¿Amor y paz?



"Noche de amor, noche de paz..." dice la letra de uno de los villancicos navideños que se cantan en esta temporada. Pero la noche del sábado 20 al domingo 21 de diciembre no tuvo nada de amor ni de paz en el estado de Guerrero, sino que estuvo llena del odio más feroz e irracional, y de la guerra más cruel de la delincuencia organizada contra la autoridad que los combate. "Fue un grave error de los delincuentes”, dijo el comandante de la novena Región Militar, Enrique Alonso Garrido Abreu, “una ofensa a las instituciones en su conjunto y especialmente a quienes vestimos el uniforme castrense”,

Y sí, a mí también me parece que el haber decapitado a ocho soldados del Ejército (siete esa noche y al otro días antes) fue un grave error de los narcotraficantes, porque esto exacerbará el ánimo de los militares y ahora el combate será diferente, habrá menos detenidos y más muertos del lado del crimen organizado, que es lo que la mayoría de los mexicanos (que nos ganamos la vida trabajando como burros) deseamos.

Exacerbar es irritar, causar muy grave enfado o enojo; agravar o avivar una enfermedad, una pasión, una molestia; y esto justamente es lo que provocará (provocó ya) en el ánimo de los militares el haber decapitado en Guerrero a ocho soldados. Porque no es lo mismo matar y morir en un enfrentamiento a balazos, en igualdad de fuerzas y circunstancias (o aún en diferentes), que sorprender a un soldado que se dedica a la jardinería, secuestrarlo, torturarlo y finalmente arrancarle la cabeza y dejar ésta tirada en un lugar y su cuerpo en otro, no es lo mismo...

El general Garrido Abreu advirtió que “todo el poder del instituto armado habrá de coadyuvar con las instituciones de procuración de justicia, para hacer que los autores materiales e intelectuales de estos crímenes reciban el castigo que se merecen”. Pero esto es un decir, los altos mandos militares tratarán de mantener la legalidad institucional y de seguir capturando a los narcotraficantes, pero de los mandos medios para abajo será diferente, a la hora de un enfrentamiento los soldados recordarán a sus compañeros decapitados y habrá más muertos que presos.

Agregó el comandante militar que “no habrá la más mínima consideración ni concesión, mucho menos descanso, hasta no ver en el lugar que corresponde a esos delincuentes”. Fue ésta, dijo, “una de las manifestaciones más crueles que puede provenir de un ser humano, de individuos carentes del mayor germen de remordimiento”.

El Ejército peina por tierra y aire zonas urbanas y rurales de Chilpancingo y otros cinco municipios de Guerrero en busca de los asesinos de los ocho militares decapitados, al tiempo que surgieron (¡por supuesto!) denuncias por violación a los derechos humanos. Ya se imaginará usted la forma en que llegan los soldados a catear los domicilios en busca de pistas, sin ninguna orden de cateo y con la mayor violencia, sin miramientos y sin ningún respeto a los moradores de cada vivienda, los derechos humanos ¡al carajo!, quienes decapitaron a los soldados no son humanos y no tienen derechos, y lo peor es que todas aquellas personas que sean sospechosas de colaborar con ellos, tampoco, para los militares, por supuesto.? Mientras se realizaba el homenaje a los soldados caídos se registró una intensa movilización de tropas en Chilpancingo, donde se instalaron retenes a la entrada y salida de la ciudad, a la vez que helicópteros y una avioneta militar realizaban constantes sobre vuelos en la ciudad. "Para reforza
r la búsqueda -decía la nota- habrían arribado a Chilpancingo 300 integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes). Un número no determinado de efectivos del Ejército y de integrantes del Operativo Conjunto Guerrero efectuaron cateos en por lo menos otros cinco municipios de las regiones del Centro y Tierra Caliente, considerados centros operativos de pistoleros al servicio de narcotráfico. Trascendió que los soldados que habían salido de vacaciones decembrinas fueron llamados de nuevo a sus cuarteles".

"Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a diez. Hijos de su puta madre. Atentamente: Ya saben quién", decía un mensaje hallado junto a las cabezas de los soldados asesinados". Les faltó asesinar a 22 soldados entonces, porque el Ejército había dado muerte a tres narcotraficantes en un enfrentamiento ocurrido en días anteriores. La pregunta es ¿a cuántos delincuentes van a matar los soldados por cada uno de sus compañeros decapitados?

El homicidio múltiple es considerado la respuesta de un grupo del crimen organizado por la muerte, el viernes, de tres de sus miembros en un enfrentamiento armado con soldados en Teloloapan (Guerrero), publicó el lunes el diario La Jornada citando fuentes de la Secretaría de Seguridad Pública. "El ataque es una venganza enfermiza y ruin", dijo el comandante Garrido Abreu.

Los principales cárteles que operan en aquella zona son el del Golfo y el de Sinaloa (que encabeza el prófugo Joaquín El Chapo Guzmán), dos de los más poderosos del país. "Estos dos cárteles son los responsables más probables, pero no importa cuál haya sido, estoy seguro de que van a llegar a niveles mayores de violencia, con actos cada vez más creativos", dijo Edgardo Buscaglia, asesor de las fuerzas de operaciones de paz y profesor visitante del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

Según Buscaglia, este impactante suceso no supondrá ningún punto de inflexión en la lucha entre los narcotraficantes y las fuerzas de seguridad. Según yo sí, ahora van a saber lo que es amar a Dios en tierra ajena. "Vienen matando militares desde hace mucho tiempo, han tirado granadas contra la población (...) Es la tendencia normal de incremento de violencia que sucede cuando el Estado no desmantela las estructuras financieras de las organizaciones criminales y sólo se dedica a perseguir físicamente a sus miembros", consideró el experto.

“Se trata -dijo por su parte el presidente Felipe Calderón- de verdaderos traidores, que con tal de ampliar sus intereses son capaces de realizar cualquier barbarie y atentar no sólo contra el tejido social, sino contra los más altos valores de los mexicanos, la vida, la seguridad y la libertad. Generaciones de todos los tiempos recordarán siempre con desprecio a estos criminales que siembran la violencia a fin de saciar sus mezquinos intereses”, añadió.

Agregó el Presidente de la República que los cárteles, a los que tildó de cobardes, han rehuido un choque directo con las fuerzas armadas. “Las organizaciones criminales, presas de la desesperación derivada de los golpes contundentes que a su organización, estructura y financiamiento han inflingido las Fuerzas Armadas y federales, han recurrido a todo tipo de cobardías sin atreverse a hacerle frente al Ejército mexicano”.

Pues sí, el Ejército sólo hace su trabajo, cumple las órdenes de sus comandantes, pero no asesina; pelea, combate, se enfrenta, y si en el enfrentamiento cae alguno de los delincuentes (como caen también soldados y policías) es diferente, no va a matarlos, va a detenerlos para ponerlos a disposición de la justicia, para que sean juzgados conforme a la ley. Hay una gran diferencia entre esto y secuestrar a soldados (no en combate), torturarlos y finalmente decapitarlos.

¿Cómo pedirles ahora a los soldados que tengan consideración, que respeten los derechos humanos de los sospechosos de ocultar a los narcotraficantes o de colaborar con éstos? Fue un grave error, esto desencadenará una violación masiva de los derechos humanos. La Comisión Estatal (en Guerrero) recibió ya la denuncia de allanamiento presentada por un comerciante de Chilpancingo, cuyo negocio fue cateado por el Ejército sin orden oficial. El presidente del organismo, Juan Alarcón Hernández, llamó a los mandos militares a evitar que durante los cateos se violenten los derechos humanos. Ajá... está fácil. Entendemos a Alarcón, “nos preocupa como guerrerenses -dijo- que ocurran estas cosas, esperamos que no se repitan estos hechos, más aún porque se acerca la Nochenuena”. Pues sí pero...

Y esto apenas comienza. Los soldados estarán sedientos de sangre, y los entendemos también, como entendemos al ombudsman de Guerrero, Juan Alarcón. Todos desearíamos que no se violaran los derechos humanos, pero esto será inevitable. Y pondrán el grito en el cielo todas las organizaciones que se dedican a velar por ellos, nacionales e internacionales, pero fue tan grave el error que cometieron los delincuentes, que difícilmente se podrá parar la cacería, encarnizada, contra el crimen organizado y los abusos que los militares considerarán naturales y necesarios.

Y bueno... lo único bueno de todo esto será que cada vez que ocurra un enfrentamiento a balazos entre miltares y los sicarios del narcotráfico, habrá menos detenidos y más muertos, que esperamos sean, la mayoría, del lado de los delincuentes, así se evitará el Estado los gastos del juicio y de tenerlos y mantenerlos en la prisión. Y así sí van a disminuir... ¿Que estoy diciendo una barbaridad? Tal vez...

Si tal cosa es posible, estimado lector, lectora, que pase usted una Navidad lo mejor posible, o lo menos peor. Conviva usted con su familia y disfrútela hoy que aún puede hacerlo, porque mañana o el próximo año la cosa se puede poner aun peor.

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