Tepatitlán en el tiempo

Las curtidurías

Por Juan Flores García

En aquellos tiempos lejanos, cuando nuestra existencia transcurría apaciblemente y todo se hacía con el tiempo que se requería para ejecutar una cosa bien hecha, existieron las curtidurías o tenerías como las llamábamos. En éstas curtieron los cueros de las reses que se llamaba suela para hacer zapatos, los cuales en aquel tiempo se hacían a mano. Hace más de setenta años, el 90% del calzado se hacía para todos los habitantes de nuestro municipio a mano. Había tantos zapateros que se ocupaban en calzar de tan durables zapatos, que por lo menos un año de uso diario aguantaban.

Cariñosamente y a conciencia se elaboraba todo, el material era natural. El trabajo de curtir llevaba tiempo, los señores curtidores una vez terminado el trabajo, lo dividían en partes para venderlo por partes. El centro de la suela o vaqueta que es lo mejor, los largueros o las orillas de la vaqueta, el pescuezo es de inferior calidad. Las "rayas" o sea cuadro de 35x35 centímetros, éstas las vendía don Lucas Martín del Campo en su local del mercado frente al negocio de Ramón Franco donde también vendía huarache que allí mismo se hacía. Fue en esa época de oro en que María Victoria llegó a la cumbre con sus románticas canciones que nos llegaban a los jóvenes que éramos por entonces, cuando don Juan Vásquez y sus hijos: Jesús, Juan Teodoro, Pedro y Elio se encontraban afanados, en aquellas grandes piletas llenas de cueros de curtir y en lo que se pasaban el día.

Era una dura tarea. Por la misma calle de Industria, hoy 16 de septiembre, también trabajaban don José Gómez y sus hijos José y Gregorio "Tepa" Gómez. Don Norberto Gallardo por la calle Mapelo; y don Pedro Martín, don Melquíades Orozco y don Nicolás Martín realizaban ese trabajo.

Como es natural todo se acaba, el tiempo pasa desapercibido, casi ni cuenta se da uno de esto, a través de estas líneas, gira alrededor del ambiente que vivimos el recuerdo de aquellos hechos que conformamos toda una vida. Cerca estamos de finalizar este siglo, positivo nos ha parecido todo lo que nuestros seres queridos iniciaron en el siglo XX en el que los aparatos modernos nos dan el placer de no hacer nada. Porque las máquinas hacen cuanto pedimos. Ya los que somos abuelos no tenemos el placer de acercarnos a nuestros nietos, sentimos en nuestro corazón el deseo de transmitir aquellos cuentos que con el ingenio de nuestros queridos padres y abuelos, disfrutamos con tanta alegría. Así, recordamos un trozo de uno de aquellos cuentos. Se decía que a Tepa alguna vez, llegó un gringo y que buscaba un hotel para dormir una noche, como poquito hablaba el español, solo decía: "Mi querer lugar para dormir una noche", en aquélla época abundaban los mesones pero estaban llenos. A fuerza de batallar, logró encontrar un lugar, en el patio, siendo advertido que el "sereno" le podía hacer daño, a lo que el gringo le contestó: "Mi no tener miedo sereno, yo matarlo". Le dieron su petate, se acuesta y por allá a eso de las 2:00 o 3:00 de la mañana, se acerca un burro y empieza a comerse el petate. Pensando en el "sereno", el gringo en la obscuridad, distingue un bulto saca la pistola y mata al animal. Al trueno, se levantan los arrieros, ven lo que pasó y le cobran el burro y además le pegan diciendo: "Dale más jocoque" sale el gringo con rumbo a Guadalajara. Este cuento no tendría gran chiste, pero al no haber más, sí nos divertía por que así fue Tepa en el Tiempo.

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