Y así como llegaron se fueron



Estas elecciones fueron las primeras que viví desde que estoy en México. Recién el año pasado supe qué partidos existían y tal vez haya podido ver a algunos que van a dejar de existir.

¿Y quién gobierna acá? – preguntaba al principio. El PAN –me respondían. Hace más de 15 años que están en el poder.

¿Y será que vuelva a ganar? –me volvía a preguntar. Sí, acá hay muchos panistas que votan por el PAN sí o sí, son los del voto duro –me seguían diciendo.

Ya más adentrada en el tema me preguntaban que quién ganaría y según yo, no podía afirmar nada porque veía, o creí ver, que estaba muy reñido, que serían elecciones cerradas.

Desde la precampaña ya se podía ver a los aspirantes pugnar por ganar las internas.

Primero Arturo que le gana a las Yunques, según él, con buena diferencia. Ese día hubo fiesta en el comité, había varias personalidades que trabajan en el ayuntamiento, funcionarios, regidores, empleados, etcétera. Todos muy felices. Se le contagiaba a uno la alegría.

Luego se elige a Cecilia en el PRI y Arturo dijo algo así como que pensaba que ganarían Alejandro González, Alberto Martín o Gerardo, pero nunca Cecilia. La fiesta en el PRI me la perdí porque apenas había nacido mi hijo y hacía frío.

Los panistas confiados y los priístas echándole ganas. Ambos candidatos, tanto Cecilia y Arturo, son personas muy inteligentes, alguno más conocido que otro pero para eso son las campañas y la publicidad, para llegar a todos los rincones y hacerse conocer.

Ya de la mitad de campaña a esta parte, algunos panistas que en un principio decían que Arturo ganaría, comenzaron a decir: “si gana Arturo… será con pocos votos de diferencia”.

Como yo recorro principalmente las calles del centro, allí escuchaba más de Cecilia que de Arturo, y los mismos priístas y panistas reconocían que en centro casi siempre ganaba el PRI pero que en las colonias lo hacía el PAN. Entonces ya con ese dato, supuse que todo saldría igual que antes.

En el cierre de campaña del PAN había mucha gente, pero no tenía con qué comparar para decir si era mucha o poca gente; según yo, era mucha. Hubo banda, la Banda Destellos, se regalaron pelotas, banderas y hubo tanto movimiento que pensé que la gente era mucha. Eso fue hasta que llegó el cierre de campaña del PRI.

Ese día me invitan a la caravana a pie que partió desde La Alameda, frente al IMSS. Cuando llegué, vi poquita gente, bueno, no tan poca, pero sí menos que los panistas que habían estado el domingo anterior, hasta pena me dio.

Igual, con batucada todo fue más divertido. Es más, en un momento se paseó un ratoncito entre los pies de la gente, algunos gritaban porque éste iba y venía, y por ahí se oyó a alguien decir: “Todavía no ganamos y ya huyen las ratas”.

Comenzó la caravana hasta el centro y cuando llegamos al lugar, mucha gente ya los estaba esperando. La banda Tierra Alteña armó la fiesta. Y sí, ahí vi que hubo muchas más personas que en el cierre del PAN, tal vez por la hora, la del PRI fue en la tarde y la del PAN más en la noche.

La otra diferencia fue que en la fiesta del PAN, se notaba que eran más los panistas que siempre están, y en la del PRI se acercó más gente que no eran priístas, con esto de que venían perdiendo seguido, era poquita la gente del Revolucionario Institucional.

Y hablando de poco, poco es mucho si tengo que referirme a la gente que acompañaba a Martín Franco, ese mismo día y a la misma hora. Eso sí es no saber en qué gastar el dinero, caprichoso hizo su cierre de campaña, sabiendo que no figuraría en las boletas. Ellos por su parte, llevaron tractores a la plaza, y también oí el comentario de que había más tractores que gente, que se preguntaban entonces que quién los manejaba. Y al cierre de Convergencia, ni me invitaron.

En fin, igual, todo se iba a definir el domingo. Ya no veía la hora de saber cómo terminaría todo realmente.

Todo marchaba con normalidad hasta que veo por canal 2 de Hypercable a Norberto que transmitía en vivo desde el IFE y comenzaron a llegar los primeros resultados donde el PRI mostraba una diferencia positiva marcando tendencia ganadora.

Dejé todo y me fui al IFE. Ya se oía el rumor de que ganaría Cecilia y así fue.

Entonces mi esposo se va al PRI y yo me fui al PAN. Me acompañó mi cuñada y con ella hablábamos de lo feo que sería estar allí, más que nada porque iba a estar todo triste.

Casi, casi para mí fue como ir a un velorio. No porque piense que había muerto alguien, sino por la incomodidad de llegar sabiendo que perdieron y que ni siquiera había posibilidad de decir “bueno, me quedo y espero a ver si pasa algo extraordinario que cambie el resultado”.

Llegamos al PAN y sí, hubiera preferido ir a un velorio, sentía que había mucha tensión, cuando caminaba por el pasillo vi en las oficinas a la gente nerviosa, cada uno buscando la respuesta al por qué perdió el PAN. Todos tenían una teoría.

Sigo caminando y llego al salón. Y como dice mi suegro, la derrota es huérfana. De todos los regidores que estuvieron cuando Arturo ganó la interna, nomás había uno, de los funcionarios, nomás había dos, algunos de sus hermanos tampoco estaban. Pero como siempre, la que sí estaba era su esposa Lourdes.

Otros decían: Bueno, tengo que irme, mañana tengo que levantarme temprano. O sea, poniendo excusas para irse.

Mientras tanto, Jorge Eduardo González Arana, para Telecable declaraba que había que contar de nuevo que bla bla bla. Que no aceptarían la derrota hasta tener los resultados definitivos, bla bla bla. Al mismo tiempo, los que estaban ahí ya comentaban que habían perdido.

En el salón, el calor era infernal, los chicos del cable a fuerzas tenían que tener un monitor para ver cómo salía su transmisión en vivo, pero sucede que mientras transmitían la fiesta que se estaba viviendo en el PRI. Cinco personas acomodaron sus sillitas para ver la tele. Si los priístas hubieran estado en Argentina, hubieran cantado: “Y ya lo ve, y ya lo ve, es para Arturo que lo mira por TV”, y Arturo ni aparecía para ese entonces.

En el mismo salón había una pantalla donde se proyectaban los resultados actualizados pero nadie quería verlos. El que quedó solo fue el pan, no el PAN, sino el pan que le regalaron a Arturo el día del cierre, algo así como un virote de 2 metros. Se ve que lo guardaron para el festejo, con esta humedad se debió haber enmohecido porque hasta que salí del comité nadie había tocado ese pan.

En un momento me fui afuera a darle la leche a mi hijo, encontré un escalón y me senté como a 10 metros del PAN, cerca de mí, un muchacho hablaba por teléfono y dijo algo así: “Sí, ganó el PRI, es que Cecilia tiene buena imagen, y está bien, hacía falta esto para depurar el PAN”. Yo pensé que era el dueño de esa casa pero no, o sí, no sé, total que lo que hizo luego de cortar fue entrar al comité. Me sorprendió que un panista dijera algo así.

Al rato, pasa un auto y veo a alguien que saluda, era Arturo, buscando estacionamiento. Fui dentro a esperar que entre porque pensé que diría algo a los que sí fueron a acompañarlo, pero hasta que me fui, no lo hizo, en cambio, se encerró con parte de su equipo en la sala de juntas del comité. Esa fue la última vez que lo vi.

Al día siguiente, el lunes, fui a la gasolinera y comprobé que hay que hay gente que no había ido a votar pero sí quería saber quién había ganado.

¿Quién ganó? –preguntó una señora a la muchacha que atiende la gasolinera.

Cecilia –respondió.

¡Ah! (hubo una pequeña pausa) ¿Segura? Volvió a decir la señora.

Así como ella, muchos se sorprendieron por los resultados, pero como dijeron algunos en el sondeo de esta semana, esperan que realmente se vea el cambio y en poco tiempo.

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