Termina Octubre, pero no el Rosario

Por Miguel Angel Pérez Magaña


Durante este mes se ha fomentado mucho la devoción del Santo Rosario... conviene continuar.El Rosario es la fórmula más excelente de oración. Medio eficacísimo de conservar y reavivar la fe, la esperanza y caridad. Lecciones óptimas de perfección y santidad en la escuela de Jesús y María. Al ritmo de Padre nuestros y Avemarías, el Rosario, con la meditación de sus Misterios, pone fondo musical, variado y armonioso, sin cuya melodía nos parecería monótono y cansado. ¡Qué belleza tienen esas oraciones rosarianas cuando las vamos desgranando al compás de la consideración de los Misterios del Evangelio! Son varias las definiciones del Rosario: Corona de María, salterio mariano, ramillete de rosas dedicado a la Virgen, corona tejida con flores de la más variada belleza y del más exquisito perfume, que despierta en sus fieles sensaciones de alegría, de luz, de dolor y de gloria. Fue salterio con 150 salutaciones a la Virgen y 15 peticiones al Padre eterno, ahora, a partir del 16 de octubre del año 2002, cuenta con 200 salutaciones y 20 peticiones al Padre eterno, ello por los cinco Misterios Luminosos que Juan Pablo II aumentó. Los Papas, a partir de Pío XII, lo llaman compendio del Evangelio, ya que recuerda los hechos más destacados de la vida de Jesús y María, y a la vez propone a nuestra consideración, para vivirlos, los misterios que se ocultan tras de cada uno de esos hechos que recuerda.El Rosario, en la forma que hoy lo tenemos, tiene una larga historia y evolución. No es una fórmula precisa y fija, que Santo Domingo recibiera de la Virgen tal como aparece en la iconografía. No nació de una sola inspiración. Ni jamás fue instituido en forma definida y completa. Sino que fue apareciendo gradualmente, como resultado de un lento proceso de desarrollo, durante el cual estuvo sometido a muchas adaptaciones, cambios, adiciones y omisiones. Su desarrollo quedó influido también, poderosamente, por factores profanos. Y mientras los historiadores siguen el hilo de los hechos desde aquellos remotos siglos hasta hoy, el pueblo ratifica su sentir y por mucho tiempo seguirá cantando: ¡Viva María, viva el Rosario, viva Santo Domingo, que lo ha fundado!

Lo que afirmaron los Papas


León XIII escribió: "Consta el Rosario de dos partes bien distintas entre sí, pero íntimamente unidas: la meditación de sus misterios y la oración vocal. Este método de rezar exige, por parte del hombre, atención especialísima: no solamente exige que procure dirigir su espíritu hacia Dios, sino que se abisme en la meditación de lo que contempla, de suerte que saque de ella normas del buen vivir y alimento de su piedad".

Juan XXIII: "El Rosario como ejercicio de cristiana devoción... tiene su puesto después de la Santa Misa y del Breviario para los eclesiásticos; y después de la participación de los sacramentos para los seglares. El Rosario es forma devota de unión con Dios, y siempre de alta elevación espiritual".

Pablo VI: El Rosario es "compendio de todo el Evangelio", "oración evangélica", de "orientación profundamente cristológica", "laudatoria y deprecatoria, pero sobre todo contemplativa"; "vástago germinado sobre el tronco secular de la Liturgia Cristiana", "salterio de la Virgen mediante el cual los humildes quedan asociados al cántico de la alabanza y a la intercesión universal de la Iglesia".

Juan Pablo II: "El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad, En esta plegaria repetimos muchas veces las palabras que la Virgen María oyó del Arcángel y de su prima Isabel. Palabras a las que asocia la Iglesia entera".

Las promesas del Rosario


1. Quien me sirve rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente rezaren mi Rosario.

3. El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará de pecados y abatirá la herejía.

4. El Rosario hará germinar las virtudes y que las almas consigan copiosamente la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor de Dios al amor del mundo, y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!

5. El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.

6. El que con devoción rezare mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, no morirá de muerte desgraciada, se convertirá, si es pecador, perseverará en la gracia si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.

7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los auxilios de una Iglesia.

8. Quiero que todos los que recen mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.

9. Yo libro muy pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.

10. Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11. Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12. Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13. He impetrado de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

14. Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos y muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15. La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la Gloria.


Las indulgencias


La Indulgencia Plenaria la obtienen quienes rezan el Rosario en un templo u oratorio público, en familia, en una comunidad religiosa, en una cofradía piadosa.

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