¿Y tú, ya estás preparado?

Por el padre Miguel Ángel

Cuentan que poco antes de morir Alejandro Magno convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:

1-Que su ataúd fuese transportado por los médicos de la época.
2-Que fueran esparcidos por el camino hasta su tumba los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas…) y…
3-Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.

Uno de sus generales, admirado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro explicó:

1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.

¿Qué es morir? Es separarse el alma del cuerpo. Han vivido siempre juntos, y es necesario separarse. El cuerpo, cada día lo vemos, es llevado al cementerio, en donde se deshace y se pudre. Pero el alma, ¿a dónde va? Esta alma que tengo, que me hace conocer, recordar, querer, ¿dónde va? Ella no va al cementerio, sino que en el mismo instante en que se separa del cuerpo, se presenta ante el tribunal de Dios, el cual le pide cuenta de todo lo que ha pensado, dicho y hecho en toda su vida. Si ahora mismo tuvieras que presentarte delante de Dios, ¿estaría tranquila tu conciencia? Piénsalo bien.

¡Qué terrible ha de ser presentarse delante de Dios en pecado mortal y oír la sentencia de condenación eterna! Ya no se puede volver atrás; el mundo ha pasado para siempre y la sentencia de Dios se cumplirá, sin que valgan súplicas ni excusas de ninguna clase. ¡Qué dulce y delicioso debe ser presentar el alma en gracia de Dios, es decir, sin pecado mortal alguno! ¡Qué alegría al ver que se le abren las puertas del Cielo, y que allí vivirá eternamente! Piénsalo bien.

¿Qué prefieres? ¿Qué desearías haber hecho en la hora de tu muerte? Hazlo ahora, porque después quizá sea ya tarde. Forma el propósito de portarte bien, de cumplir los mandamientos de la Ley de Dios, de huir del pecado y de frecuentar devotamente los santos Sacramentos. No te dejes engañar de las vanidades del mundo, que a tantos condenan y que pronto han de acabar; trabaja por salvar tu alma, que no morirá nunca. Mira cómo te has portado hasta ahora; y si ves que no vas por el camino del Cielo, procura enmendarte y cambiar de vida. Piénsalo bien.

El Día de Muertos es evidentemente una tradición mexicana, pero las tradiciones no surgen nada más porque sí. Nació como una forma de recordar a aquellos seres queridos que ya no están con nosotros, pero que compartieron sus vidas con las personas que les rodearon. Así el Día de Muertos es una conmemoración para la Vida. Sí, de aquello que hicieron cuando todavía podían hacer algo, de cómo aprovecharon el tiempo que se les dio en este mundo, de cómo realizaron aquello que sólo ellos podían haber hecho… o de lo que dejaron sin hacer por toda la eternidad… ¡la vida en plenitud!

El Día de Muertos nada tiene que ver con la “Santa Muerte”, aquella tan “adorada” que no venerada falsa santa. Nada tiene que ver tampoco, con monstruos o calacas terroríficas; y mucho menos con aquella tradición celta del Halloween. Al contrario, es precisamente la antítesis de todo esto. ¡Hay que estar preparados!

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1 Comentarios

  1. Doy gracias a SANTA CLARA DE ASIS por unos favores recibidos ATTE; G,A,M,L, Y FAMILIA

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