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Por Georgina González Ontiveros

Desde ESPNdeportes.com

Siempre te he querido

MÉXICO -- Querida selección: sé que he dudado de ti, que te he subestimado, que no confiaba, que muchas veces pensé que otras selecciones podrían gustarme más que tú. Sé también que tuvimos muchos problemas y que a veces creímos que no íbamos a poder superarlos, que llegamos a creer que no teníamos futuro, que me daba tanta rabia pensar que todos te goleaban y no parecía que hicieras nada para evitarlo...

Te escribo no para pedirte perdón por no confiar en tí, después de todo, a veces parecía que ni tú creías en tí misma. Tampoco te escribo para halagarte en la victoria después de haberte denostado en las muchas derrotas y empates que te he visto en los últimos meses. Simplemente te escribo, selección, para dedicarte una canción que te diga que aunque sabía que te levantarías algún día, yo no veía para cuando, y que me da muchísimo gusto que finalmente lo hayas hecho y que espero que no vuelvas a la mala racha de antes.

Se llama "Estás dormida" y la canta Caifanes, un grupo tan mexicano como tú aunque, también como tú, haya tenido un adoptado argentino (¿y qué?), acá entre nos, uno de los mejores guitarristas que México ha tenido. Dice la canción que "... y aunque te escondas todo el dia, la verdad, yo sé bien que estas dormida con los recuerdos de otra vida..." así justo como estabas tú antes de la Copa Oro.

La verdad es que yo siempre he querido creerte. Cuando me dijiste que tenías un plan para llegar a Sudáfrica te creí. Cuando te contrataron a Eriksson dijiste que un sistema europeo te vendría bien, pero tu sabes que la cabra siempre tira al monte y tus seleccionados jamás han podido acostumbrarse a los esquemas del viejo continente. Cuando Eriksson se fue y Aguirre llegó me pediste tiempo, dijiste que confiara en tí pero ya me habías dicho lo mismo tantas veces antes y nunca lo aprovechaste, no mejoraste, llegué a pensar que no me querías ni a mí ni a los millones de aficionados que coreamos tu nombre cada vez que juegas. Me culpaste de no tener fe, de no creer, de tener prejuicios, de pensar siempre que te equivocarías en lugar de atraer el pensamiento positivo y decir "esta vez mi equipo ganará". Le echaste la culpa a todos de tus errores: a la prensa que sólo escribía lo que hacías mal; a la afición que te reprochaba; a santa clos que no te trajo magia en las piernas en Navidad...

Y te lo dije, te lo dijimos todos: sólo te ibas a salvar entrenando, pero tú dejabas que tu entrenador se fuera de vacaciones, que convocara a personas que llevan años sin jugar o que no tienen equipo, que no estaban en ritmo, o que aunque jugaban en Europa iban bajando de división, o que regresaban a buscar equipo a México porque allá no eran requeridos por sus entrenadores. Eras un desastre, selección, ¿y me pedías fe?

El amor, mi querida selección, no tiene que ser ciego. Yo te quiero y porque te quiero te criticaba tanto. Uno siempre quiere que su novia sea la más bonita, la más lista, la que le parta su mandarina en gajos a los malandrines que pretenden ganarle, la que hay que presumir, la que jugó el miércoles, caramba. La que ganó la Copa Oro con cinco goles al equipo B de Estados Unidos, la que le volvió a ganar al primer equipo en el Azteca, la que puede jugar contra el calor y el sol de las tres de la tarde en altura. La que encontró un equipo tras más de un mes de jugar todos juntos, la que peleará la clasificación del Hexagonal de Concacaf en los próximos partidos.

Si estabas dormida y ya despertaste, espero, esperamos, que no vuelvas a dormirte. Y si te vuelves a dormir yo y tus otros 44 millones de aficionados estaremos como la canción: "...los dias pasan y aqui estoy junto a tu tumba sin sol, si tu te vas ¿a donde voy?" No nos vamos a ir, pero sí te vamos a estar dando lata. Lo hago porque te quiero, siempre te he querido. ¿Es un trato?

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