue que lo que faltaba era contar con un Subcomandante. Supongo que así fue, y en todo caso pienso como el regidor de la oposición: “más vale creerlo que averiguarlo”.
¿Por qué no se trató ese asunto en la primera sesión de Cabildo como estaba programado?, ¿porque quien venía desempeñando el cargo de comisario no es ese “alguien” que iban a mandar de Guadalajara?, ¿porque no habían ni han tenido tiempo de mandarlo?, ¿será que Arturo Gómez Vargas va a ser substituido a partir del 1 de diciembre cuando entra en funciones el nuevo gobierno del Estado? ¿Cuál gobierno, el del gobernador que eligieron los jaliscienses, o el que designó Andrés Manuel López Obrador para tener el control absoluto de todo? Y la peor de las preguntas: ¿No fue eso lo que demoró la designación de un nuevo director de Seguridad Pública en Tepatitlán?, Digo, lo orillan a pensar a uno que posiblemente los dos gobernadores, el electo en las urnas y el designado por López Obrador, podrían estar tratando de imponer cada quien a la persona indicada para tratar con “los malos”, cada uno de parte de sus respectivos amigos malos.
Le diré, a los tepatitlenses, nativos o avecindados, nos da igual quién sea el director de Seguridad Pública o Comisario, lo que a mí me preocupa es que quien lo sea tenga efectivamente el control de la plaza. Porque en Lagos de Moreno, por ejemplo, ningún grupo controla la plaza, está en disputa permanente y eso provoca la muerte de jóvenes todos los días, si durante dos o tres días no aparecen ejecutados, al día siguiente encuentran a cinco o seis como ocurrió el pasado fin de semana, y así la gente vive con el Jesús en la boca. Ojalá que los dos gobernadores, Alfaro y Lomelí tengan las mismas amistades peligrosas, si es que las tienen, por lo menos, para que no se disputen ninguna plaza.
La alcaldesa de Tepa puede, estoy seguro, con la delincuencia común, pero con los malos malos… “con esa gente mejor ni moverle” diría el regidor. En fin, veremos y diremos… si es que nos dejan decirlo, claro. Porque una cosa es ser valiente y muy otra ser pendejo.
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