Vio el rostro de su padre



Un hombre deseaba en su vida tener un gimnasio con todos los aparatos más nuevos para ello. Así que lo planeó, buscó dónde adquirir lo necesario y fue al banco a pedir un préstamo, pero como no tenía cómo respaldar el crédito, le pidió a su hermano que fuera su aval, poniendo sus propiedades en garantía del crédito. Y así fue. 

Mientras tanto el hombre iba buscando el local y contactando la compra de lo necesario. Hasta que tiempo después le llamaron del banco diciéndole que el crédito estaba listo, que pasara por él. Y este hombre fue al banco, como le habían dicho, pero al llegar a cobrarlo le dijo el gerente:

-¿Cómo que viene por el dinero? El hermano de usted acaba de venir por el dinero y se lo llevó; es más hasta pagó una hipoteca que tenía con el banco. 

Este hombre se enfureció tanto que salió a buscar a su hermano para matarlo.
El hermano ya lo esperaba en la casa, pero prevenido, tomó a su niño en sus brazos pensando: si me ve con mi hijito en brazos no me hará nada, así que su hermano ofendido sólo le gritó “de todo” y le dijo que deseaba no volverlo a ver en su vida.

Con el tiempo este hombre enojado fue conociendo a Dios y entendiendo del perdón, y comprendió que tenía que perdonar, a pesar de todo. Así que 15 años después el ofendido se encontró a su hermano en un centro comercial y al verlo de lejos apretó los puños, ¡ahí estaba, por fin, su hermano que lo traicionó! pero al acercarse a él, nos cuenta: “Al mirar el rostro de mi hermano, al ver sus ojos, vi el rostro de mi padre, y al ver la cara de mi padre en mi hermano, mi enemigo se convirtió en mi hermano de nuevo”.

Esto es lo definitivo: ¡Ver la cara de Jesús en mi hermano!

Yo creo que no es muy fácil ver el rostro de Jesucristo en las demás personas, sobre todo cuando nos han calumniado o hecho algún otro daño, pero con la ayuda de Dios todo se puede.

Algo que nos va a ayudar es recordar que después de haberlo crucificado con nuestros pecados Él nos siga perdonando.

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