Regresamos recordando a grandes peloteros, uno de ellos es Antonio Pérez Ruvalcaba, que nació el 28 de marzo de 1959 en Nido de Águilas y que desde muy chico le gustó el deporte rey, pero en el rancho nunca lo pudo practicar pues no había equipos, y a la edad de 15 años cuando se vinieron a vivir a Tepa conoció a Leónides Becerra y a su hermano que lo vieron como jugaba y así lo enrolaron en el equipo de Los Sauces y comenzó jugando el jardín central en 1975, su primer gran alegría de nuestro amigo Toño fue su trofeo y diploma por ser el mejor corredor de bases que era su gran arma como jugador nomás se embazaba y los catchers temblaban pues ya estaba en la segunda base con gran robo, bateando se caracterizó por ser un gran chocador de bola al jardín derecho que en muchas ocasiones logró muy bueno lugares, entre los mejores 3 bateadores de la Liga Local Sabatina, por ahí se recuerda un agarrón de porcentaje de bateo contra Ignacio Torres cuando en el último turno al bate de ambos se decidió ganándolo el premio ese año nuestro amigo Toño y el premio fue una manilla que cuando estaba Toño Martínez en ese tiempo esos eran los premios, su otra gran satisfacción fue aquella final jugada en un tercer juego en valle de Guadalupe contra Cañadas donde el juego se puso tenso pues los de Cañadas ya estaban sobre los tepatitlenses, que en ese tiempo eran el equipo Transportes Alcalá, llegando en la séptima entrada nuestro amigo Toño y logró colgar los ceros de la octava y novena para así lograr ese campeonato ahí en Valle.
Su otra gran alegría en el beisbol local sabatino fue con el equipo de Venados, donde el manager fue Toño Martínez y nuestro amigo Toño Pérez era su consentido, pues con chispa lograba cambiar el resultado de un juego ya perdido y se alzaban con la victoria, recuerda aquellas tremendas finales contra Rebeldes, dice “no se me olvidan como eran de aguerridos esos hermanos Torres y compañía, pues fueron varias finales entre Venados y Rebeldes compartidos los campeonatos y nunca fue fácil ganarles, siempre terminábamos tintos en sangre deportivamente hablando ya que después de los juegos las amargosas no se hacían esperar, todos juntos fuera del terreno de juego, nunca nos enojamos afuera, adentro era obvio pues es caliente el juego, nunca se nos olvida como después de cada juego que jugábamos contra Toño Pérez sacaba la guitarra y las amargosas junto con Leónides y a cantar toda la tarde en compañía de los demás, como se le extraña en los campos después de cada juego a nuestro buen amigo Toño Pérez”.
Recuerda con voz entrecortada cómo chocó en una jugada de riñones con el cátcher Cesáreo Coronado y pues salió algo mal de su cuerpo lastimado por lo que decidió mejor retirase a tiempo pues como él dice el tiempo no pasa de en balde y una lesión fuerte que lo deje fuera mejor ahí le paro ya de plano y ya dejó de jugar beisbol.
Por último su mensaje para la juventud es de que hagan deporte, el que sea, que si es beisbol pues mejor, pero que estén ocupados y alejados de las drogas, que se disciplinen en su deporte, que practiquen. Toño Pérez, un abrazo fuerte amigo te mando.
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