Señal de la cruz

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com


Ya se acercaban las olimpiadas y un joven, que fue criado como ateo, estaba entrenando para Salto Ornamental a nivel olímpico. La única influencia religiosa que recibió en su vida, le llegó a través de un amigo cristiano. El deportista no prestó mayor atención a los sermones de su amigo, aunque los escuchaba con frecuencia.

Una noche, fue a la piscina de la Universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar.

El joven se subió al trampolín más alto y volvió la espalda a la piscina al filo de la rampa y extendió sus brazos, vio su propia sombra en la pared. La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz.

En lugar de saltar, se arrodilló y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida.
Mientras el joven permanecía quieto, el personal de limpieza ingresó y encendió las luces. Habían vaciado la piscina para repararla.

Cuántas veces en distintas partes del mundo se repite esta historia, pero de distinta manera. Dios Nuestro Señor se vale de circunstancias muy diversas para que le permitamos entrar en nuestras vidas. Ábrele tu corazón y no te menosprecies comparándote con otros, todos somos diferentes y cada uno tiene algo especial.

No traces tus metas y objetivos basado en lo que resulta importante para la demás gente, sólo tu sabes qué es lo mejor para ti.

No dejes que tu vida se te resbale de los dedos viviendo el pasado o para el futuro, vive tu vida un día a la vez… y vivirás todos los días de tu vida.

No te des por vencido cuando aún tengas algo que dar, nada se da por terminado… hasta el momento en que dejas de intentarlo.

Que no te de miedo admitir que eres menos que perfecto, pues ésta es la frágil línea que nos mantiene unidos a los demás.

La manera más rápida de recibir amor es darlo; la manera más rápida de perderlo es apretarlo a nosotros demasiado; y la mejor manera de mantenerlo… es darle alas.

No pases por la vida tan rápido que no solamente olvides de dónde vienes, sino también… a dónde vas.

Nunca olvides que la necesidad emocional más grande de una persona es… sentirse apreciado.

No tengas miedo de aprender, el conocimiento es liviano, es un tesoro que siempre cargarás fácilmente.

No uses el tiempo ni las palabras sin cuidado, ninguna de las dos es remediable.

La vida no es una carrera, es una jornada para saborear cada paso del camino.

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