Tepatitlán en el Tiempo

Diezmos y primicias

Por Juan Flores García

Diezmo: "Décima parte de los frutos y de los lucros que pagaban los fieles a la Iglesia: fue impuesto oficialmente por el Concilio Cuarto de Letrán".
Primicia: "Fruto primero de cualquier cosa, prestación de frutos y ganados que además del diezmo se daba a la Iglesia".

Ya sabemos, pues, lo que significan esta dos palabras. Nuestros mayores cumplían fielmente con esta aportación a la Iglesia. Ellos nos acostumbraron a cumplir con este precepto. Sencillamente recuerdo que cuando tuvimos el espacio suficiente para tener por lo menos el espacio para seis gallinas o puerquitos, mi abuelo y mi padre, cuando las gallinas anidaban y nacían los pollitos, o criaba la puerca, nos mandaba a pagar a al parroquia la primicia, que recibía don Celso Baltasar el primiciero, el que cobraba las primicias y los diezmos.

Tan legales fueron con este precepto, que estaban al pendiente de cuando naciera el primer pollo o puerco, al que separaban o señalaban para entregarlo como primicia. Yo creo que por esos lejanos tiempos, aunque fueran familias pobres, daban la parte que les correspondía pagar.

Esos diezmos y primicias que se recibían, se utilizaban para el sostenimiento de la Iglesia. Además creo que parte de ellos servían para las necesidades de los menesterosos, que siempre han existido. Para distribuir esa ayuda había damas y caballeros que voluntariamente se encargaban de este quehacer. Los campesinos han sido siempre los que han cumplido mejor con este quehacer y este precepto. De sus ranchos mandaban pagar la parte que les tocaba. Existían por cuenta de la Iglesia, personas que se ocupaban de ir a cobrar el diezmo en animales de carga.

Así por ejemplo, de momento recuerdo a tres señores que hacían estos mandados, y de diferentes rancherías, llegaban don Angel Lupercio, don Reyes Tejeda (al que le faltaba una pierna y usaba una de madera para caminar) y don Rosalío Amezcua. Estas tres personas entregaban las cargas de maíz y seguramente de otras semillas al diezmero. Sabíamos que estos productos se vendían a la gente a precio más bajo.

En su tiempo apareció en vida parroquial, nuestro querido medio de información parroquial, el pedimento de cumplir con esta obligación como católicos.

Nos entregaron un sobre para que en éste depositáramos nuestra aportación que Dios me perdone por juzgar que es más el gasto de papel de esos sobres que lo que recoge. Quizá como bondadosamente nos dicen que. "El que no venga preparado para dar lo haga después". Créanme amables lectores que después ya no tenemos tiempo, quién sabe entonces qué porcentaje de los habitantes hagamos efectivo el pago del diezmo. No es por demás, aunque no me corresponda recomendarles, que los que no lo hayamos dado, lo hagamos, al cabo que más gastamos en lo que nos gusta. Así decía un señor campesino amigo de la familia, que se llamaba don Justo y que vaya que le venía muy bien ese nombre, porque Justo fue en cumplir sus obligaciones de católico, por eso decimos que así fue Tepa en el Tiempo.

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