Tepatitlán en el Tiempo

El mes de junio

Por Juan Flores García

Junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús. Este mes, en Tepa tenía un sabor muy especial. La celebración que con tanto fervor se llevaba a cabo, hacía sentir el amor tan profundo al Sagrado Corazón de Jesús, que aún a los niños esas fiestas nos hacía vibrar de alegría, al oír tronar los cohetes y el repicar de las campanas, teníamos todo el tiempo disponible para escuchar. La piedad se sentía, se gozaba. La Banda de Música Municipal tocaba en el atrio de la Parroquia. ¡Tenemos aquellos, cuando nuestro Tepa no estaba contaminado de ruido ni de smog! Disipada tranquilidad que se gozaba al ver pasar por las calles a aquellos señores arreando sus atajos de burros, cargando ladrillo o costales de maíz o a aquellos otros, llevando agua en cántaros. Hermoso era ver aquellos adornos que se colocaban con grandísimos hilos de papel de china, de colores rojo y blanco, que se ponían desde la cruz hasta abajo del barandal. Disfrutábamos ver a los artesanos dedicados a su oficio. El día del Sagrado Corazón de Jesús, al ir en peregrinación cuando les tocaba el día, veíamos a los sastres, presididos por don Marcelino Venegas; a los zapateros, por don Rosendo Estrada; a los albañiles por don Martín Pozos; a los tablajeros, por don Jesusito González; a los comerciantes por don José Cortés; a los repartidores de agua, por don Salomé Limón, y así sucesivamente.
Era frecuente verlos llevar la vela de cera, que según el gremio a que le tocaba, mandaba a hacer o compraba, en la mesa que se ponía a la entrada de la Parroquia. Aquella cera que trabajaba don Jesús Franco. Esta cera que costaba a cuatro pesos el kilo. Todos trataban de superar su donativo en cera y esto lo lograban los tablajeros. Así, ordenadamente, entraba la peregrinación a manifestar su amor y agradecer al Sagrado Corazón de Jesús.
Mención especial en este relato, al muy conocido y famoso “hombre araña”, que fue el “rellena” (no recuerdo su nombre), así como “cheto”, comerciantes los dos, vendían desde fierro viejo hasta fruta. Al “rellena” se le decía así por vender ese alimento. A este señor también se le decía el “hombre araña” u “hombre mosca”, porque se subía desde el piso hasta la cruz, por la torre de la Parroquia. Escalaba sin nada, sólo con manos y pies, hasta llegar a esa altura. Todos los años en junio lo hacía, independientemente de otros días que él quería. En una ocasión, vino de Guadalajara un “hombre araña” a llevar a cabo tan prodigiosa hazaña (salió verso); cuando el iba a media torre, el “rellena” ya estaba en la cima. ¡Pobre hombre!, el “rellena” lo puso en ridículo.
Así con la nostalgia del mes de junio de aquellos años, imagino aquellas nutridas peregrinaciones que cada día participaban para manifestar el agradecimiento de toda aquella generación de personas. Muy diferente se siente en la actualidad este mes de junio, ya no hay agremiados, ya no hay más que las peregrinaciones de colegios, rancherías, barrios y asociaciones católicas que cubren la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, en este mes de junio ya no hay aquel “hombre mosca”, el famoso “rellena”, que nos tenía con la boca abierta, viendo cómo subía paso a paso, lentamente, con aquella maestría que lo hizo famoso y que daba más colorido a esa fiesta que se celebraba en el mes de junio, por eso decimos que: así fue Tepa en el tiempo.

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