Por Flavia Bustamante
En septiembre del año pasado cuando mi esposo viajó a Argentina, me llevó de regalo una bandera mexicana; ahí me contó que en ese momento en México estaba por llegar el Día de la Independencia y cómo vivía Tepatitlán las vísperas.
Esta vez me toca estar en persona créanme que se vive de una forma muy distinta a cómo lo vivimos allá en mi país.
Ya desde unos días vengo escuchando por las mañanas una banda de guerra ensayando, no reconozco lo que interpretan pero de seguro que es para lucirse en esta fiesta.
Aún así el clima festivo estaba bastante tibio pero me encantó ver cómo poco a poco se fueron instalando puestos de ventas de banderas, sombreros, muñequitos vestidos de charro, cornetas, rebozos y hasta bigotes postizos ¡Eso sí que fue una sorpresa!
Ya más próximos al 16 de septiembre, los comercios se vistieron de verde, blanco y rojo. Esa es la ventaja de tener colores tan lindos en la bandera nacional, todo se ve muy alegre. El palacio municipal con su paño tricolor y la plaza con guirnaldas; y los infaltables niños haciendo sonar las cornetas completan la escena.
No sé cómo lo viva o qué espera la gente para este día en particular; yo espero con ansias los desfiles charros y las agrupaciones de mariachis, otros tal vez esperen ese día para festejar con amigos echándose unos tequilitas sin el cargo de conciencia al saber que al día siguiente es feriado.
Por lo pronto iré comprando mi sombrero para ir a la plaza principal a dar el grito el lunes por la noche, al fin y al cabo aunque no sea mexicana, la independencia es un buen motivo de festejo.
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