Padre Miguel Angel

¡Muchas felicidades papás!

Por el padre Miguel Ángel

Hace poco más de un mes andábamos con mucho entusiasmo llevando a nuestras queridas mamás su regalo por el "Día de las madres".
Hoy toca su turno a nuestros muy queridos papás.
Cierto día suena el teléfono y un chiquillo contesta:
-¿Con quién quiere hablar?
Y una voz amorosa le dice:
-Con la sombra bienhechora, sostén y guía de la familia, que, con voluntad tenaz da todo a sus seres queridos. Con esa persona especial que, como Dios, es el pastor de su rebaño y procura diariamente la alimentación, el vestido y el sustento con sacrificio constante y silencioso...
Con quien merece todo el cariño, respeto y reconocimiento.
El chiquillo responde:
-Sí, permítame llamar a esa persona que no puede ser otro que: ¡MI PAPA!
Un hijo le decía a su papá:
Papá
¡Tus golpes no sólo hieren mi cuerpo, golpean mi corazón!...
Me hacen duro y rebelde, terco, torpe y agresivo.
Tus golpes me hacen sentir miserable, pequeño e indigno de ti... mi héroe.
Tus golpes me llenan de amargura, bloquean mi capacidad de amar, acrecientan mis temores y nace y crece en mí el odio.
Papi, tus golpes me alejan de ti, me enseñan a mentir, cortan mi iniciativa y mi creatividad, mi alegría y espontaneidad.
No me des golpes más...
Soy débil e indefenso ante tu fuerza; tus golpes enlutan mi camino, y sobre todo, endurecen mi alma.
La fuerza de tu razón es superior a la fuerza de tus golpes; si no te entiendo hoy, ¡pronto lo haré! Si eres justo e insistes, explícamelo...
Más poderoso que tus golpes, más efectivos y grandiosos son tu afecto, tus caricias, tus palabras.
Papi, tu grandeza no está en el poder de tu fuerza física.
Tú, mi héroe, eres mucho más cuando no necesitas de ella para guiarme.
Dichosos los papás.
Comprensivos, porque ellos tendrán la amistad de sus hijos.
Cariñosos, porque serán amados por sus hijos.
Honestos, porque tendrán la verdad de sus hijos.
Que dan buen ejemplo, porque los imitarán con alegría.
Que se entienden, porque sus hijos los entenderán.
Justos, porque no serán juzgados por sus hijos.
Que acompañan a sus hijos, porque no se sentirán solos.
Que apoyan a sus hijos, porque éstos serán su apoyo.
Que siembran armonía, porque cosecharán felicidad.
Que escuchan a sus hijos, porque siempre serán atendidos.
Que consuelan a sus hijos, porque nunca les faltará consuelo.
Que velan a sus hijos, porque podrán cada noche dormir tranquilos.
Oración de un papá.
Ayúdame Señor a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme, y a responderles todas sus preguntas con amabilidad. Evítame que los interrumpa, que les dispute, o contradiga. Hazme cortés con ellos, para que ellos sean conmigo de igual manera.
Dame el valor de confesar mis errores, y pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta. Impídeme que lastime los sentimientos de mis hijos.
Prohíbeme que me ría de sus errores, o que recurra a la afrenta y a la mofa como castigo. No me permitas que induzca a mis hijos a mentir y robar.
Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad.
Modera, te ruego, la maldad en mi. Evítame que los incomode, y cuando esté malhumorado; ayúdame, Dios mío a callarme. Hazme ciego ante los pequeños errores de mis hijos, y auxíliame a ver las cosas buenas que ellos hacen.
Ayúdame a tratar a mis hijos como niños de su edad, y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos.
Facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones. Oponte a que los castigue, para satisfacer mi egoísmo. Socórreme, para concederles todos los deseos que sean razonables, y apóyame, para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño.
Hazme justo y ecuánime, considerado y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientan hacia mí, estimación.
Hazme digno, Señor, de que sea amado por mis hijos.

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