Por el Padre Miguel Ángel
Cuenta la Leyenda, que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huyó rápido con miedo, de la feroz depredadora, y la serpiente no parecía desistir.
Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada. Al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y le dijo a la serpiente.
-¿Puedo hacerte tres preguntas?
La serpiente respondió:
-No acostumbro a dar este precedente a nadie, pero como igual te voy a devorar, puedes preguntar.
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No, contestó la serpiente.
-¿Yo te he hecho algún mal?
-No, volvió a responder.
-Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
-¡Porque no soporto verte brillar!
Así, mucho de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos: ¿Por qué me pasa esto, si yo no he hecho nada malo? Sencillo, ¡Porque no soportan verte brillar!
La envidia, es el peor sentimiento que podemos tener. Que envidien tus logros, tu éxito, que envidien verte brillar.
Cuando esto pase, no dejes de brillar, continúa siendo tú mismo, sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que hieran, sigue brillando y no podrían tocarte, porque tu luz debe seguir intacta, es tu esencia y debe permanecer, pase lo que pase.
Nos cuenta la Biblia que ya desde el principio de la humanidad, el demonio no podía ver a nuestros primeros padres felices, por eso se llenó de envidia y les puso la tentación para que pecaran desobedeciendo a Dios.
Después, Caín también se llenó de envidia contra su hermano Abel y no dudó en quitarle la vida.
Quiere decir que todos estamos expuestos a tener envidia y a ser envidiados, sin embargo no hay que olvidar que existe una virtud contraria a la envidia y que se llama CARIDAD.
¡El Señor nos concede vivir siempre en caridad!
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