Sumario: Ambulantes


Ambulantes

En otros países del mundo no sé, pero en este en que nos tocó vivir, la mitad de los mexicanos le quiere vender algo a la otra mitad. Y lo que es peor, de eso pretenden vivir, el comercio es aquí la actividad favorita para ganarse la vida y hay por lo tanto millones de comerciantes de todo tipo: Formales e informales; fijos, semifijos y ambulantes; organizados y desorganizados; agrupados y en solitario; en las modernas plazas comerciales donde hay grandes tiendas de autoservicio y elegantes locales y en tienditas de abarrotes o de lo que sea en la esquina y hasta en la puerta de su casa; en locales de los que se paga renta, luz, agua, teléfono e impuestos, o en tenderetes al aire libre que improvisan con madera, fierros y plástico en las banquetas o el arroyo de las calles, en los parques y jardines, donde sea; o simplemente caminando y vendiendo de casa en casa o en la oficina, en la fábrica, al vecino, al compañero de trabajo, a la amiga, al amigo, al conocido, a todo aquel que se le pueda vender algo se le vende. Al contado o en abonos: ropa, zapatos, cobijas, sábanas, perfumes, joyas, artesanías, adornos, aparatos domésticos, periódicos, verduras, marihuana, cocaína y demás yerbas, chucherías, baratijas y por supuesto comida, tamales, tortas, dulces... Lo que sea, lo que importa es vender.
Cuando se cierra una fuente de trabajo productivo o por alguna razón despiden y liquidan las empresas a un empleado, lo primero que piensa éste para sobrevivir es en ponerse e vender algo. Si lo piensa bien, invierte toda su liquidación en montar un local en forma y en comprar mercancía para iniciar su negocio, y si no, se chupa -se bebe- la mitad o más festejando que recibió una lana y del resto compra lo que sea y comienza a venderlo en la calle, aumentando así el grave problema del comercio informal y el ambulantaje en las ciudades, y sobreviviendo muy apenas con la escasa ganancia de sus ventas.
Es parte de la idiosincracia (de la indiosincracia diría un racista), de la manera de ser de los mexicanos. Por eso el problema del comercio ambulante o informal que tanto daño le causa a la economía del país, no tiene más solución que la de impedirlo enérgicamente por parte de la autoridad.
Con quienes venden en forma privada, de particular a particular, al amigo, al vecino, al compañero de trabajo, es decir, en forma realmente ambulatoria, no hay problema, no estorban, no ensucian, no contaminan, no dan mal aspecto, no impiden el libre tránsito de las demás personas; el problema es con los que se instalan en las banquetas, en el arroyo de la calle, en el callejón, en el parque y donde sea, esos son el verdadero problema...
Pero no se instalarían si las autoridades y la corrupción de éstas no se los permitieran. En la ciudad de Xalapa, por ejemplo, casi no hay vendedores ambulantes o semifijos, hay una especie de tianguis donde venden cualquier cantidad de chucherías pero están confinados a determinados lugares y no se les permite instalarse donde se les pegue la gana, sino en forma organizada y donde no estorben, ya sea en un callejón, alrededor de los lagos, en alguna explanada o parque con motivo de alguna feria, hasta en los bajos del palacio de gobierno pero no todos los días, hay orden y la capital veracruzana no tiene mayor problema en este sentido.
Pero hay otros lugares como el Puerto de Veracruz, donde al parecer, o no hay autoridad o la misma es corrupta y permite que prolifere el ambulantaje por todos los rumbos. De cuando en vez surge algún alcalde que se preocupa por la imagen de su ciudad y trata de ponerle freno a esto, consigue algún terreno baldío o les construye pequeños locales y reubica a los comerciantes del malecón o a los que estaban invadiendo las banquetas, y al mismo tiempo utiliza la fuerza pública para evitar que se instalen otros en los lugares despejados. Pero luego llega otro al que lo único que le interesa es la lana y se empiezan a instalar de nuevo los comerciantes callejeros, le pasan una feria al inspector, éste le da una parte al director, el director al presidente municipal y así todos salen ganando, menos la ciudadanía y los visitantes que no pueden ni caminar libremente por los espacios destinados para hacerlo.
Y si los dejan llegan a cerrar calles completas. Lo recuerdo de otra ciudad veracruzana en el sur, Acayucan, donde hace más de 20 años no había circulación por toda la calle Hidalgo, una de las dos principales de la ciudad, por la cual los carros sólo podían llegar hasta la de Enríquez -a dos cuadras del palacio municipal- donde tenían que doblar hacia la derecha porque la siguiente cuadra estaba totalmente invadida por los puestos de comerciantes que vendían especialmente verduras, el "mercadito campesino" le llamaban y lidereaba a las verduleras y verduleros (aunque vendían ropa también) un poblano apodado "el calcetín", revoltoso como él solo.
La solución: Construir un nuevo mercado que se llama ahora "Vicente Obregón" (por el presidente municipal que fue asesinado) y reubicar ahí a todos los vendedores del "mercadito campesino" (así han surgido casi todos los mercados, entre otros el Hidalgo, del Puerto de Veracruz); con lo cual esa cuadra de la calle Hidalgo quedó despejada y se modificó la vialidad del primer cuadro de la ciudad.
Peeero... pero llegaron autoridades ineptas o corruptas -o ambas cosas-, y con los testaferros primero y las hijas después del cacique Cirilo Vázquez Lagunes (que Dios lo tenga de donde no se venga) en el gobierno, esa cuadra de la calle Hidalgo ya se está llenando otra vez de verduleras, ya no se puede caminar por la banqueta y empiezan a invadir ya el arroyo de la calle, si las dejan la van a obstruir totalmente otra vez y volverá a quedar cerrada al tránsito de vehículos. Y otro tanto pasa en la calle Victoria, la otra de las dos principales de Acayucan, donde toda la acera está invadida por vendedores de discos, películas, ropa, calzado, etc. Es una de estorbos, ruido y porquería que no tiene madre...
Presumo siempre en el sureste a la bella ciudad Tepatitlán de Morelos, Jalisco: Cero comercio ambulante, cero ruido de vendedores de discos, cero basura, cero estorbos, hay orden y limpieza, está todo despejado, es un placer caminar por el centro de la ciudad. Y presumo además la ciudad de Xalapa donde vivo, hay orden también, hay control, hay respeto al peatón, hay autoridad.
Sí se puede... Por eso me sorprende gratamente la medida que acordó Marcelo Ebrard para el centro histórico de la Ciudad de México, donde ayer por la noche debió quedar completamente despejado el primer perímetro, el A, de vendedores ambulantes. No va a ser fácil, pero ya desde el miércoles había 400 policías cuidando que no regresaran los que ya se habían ido, y 1,200 efectivos más esperando para entrar en acción ayer si se ponían carrascalosos, que era lo más probable.
Me desconcierta el jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Por un lado expropia arbitrariamente algunos predios que eran guaridas de malvivientes y vendedores de contrabando y de drogas, afectando así a los legítimos propietarios de los mismos; y por el otro se faja los pantalones y limpia de vendedores ambulantes el Centro Histórico. Y todo esto al tiempo que organiza fiestas multitudinarias de XV Años en el Zócalo, les construye una playa a los chilangos y les instala una pista de patinaje sobre hielo para que se diviertan en diciembre. Populista pero enérgico, arbitrario y congruente, no lo entiendo... Pero esta medida se le aplaude.

Publicar un comentario

0 Comentarios