¿Bienvenido paisano?




Miguel es un veracruzano de unos treinta y tantos años de edad y como muchos mexicanos, él desde hace un tiempo fue a trabajar a Estados Unidos para tener un poco más de dinero. Y como todos los mexicanos que trabajan allá, este fin de año quiso regresar a su tierra para pasar unos días en compañía de su familia a la que seguramente debe extrañar mucho.

No es de esos paisanos que regresan a bordo de una Escalade o Navigator de todo lujo para aparentar que le va muy bien en el norte; tampoco se vino en avión porque quiso ahorrar todo lo que pudo para gastarlo en México. Se vino en camión foráneo desde Carolina del Sur.

Y ándale que ya llevaba una semana viajando desde allá y todavía no podía llegar a su tierra, que es Cosamaloapan, Veracruz. Y para su mala suerte y la de muchos más que tenemos que viajar en camión del norte y occidente del país hacia el sur y oriente, le tocó pasar por ese cuello de botella que es la Ciudad de México y que es un paso inevitable para todo el que desee viajar de un extremo al otro de la nación.

Llegó a la central del norte en el DF y las taquillas estaban de repletas de personas que querían salir a algún destino vacacional. Cuando por fin Miguel logró ser atendido por personal de la única línea de cómo veinte que operan en esa terminal que podía llevarlo a su lugar de origen, se encontró con que ya no había autobuses a su ciudad y tuvo que conformarse con comprar un boleto a la capital veracruzana.

Miguel pensó que, saliendo relativamente temprano de México, llegaría a buena hora a Xalapa y de ahí seguramente encontraría pasaje a Cosamaloapan. Para su desgracia y la de todos los que viajaban en ese camión, había un mega embotellamiento en varias calles del Distrito Federal que hizo que el viaje se retrasara al menos cuatro horas.


Cuatro horas dentro de la Ciudad de México, tiempo que normalmente ajustaría para llegar hasta Xalapa, por lo que se llegó de madrugada hasta el destino. Miguel ya no encontró boleto y tuvo que esperar varias horas durmiendo en la sala de espera de la terminal de Xalapa hasta que saliera un camión a su destino a la mañana siguiente, con todos sus días de cansancio a cuestas.

¿Ese es el trato que merecen los que trabajan en Estados Unidos y regresan unos días a México? Son puras mentiras el famoso “Bienvenido Paisano“, pues al que no lo extorsionan en la aduana lo chinga algún policía en el camino o le hacen la vida cansada con el ineficiente sistema de transporte de pasajeros del país.

¿Por qué el transporte usado por la mayoría tiene tanta desorganización? A huevo hay que pasar por la Ciudad de México que se convierte en una especie de reloj de arena que conecta el sur y el norte del país. ¿Por qué una sola empresa tiene viajes al sureste y hacia otros lados hay al menos tres o cuatro opciones distintas?

Todo tiene que hacerse, pasar o registrarse en la capital y es un engorro esto para los de provincia. Ojalá algún día llegue una autoridad dispuesta a modificar todo esto pero mientras habrá que seguir aguantando.

Encima el gobierno de la Ciudad de México poco hace para hacer más leve el paso a los que somos de fuera y nos vemos obligados a transitar por ahí para trasladarnos a otro estado. Quizá se echarán la bolita mutuamente el gobierno federal y el chilango por los siglos de los siglos.

Ánimo Miguel, descansa lo más que puedas porque te va a tocar de nuevo esa frieguita cuando tengas que irte de nuevo a Carolina del Sur a juntar dinero para tu familia.

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