Crónica

Hasta que...

Un viajecito a Roma

+ "¡Xalapa Xalapa, acá acá!", querían la foto

+ Se siente el poder del clero en El Vaticano

+ Monumentos y arte, como para, bueno...

Por Gustavo González Godina

¡Para haber gente en Roma...! Gente que va a dejar su dinerito, especialmente en el Vaticano. Gente, entre la que me vi incluido durante la tercera semana de octubre cuando por fin esta noble pero mal pagada profesión de periodista me llevó a Europa sin costo. Bueno, sin costo en lo que se refiere al pasaje y el hotel, había que llevar algún dinerito para comer allá y para pasear, y para dejar algo en las arcas del Vaticano.

roma-Unviajecito2Fuimos a la ceremonia de canonización del obispo Rafael Guízar y Valencia, que llevó a cabo el Papa Benedicto XVI el domingo 15 de octubre a las puertas de la Basílica de San Pedro, ante una plaza del mismo nombre abarrotada de católicos de varias naciones, pero especialmente de mexicanos y muy marcadamente de veracruzanos.

roma-Unviajecito,primLa ceremonia daría comienzo a las 10 de la mañana, pero antes de las 7, cuando llegamos al Vaticano obscura todavía la mañana, ya había gente queriendo entrar a la Plaza de San Pedro, se empezaban a formar (aunque a formar es un decir, aquello era un desmadre), a agrupar en torno a alguien que portaba una pequeña pancarta en alto con el nombre del colegio, institución o ciudad de donde provenían, las personas para tratar de no perderse y entrar juntas a la plaza para estar unidas durante la misa que oficiaría el Papa. Supimos que había ya muchos veracruzanos porque apareció en esos momentos el fotógrafo y caricaturista del Diario Política Alberto Morales, "Gato Beto" como le dicen, y en cuanto lo vieron un numeroso grupo le empezó a gritar: ¡Xalapa Xalapa!, ¡acá acá!. Querían que les tomara una foto, y luego a otro grupo y a otro, y es que "el Cat" es tan conocido en Veracruz como mi amigo "Tabasco" en Jalisco, a donde va hasta los perros lo conocen, así sea en el fin del mundo (si es que éste tiene algún fin) encuentra conocidos, así que en cuanto lo vieron le empezaron a pedir la foto, y él que a eso fue pues no se hizo del rogar y disparaba flashazos para todos lados.

Nos tocó estar, gracias a la intervención de Luis Carbonel, a quien mandó el gobernador Fidel Herrera Beltrán a Roma con bastante anticipación para que auxiliara allá a los invitados veracruzanos, en una parte prominente del escenario, no en la explanada de la Plaza de San Pedro entre la multitud, sino arriba, al frente, a un lado de donde presidiría la ceremonia el Sumo Pontífice, y sólo atrás de los cardenales, obispos y curas que no participarían oficiando la misa, entre ellos Norberto Rivera, Juan Sandoval y el arzobispo de Xalapa Sergio Obeso; entre los picudos pues, porque al carecer de acreditaciones de prensa, que sí gestionó desde Veracruz la Coordinación de Comunicación Social, pero que nadie nos entregó la noche del sábado cuando llegamos a Roma, Carbonel se preocupó por conseguirnos en la madrugada del domingo unas invitaciones especiales para poder llegar hasta ese lugar donde estarían la crema y nata de la jerarquía eclesiástica y del gobierno veracruzano.

roma-3Muy crema y muy nata, pero a la hora de la consagración, durante la misa, la mayoría de los religiosos que estaban tres filas adelante del que esto escribe, no se pusieron de rodillas, lo que me llamó la atención y me hizo pensar que sólo los sacerdotes y señores curas humildes se dedican sinceramente a su ministerio, de ahí para arriba obispos y cardenales se dedican sobre todo a la grilla, a la búsqueda y el ejercicio del poder en la Iglesia.

Y se sienten poderosos y les gusta el poder, los que todavía no lo tienen andan en busca del poder, curas y monjas había en Roma (hay siempre, me imagino) como para parar un tren, y como hasta el más pequeño y prietito de ellos recibe honores por lo menos de los guardias del Vaticano, que se le cuadran al entrar a sus instalaciones como si se tratara de un alto jefe militar, pues los padrecitos se sienten soñados, los que van a Roma, al Vaticano, los hay también humildes, la mayoría, que se dedican en su parroquia y en su comunidad a la salvación de las almas.

Total que pasó la ceremonia que duró dos horas, estuvimos muy cerca del Papa que le dedicó al nuevo santo mexicano la mayor parte de su mensaje -aunque se estaba canonizando a tres beatos más, otro sacerdote y dos monjas- y de ahí nos fuimos Víctor Murguía, subdirector del Diario de Xalapa y un servidor a buscar algún establecimiento o negocio de internet para poder mandar nuestro reporte cada quien a su medio.

roma-4Fue un triunfo encontrar internet. Contrariamente a lo que esperábamos, que habría negocios de este tipo por todos lados, no había ni para remedio. La sala de prensa del Vaticano estaba cerrada y además no teníamos acreditaciones para entrar, y por fin después de mucho caminar encontramos uno que estaba cerrado por ser domingo. Cansados ya de buscar nos sentamos a tomar vino y a comer pastas en un restaurante -de los que sí abundan y casi todos tienen mesas afuera en la calle-, total, no había prisa, allá era la una de la tarde pero en México eran apenas las 6 de la mañana, teníamos todo el día para mandar la nota, bueno, el día de acá, el resto de la tarde y la noche de allá.

Así pues, con una botella de vino tinto entre pecho y espalda y una buena ración de pizza y espagueti en el estómago, decidimos irnos al hotel donde estábamos hospedados a ver si ahí nos podían auxiliar para conseguir internet. Le dijimos al chofer del taxi el nombre del hotel, La Pérgola, y dijo -creo- que no sabía dónde era, que si sabíamos la dirección. Le dije que en la Vía Prati Frateli 55 y el chofer se rió: "Prati Fiscali, pendejo" me pareció que dijo y hacia allá se dirigió.

Pero ya en camino hacia el hotel, rumbo a la Vía Prati Fiscali pendejo, se nos ocurrió la brillante idea de preguntarle al taxista por un negocio de internet, más a señas que con palabras pero nos entendió, nos costó trabajo decirle que si quedaba en el camino al hotel mejor ahí nos quedábamos, se volvió a reír el hijoesu de nuestra mala mezcla de italiano y español pero nos volvió a entender, y a los 10 minutos se paró y nos dijo algo así como "ahí está el internet pendejos" y nos cobró sólo 6 euros, 84 pesos, y no los 16 euros, 224 pesos que nos hubiera costado la dejada hasta el hotel.

Pagamos una hora y empezamos a redactar, mi compañero tuvo que pagar otra hora de internet porque además de que quería escribir no una nota sino otra biblia, se le borró el archivo varias veces y tuvo que volver a empezar otras tantas. Yo terminé, envié mi nota de cuatro o cinco párrafos y me salí, me puse a platicar en la calle con una gringuita muy mona ella que me pidió lumbre para su cigarro, ni ella hablaba español ni yo inglés, mucho menos italiano pero éste es fácil, así que mezclando palabras de los tres idiomas me preguntó que si ya había visto el Coliseo y le contesté que no, le pregunté cómo se llegaba hasta él y me explicó, y luego que la Fuente de Trevi y que la Capilla Sixtina y que la vía no sé qué... hasta que salió mi compañero y empezamos a caminar hacia el Coliseo.

Hasta ahí todo bien. Gente de a madres, turistas a lo bestia, pero se podía caminar aún. Me llamó la atención que no se veía ningún niño y casi ni gente joven tampoco. Las mujeres italianas muy guapas, muy bellas de cara y muy elegantes, pero casi todas cuarentonas y cero sensualidad, no enseñan nada como las mexicanas, ni piernas, ni ombligo, nada de escote y repito, de cuarentonas para arriba, lo mismo que los hombres, como que en Italia dejaron de hacer chamacos hace treinta o cuarenta años, no sé si por alguna disposición oficial o porque los convencieron de que había que frenar la explosión demográfica y se pasaron de tueste, se fueron al otro extremo y ahora casi no se ven niños ni jóvenes, a ver qué hacen cuando ya no puedan trabajar los que aún están fuertes y se mueran los ancianos actuales...

El problema fue al otro día, lunes, cuando decidimos ir dizque al Museo del Vaticano para ver sobre todo la obra de Miguel Angel en la Capilla Sixtina. Había una cola... no no no... Dijimos ahí muere, vamos a ver mejor La Piedad en la Basílica de San Pedro. Error, había otra cola igual para entrar a la Basílica. Si vamos a hacer cola, pensamos, mejor nos formamos en la del Museo para ver la Capilla Sixtina. Error, la cola ya había aumentado, pero bueno, ahí vamos... Dos horas haciendo fila, que no era por cierto una fila india, es decir, de a uno en uno, sino de cuatro, cinco y hasta de seis o más en fondo, un gentío espantoso. Yo me hice el gracioso y me salí varias veces de la cola para descansar un poco porque sentía que se me acalambraban los pies de tanto estar parado, porque se avanzaba muy lentamente, hasta que por fin llegamos a la entrada del Museo del Vaticano donde nos cobraron 13 euros por entrar, cerca de 200 pesos.

Y esto es ver arte... Salas y salas llenas de arte. Primero esculturas y luego pinturas. Como la escultura era la fotografía de antes, pues ahí están las fotos en mármol de todos los chinguetas de la época, desde la República hasta el Imperio Romano, todas las que alcanzaron a esculpir grandes y famosos picapedreros en ocho siglos, desde 300 años antes de Cristo hasta casi 500 después cuando llegaron los bárbaros y se acabó la plática. Y luego pinturas: cuadros, paredes y techos llenos de pinturas, tantas que ni se pueden apreciar detenidamente cada una de ellas, no sabe uno ni para dónde mirar; hasta llegar por fin a la famosa Capilla Sixtina con "La Creación" de Miguel Angel en el techo y más y más pinturas por todos lados.

Para los amantes del arte, el Museo del Vaticano es extasiante; para los nacos como el que esto escribe es agobiante, quedé intoxicado de tanto arte, y después de la Capilla Sixtina, aunque seguían otras salas con más arte de otro tipo, salí casi corriendo porque ya no veía la hora de beber aunque fuera agua en la calle y descansar un poco.

Tres euros una lata de Coca Cola en un puesto callejero, 42 pesos mexicanos por un refresco que aquí vale cinco. Pero en fin, mientras me la tomaba vi que la cola para entrar al Museo seguía igual, miles y miles de personas a lo largo de varias cuadras antes de llegar. Esperé a que en el reloj de mi celular cambiara el minuto y empecé a contar las personas que entraban, cuando terminó el nuevo minuto habían entrado alrededor de cien. ¡Pa la madre...! cien personas por minuto son 6 mil personas por hora, en seis horas 36 mil, aunque el Museo abre durante 9 horas pero la cola disminuye, como quiera le calculé que ese día debieron entrar unas 40 mil personas, que a 13 euros por cabeza representan 520 mil, más de medio millón, que convertidos en pesos mexicanos son más de 7 millones, en un día y sólo por concepto de entradas al Museo del Vaticano. Quizás no siempre sea igual, lo que pasa es que está cumpliendo 500 años de existir y la afluencia es mayor, pero como quiera me pareció que es mucho dinero. Mucho para mí, por supuesto...

Salimos, cansados, y nos subimos a un turibús para hacer un recorrido por la ciudad de Roma, interesantísimo, toda ella es un monumento, y nos bajamos en la Vía Veneto donde llegamos a un restaurante en el que la cena para tres personas nos costó 250 euros, 3,500 pesos. Bueno, nos costó es un decir, les costó a Víctor Murguía y a Raymundo Jiménez, porque yo les dejé un billete de a 50 euros sobre la mesa y me salí a fumar (mañoso... pues sí, pero yo no podía pagar el vino tan caro ni las langostas que ellos se comieron), porque allá no dejan fumar en ningún lado, excepto en la calle, y pues me sirvió de pretexto. Y ya... al día siguiente a Florencia en tren, porque en avión nos querían cobrar más por volar de Roma a Paris que de Roma a México. Y en el camino que siempre no, que mejor hasta Venecia. Y al día siguiente a Florencia ahora sí; y al otro día a Paris pero ya nomás de pasada, y de ahí a México lindo y querido a los tacos y a las garnachas, porque de pastas y pizzas y de una que otra carne sosa y desabrida ya estábamos hasta la hernia; del vino no, de ese hubiéramos aguantado más porque es muy sabroso, pero de la comida común y de los precios como que ya... Sin embargo quedan ganas de volver, por supuesto que quedan ganas, Roma es una ciudad bellísima y el idioma no es obstáculo, se hace uno entender. Pero la siguiente tendrá que ser, además, a París y a Barcelona, por lo menos... Como dijo el jorobado, nomás que me enderece; o como dicen en mi rancho, nomás que se cargue la nube, pero hay que volver si nos alcanza la vida...

Publicar un comentario

0 Comentarios