Como hace cien años
La imagen de la Virgen de Guadalupe fue llevada a su Santuario
Por Óscar Maldonado Villalpando
El año de 1873, un 10 de septiembre, llegó a San Diego de Alejandría un sacerdote carismático y bondadoso. Donaciano Larios, un ministro servicial, piadoso, que sobresalía por su devoción a la Virgen de Guadalupe. Como una hermosa leyenda cuentan, dicen las gentes que invitaba al pueblo a rezarle a la Virgen de Guadalupe, los congregaba en una equina de la calle Abasolo, la que pasa por un costado del templo parroquial y va hacia la presa, cuatro cuadras al poniente del jardín. En esa esquina crecía un laurel de fragantes flores y en la gruesa pared incrustaron una diminuta ermita con la imagen de la Virgen, protegida con barrotes de hierro. Tradición que tiene más de cien años.
El sacerdote deseaba edificar un templo a la Guadalupana, para cumplir su deseo también en esta parroquia. Ese siglo, XIX, fue bueno para San Diego, florecían las haciendas, había movimiento económico. Había tiendas que surtían a San Francisco del Rincón, arrieros afamados como el mismo don Juan Nepomuceno Valdivia, su Merced, mi Padrecito, que luego sería un verdadero magnate y acaudalado terrateniente de la región.
Don Crescencio Maldonado hermano de don Bruno, que vivían en la esquina de Allende y Marcos Rivera, uno frente a otro, don Crescencio donde son las oficinas municipales, enfrente don Bruno. Don Crescencio, dueño de las Amarillas, Marañas y lugares vecinos, escuchó el deseo del Padre Larios y le regaló una enorme fracción en el Barrio de Arriba, y así empezó la enorme tarea de construir el Santuario Guadalupano, por fin se puso la primera piedra el día de Santa Cecilia, 22 de noviembre de 1884, fueron 11 años de trabajos y desvelos, pero se llegó el día, ciertamente el Padre Larios estaba ya enfermo, pero alcanzó a vivir la bendición de su templo a La Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre de 1895. Murió el 1 de agosto de 1896, cerrando un capítulo muy hermoso en la vida de San Diego de Alejandría, testimonio perenne será este templo.
Pero el Santuario viviría otra hermosísima etapa. Al nacer un nuevo siglo ejercía su ministerio como párroco de San Diego don Dionisio María Gómez, un hombre entusiasta y gran benefactor, restaura los edificios parroquiales, echa abajo la torre antigua en 1911 y empieza la construcción de la actual. Pero en cuanto al Santuario manda pintar un hermosa imagen de la Virgen de Guadalupe y el 12 de diciembre de 1915 todo el pueblo la lleva solemnemente y la coloca en el altar de su templo. Esa imagen está presente en la celebración de los 400 años de las apariciones.
¡Cómo cambian los tiempos!
Hace unos dos años los clérigos del lugar idearon cambiar esa bendita imagen por razones prácticas de espacio, se pidieron donaciones para dorar el marco, un gasto grande y se cambió la imagen el 12 de diciembre de 2004. Las personas conocedoras de la historia y de su imagen no le vieron razón a esta sustitución. Muchas personas elevaron sus peticiones a sus pastores y por fin, levantando su mano y opinando, los sacerdotes aceptaron restituir la imagen a su lugar original.
Así las cosas, el pueblo logró, que este año la fiesta fuera muy significativa, al tratarse del los 475 años de la apariciones. Lograron rescatar su imagen, lograron que se devolviera a su templo.
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