Por Oscar Maldonado Villalpando
Conferencias del Cardenal de Tegucigalpa, Honduras, Oscar Andrés Rodríguez Madariaga.
Nuestra mayor amenaza es "el gris pragmatismo" de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad. A. 12. Discurso del Cardenal Ratzinger 1996, en Guadalajara.
Iniciaba su intervención, partiendo de los planteamientos del documento de Aparecida. Vivimos una época de cambios insospechados, decía, pero tal debe ser la reacción desde dentro, desde los cimientos, especialmente para los sacerdotes. Cuyo lema para este año es “fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”.
El Cardenal hondureño fue invitado por el Cardenal don Juan Sandoval para dirigir los estudios sacerdotales, celebrados en el seminario menor, este 7,8 y 9 de septiembre de 2009.
Los cambios en el mundo motivan a acciones urgentes para los católicos que hemos de ser los nuevos discípulos misioneros, partiendo del encuentro con Jesucristo vivo, un encuentro gozoso. Encuentro vivificante. No poner nuestra primera preocupación en los aspectos doctrinales, en los reglamentos o en la moral, eso viene después, se deriva de... Antes está el vivir la pasión por el reino, esa pasión que movió a los Apóstoles. Urge recomenzar desde Cristo, que da nuevo horizonte y una orientación decisiva a nuestra vida.
Buscar esa conversión pastoral, de los pastores, dejar que nos penetre la lluvia fresca de la Palabra de Dios. Abrir de par en par el corazón. Rectificar el camino y dejar que Cristo lleve al sacerdote de la mano. Jesucristo vivo que es verdad, vida, amor, libertad y luz. El sacerdote debe relanzar con fidelidad y audacia la propuesta del Evangelio.
¿Por qué se dan fallas en los sacerdotes, no sólo en lo referente al celibato, -que eso es lo que promueven los medios- sino en la fidelidad total de su vida?
Entramos en una época en que nada es para siempre. Ni los autos, ni las casas, ni el matrimonio. Así lo dicta este monstruo del consumo insaciable, la sociedad consumista. Nada debe durar para que se compren más y más cosas y prosperen las empresas y tengan grandes ganancias, pues eso psicológicamente también afecta estas áreas.
Los discípulos preguntaron: “Maestro, ¿dónde vives? No el lugar, sino sus valores, y fueron y se quedaron con él, no un día, sino toda la vida. En eso consiste la vocación. Para ello la referencia no es la moda sino Dios mismo. El sacerdote debe volver a su identidad, debe reencontrarse a sí mismo.
Para buscar esa identidad sacerdotal debemos empezar por:
La humanidad. El sacerdote cuenta con una humanidad única. Mire cada cual como construye. La cimentación ha de empezar desde lo humano. Por lo tanto el sacerdote debe empezar por conocerse a sí mismo y conocer a los demás. Tener claro qué soy y qué puedo ser.
1.-Conocerse es el primer paso para la sabiduría decían los griegos. Darse cuenta de lo positivo. Es muy importante la autoestima. Conocerse con objetividad y amplitud. Ir hasta los afectos y los sentimientos. No debe haber campo minado para Dios, que él llegue a los alvéolos, hasta el palpitar de cada uno. Debe notarse la luminosidad de la casa de la persona. No una casa tenebrosa. Que no haya heridas abiertas, sanar, porque la herida abierta daña. Aceptar la propia verdad. Conocerse es lo primero.
2.- Lo segundo es aceptarse. Acoger con respeto y alegría lo que soy. Esta es la condición básica para ser feliz. Esta aceptación no es una resignación ciega. Es una actitud de humildad que nos pone en movimiento, acogerse cariñosamente a la verdad. La culpa y la no aceptación dañan. El que se convierte reconoce su falla y se torna misericordioso, por esa experiencia de su pequeñez.
3.- El tercer paso es amar a esta persona que soy. Vivir en el amor, saber amar. Amar es un proceso de aprendizaje. Si no se aman cada uno se cae en compensaciones. Hay que crecer en el amor. Vivir la gratuidad. Hacer el bien por el placer de hacerlo.
4.- El cuarto paso es desarrollar esa humanidad. Trabajar en los aspectos positivos. Fidelidad a sí mismo. “Sacerdote. Sé lo que eres” Juan Pablo II. Buscar la identidad, coherencia. Esa es la caridad pastoral del fruto de la gracia del orden. Vivir con la conciencia propia. Desarrollarse desde la voluntad de Dios.
No una conciencia social, lo que se sujeta al uso de los demás, conciencia cerebral que se guía por principios establecidos. Debe ser una conciencia profunda, saber lo que se es. En ese ser creado por Dios se manifiesta su voluntad. Sé tú mismo. Es el camino de la realización. La gozosa libertad de los hijos de Dios. Así desarrollar en base a la responsabilidad.
5.- Ofrecer lo que se es. Servir. Correr, caminar, alcanzar la meta, dice S. Pablo, Esta es la característica fundamental en el servicio y amor sacerdotal. No es fácil lo que Dios pide a los sacerdotes y lo que la Iglesia espera de ellos, pero vale la pena y da pleno sentido a la existencia.
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