El defecto de Carstens

Por Georgina González Ontiveros

La mañana del viernes 20 el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dijo en una entrevista en cadena nacional que jamás volvería a usar términos médicos para referirse a la situación económica de México, después del ridículo de hace un año cuando declaró que el país sólo estaba sufriendo “un catarrito”. Pero antes de eso, a Carstens le mostraron la escena de un volcán en erupción en pleno océano y le preguntaron si la crisis se parecía a eso, a lo que contestó: “eso no se ve tan grave”… No sé si refería al volcán o a la crisis.

Visto está que a Carstens no se le dan las analogías pero siendo el Secretario de Hacienda, eso no puede ser bueno. Carstens parece empeñado en mostrar una cara optimista sobre la verdadera situación económica en México pero esto lo único que hace es que la gente desconfíe de él y, por lo tanto, del gobierno, de manera doble: porque la gente se da cuenta de que la crisis es demasiado fuerte y porque la gente se da cuenta de que el Secretario trata de engañarlos.

Siempre me ha parecido que lo mejor que puede hacer un gobernante es reconocer la gravedad de cada caso y tomar las medidas necesarias, pero los gobiernos desde siempre optan por tomar una actitud protectora ante los ciudadanos, actúan más como padres de niños de secundaria, de esos que hay que cuidar por rebeldes, que como administradores y lo peor es que la gente se lo ha creído. Por eso los sindicatos pueden bloquear tres o cuatro avenidas importantes en la capital del país y volver la ciudad más caótica, si es posible, para reclamarle al gobierno subsidios, es decir, limosnas oficiales.

Y por eso los folclóricos dirigentes de izquierda pueden hacer mitotazos reclamando más subsidios (más limosnas) o programas de apoyos económicos (más y más limosnas) para las personas de escasos recursos que han hecho de su pobreza un negocio. Y el gobierno, sea de la corriente que sea, los otorga buscando votos y manteniendo a los ciudadanos atenidos a la limosnita que le darán en los muchísimos programas oficiales.

Volviendo al tema, Agustín Carstens explicó en la entrevista de la que hablo anteriormente que cuando dijo que México sólo tenía “un catarrito”, fue porque nunca se imaginó que Estados Unidos entrara en la crisis en la que entró, y criticó al gobierno estadounidense por no haber rescatado sus bancos a tiempo, lo que provocó el colapso financiero mundial que se está viviendo ahora. Carstens, en esa lógica gobierno-paternalista, defendió la intervención de Banamex por parte de Citigroup, a su vez intervenido por el gobierno de Estados Unidos, alegando que no se está violando la ley y apostando a que dicha intervención no durará más de tres años.

Lo malo no es que un banco intervenga a otro banco o que el gobierno de Estados Unidos indirectamente sea dueño de Banamex por unos años; lo malo es esa tendencia a recargarse siempre en un protector que nos librará de nuestros problemas, llámese el gobierno, otro banco o quien sea. Por eso las familias han sido pobres por generaciones, por no salir de la comodidad de que otro los malmantenga, y los que han salido de pobres lo han hecho trabajando, no ateniéndose a las limosnas de papá gobierno, ni dejándose llevar por el optimismo de los Secretarios que insisten en que todo está bien, aunque al país se lo esté tragando el mar. Mejor que cada quien atienda su trabajo y deje de estar buscando limosnas que el gobierno ya no puede o no quiere dar.