"El Gordo" le dicen

+ Don Pablo Dillón, una vida de trabajo

+ ¡Pero qué ricos están sus camarones!

+ ¿Y por qué "Parque de los Conejos"?

Por Flavia Bustamante

Un día de estos andaba yo por el Parque de los Maestros y mientras esperaba sentada en un banco a que pasaran por mí, observé un carro donde vendían mariscos. Allí sentado estaba un señor que parecía ser el dueño y dos ayudantes que no descansaban, porque durante todo ese tiempo había tres personas como mínimo que estaban comiendo.

Curiosa me acerqué para conocerlo, porque me daba la impresión de que llevaba muchos años trabajando en esta esquina. Le pregunté su nombre y él respondió orgullosamente: “Pablo Dillón Plascencia”. ¿Hace mucho que trabaja usted aquí? -le dije. “¡Uf, muchos años!”.

En ese momento justo llegaron por mí pero le prometí al señor Pablo que volvería otro día para charlar más tranquilos. “Con todo gusto -respondió- y venga también a comerse unos camarones, yo invito”.

Así fue como decidí volver a la plaza y saber más de él y de su trabajo. Esta es una breve historia que quiero compartir con ustedes.

Antes que nada debo decir que don Pablo cumple sus promesas. Para poder conversar más cómodamente me invitó una gaseosa (refresco) y mi primer cóctel de camarones desde que estoy en México. Tal vez sea el mejor de Tepa.

“El Gordo” es su apodo oficial, todos lo conocen así ¿y cómo no hacerlo si resulta que hace 30 años que está en esa misma esquina todas las mañanas desde las 8:30 hasta la 1 de la tarde?

Él es muy querido por la gente que concurre todos los días a comer unos camarones con tostadas o un ceviche y tomarse un refresquito o una cerveza.

El gordo tiene clientes de toda la vida; más que clientes ya son amigos. La mayoría es gente que durante muchos años vienen a diario por sus bocadillos. Entre algunos de los personajes más conocidos que alguna vez pararon en su puesto recordó a dos presidentes: Ramón González y Rodolfo Camarena.

Antes de instalarse donde ahora es el Parque de los Maestros trabajó cinco años como ambulante vendiendo tamales y elotes. Cuando llegó a ese lugar se dedicó a los mariscos.

En ese entonces, 30 años atrás, las calles estaban empedradas, tampoco estaba el parque, en su lugar había pura tierra, y donde está la canchita de fútbol había un alambrado donde un señor criaba conejos, y cuando ya estaban grandes y gordos los vendía. Ahí me enteré de por qué también es conocido ese lugar como “El Parque de los Conejos”.

Un cariño muy especial siente por su motocarro, una vieja Islo que ya tiene 75 años y aún lo acompaña en su labor; antes con los tamales y ahora con los mariscos.

El Gordo no está solo, lo ayudan su yerno Sergio Serrano Martínez y Salvador Villaseñor Contreras “Chavita”; y los domingos lo hacen sus hijas.

Con su esfuerzo y trabajo sacó adelante a sus 12 hijos. Hace un año que enviudó. Sus muchachos lo ayudan con el quehacer por las mañanas, sólo por falta de tiempo porque de flojos no tiene nada.

Calculo que se carga unos 70 años de edad, no sé por qué no me animé a preguntarle, pero increíblemente a su edad, luego de estar por las mañanas en su carro vuelve a su casa, duerme una siestita y marcha con rumbo al rancho de sus yernos donde cuida sus árboles de aguacate y limoneros, incluso siembra maíz. Así todos los días hasta las 8 ó 9 de la noche cuando regresa a descansar.

Le pregunté si el trabajo era su vida; “el trabajo es mi vida, las mujeres ya no porque estoy viejito” -dijo riéndose.

Tepa tiene tantas pequeñas historias de grandes personas, que espero ir descubriéndolas con el tiempo y no perderme de vivir momentos tan gratos con ellas.

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2 Comentarios

  1. Estos relatos son una delicia, ojala nunca deje de escribir.
    Felicidades y que Viva Mexico y que Viva Argentina!

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  2. Estos relatos son una delicia, ojala nunca deje de escribir.
    Felicidades y que Viva Mexico y que Viva Argentina!

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