Cien metros planos

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Hace algunos años, en los paraolímpicos de Seattle, nueve concursantes, todo con alguna discapacidad física o mental, se reunieron en la línea de salida para correr los 100 metros planos.

Al sonido del disparo todos salieron, no exactamente como bólidos, pero con gran entusiasmo de participar en la carrera, llegar a la meta y ganar.

Todos, es decir, menos uno, que tropezó en el asfalto, dio dos maromas y empezó a llorar.

Los otros ocho oyeron al niño llorar, disminuyeron la velocidad y voltearon hacia atrás. Todos dieron la vuelta y regresaron,…todos.

Una niña con síndrome de Down se agachó, le dio un beso en la herida y le dijo: “Eso te lo va a curar”.

Entonces, los nueve se agarraron de las manos y juntos caminaron hasta la meta. Todos en el Estadio se pusieron de pie, las porras y aplausos duraron varios minutos.

La gente que estuvo presente aún cuenta la historia.

¿Por qué? Porque dentro de nosotros sabemos una cosa: Lo importante en esta vida va más allá de ganar nosotros mismos.

Lo importante en esta vida es ayudar a ganar a otros, aún cuando esto signifique tener que disminuir la velocidad o cambiar el rumbo.

Nuestra diócesis de San Juan de los Lagos esta celebrando el “Año de la comunión” y este relato nos ayudará a comprender qué importante es fomentar entre todos ese empeño por vivir siempre unidos, ayudándonos, limando asperezas y perdonándonos.

Debe haber comunión entre marido y mujer, entre hermanos y hermanas en cada una de las familias, agrupaciones, pueblos y ciudades para la gloria de Dios nuestro Señor.

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