Tepatitlán en el Tiempo

El 12 de diciembre

Por Juan Flores García

Todavía con el grato sabor en los labios, por el recuerdo de aquellos tiempos, como la fiesta del 12 de diciembre. De haber tenido entonces el avance maravilloso de la fotografía a colores, hoy tendríamos el placer de admirar esas imágenes tan llenas de colorido. Era costumbre muy arraigada en nuestro querido Tepa, la celebración de El santo de Nuestra Señora de Guadalupe, motivo por el cual, con amor entusiasmo y fervor, asistíamos a su Santuario desde el primer día del novenario. Todas las familias concurríamos para rezar el Santo Rosario, luego escuchar aquellas bellas pláticas alusivas a las apariciones de Nuestra Santa Madre, Reina de los Mexicanos, de labios de aquellos venerables sacerdotes dotados de gran elocuencia, que desde el púlpito con voz fuerte y sonora (ya que no había micrófonos), y a la luz hermosa que despedían las velas colocadas en el altar, nos invitaban piadosamente a alabarla.

La fiesta en la calle estaba en su apogeo. Desde el primer día, a lo largo de la calle Tepeyac, se instalaban vendimias rústicas, sencillas, como correspondía a esos tiempos. La escueta luz eléctrica no bastaba. Se alumbraba con aparatos de hojalata que consumían petróleo; con base y tubo de unos cuarenta centímetros y depósito con cupo para aproximadamente un litro de combustible. Se les llamaba cacahuateros, porque justamente en gran parte en eso consistía la mercancía expuesta en las vendimias puestas en montones. Se vendía por medidas, éstas eran: de almud, medio almud y cuarto almud, que equivalían, creo yo, a un kilo, medio y cuarto, apilados en una caja chica hecha de madera. Había luego cañas, aquellas deliciosas que se cultivaban en el terreno de Don Vicente Navarro en la Alameda, donde se construyó otra sección del Seguro Social. Con dos centavos se compraba una, con diez centavos un almud de cacahuates.

¡Qué días aquellos! Luego en la víspera del día 12, toda la noche no se dormía. Había danza, tocaba la banda, se quemaba castillo, el cual hacía José El Guacamayo, como se le conoció. Para el día 12 ya estaban colocados los hilos, hechos de papel de china; el entusiasmo que poníamos para hacerlos y colgarlos era mayúsculo. Terminando la fiesta, el día 13, todos los chamacos nos levantábamos temprano para barrer la calle, ya que siempre encontrábamos algunas monedas, buenos ayeres y buenas añoranzas, y por eso decimos que así fue Tepa en el tiempo.

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