Sumario

Mis enemigos

Gustavo González Godina

No sé si quienes me hacen el favor de leerme estarán de acuerdo conmigo, pero yo siempre he sido de la idea de que en esta vida hay que hacer los más amigos que se pueda y los menos enemigos posibles.

Y gracias a Dios creo que lo he logrado. Tengo muchos amigos, aunque en este oficio del periodismo al que me dedico es difícil tener amigos sinceros, la mayoría son amistades superficiales, sobre todo en el medio de la política donde quienes se dedican a ésta prefieren tener al periodista de amigo que de enemigo y lo sobrellevan, lo tratan bien y le tienen consideraciones.

Pero hay de todo, también tengo amigos amigos, incondicionales, de esos que si le disparan a uno son capaces de atravesarse para que les toque la bala y lo mismo haría yo por ellos. Y entre unos y otros son muchos los amigos que he logrado hacer en esta vida.

Y con los enemigos me pasa lo contrario, como trato de evitarlos tengo pocos y cada vez menos. Esto debido a que tengo hasta suerte, dos de ellos se murieron cuando apenas llevábamos unas cuantas semanas de ser enemigos.

Uno de ellos lo fue en la década de los años 70, trató de matarme con un cuchillo pero alguien le detuvo el brazo justo en el momento en que me ponía la punta en el estómago, se disponía a empujarle para sacarme el mondongo cuando un amigo de él le agarró fuertemente el brazo y se lo impidió, luego le ayudó a mi salvador otro conocido y entre ambos lograron que retirara un poco el cuchillo de mi panza (me tenía contra un portón) y aproveché ese instante para salir corriendo como alma que lleva el diablo.

Tres semanas después me enteré por el periódico de que murió asesinado en el carnaval de un pueblo cercano al Puerto de Veracruz, le abrieron la panza con un cuchillo y le sacaron, a él sí, el mondongo de Tapachula.

El otro fue en la década de los 80, unos nueve años después. Era éste un pistolero, hijo de un hombre que fue poderoso y famoso no sólo en Veracruz, sino a nivel nacional porque ocupó un alto cargo en el gobierno de la República.

Me reclamó muy airado que hubiera yo hablado mal en el periódico del mafioso al que le servía, me dijo que me iba a matar y como para que viera yo que no era broma sacó la pistola y me la puso en la frente, pero había mucha gente alrededor, entre otra sus compañeros sicarios, algunos de los cuales traían fusiles AR-15, y su patrón al que cuidaba, el cual le gritó que ya me dejara en paz.

Guardó la pistola y me corrió del lugar diciéndome que me cuidara porque me iba a partir la madre. Sí me metió miedo, para qué es más que la verdad, aunque sabía yo que no me iba a disparar en ese momento en presencia de tanta gente, pero sí me asustó el hijoesu y junto con el miedo me dio un coraje... por gandaya, por ventajoso, tanto que mientras me retiraba le dije: "¡Así serás bueno cabrón!"

Bueno pues un mes después me habló por teléfono el agente del Ministerio Público para decirme: "Dios te escuchó Godina". ¿Cómo?, ¿por qué? "Pues ya se llevó a Nandito". ¿Cómo?, ¿qué le pasó? "Pues la Policía Federal de Caminos les tendió una emboscada hace rato en la carretera, como a unos 15 kilómetros de aquí, acabo de llegar del lugar de los hechos, fue una matazón, murieron seis pistoleros entre ellos el que te la tenía sentenciada". ¡Uf! gracias a Dios -pensé-, que Dios lo tenga de donde no se venga el hijoesuchi...

Y así, después en Tepa otros me querían matar, según me dijo uno de ellos, pero se aclaró que había un malentendido y no pasó de unos cuantos golpes que me dio un muchacho, nada serio, por eso a ese ni lo cuento como enemigo.

Como quiera le fue mal a un miembro de su familia, hasta la fecha está preso pero por otros motivos y nada tuve yo que ver con que cayera en desgracia, como tampoco tuve nada que ver con los anteriores, pura suerte, justicia divina...

Le platico de dos enemigos más. Estos viven y hasta la fecha me odian, yo no porque no vale la pena odiar a nadie, pero ellos no me pueden ver ni en pintura. Uno de ellos era mi amigo, hasta que trató de someterme y no me dejé, y de ahí en adelante me hizo la vida imposible hasta que su familia lo alejó de mí.

Hace tiempo que no lo veo en persona, lo vi hace poco pero en fotografías, asistió a la fiesta de XV Años de una de sus hijas (a la que me invitó la mamá de la chica pero preferí no ir para no encontrarme con él) y salieron muy bien en las fotos la muchacha y su papá. Por azares del destino la mamá de mi ex amigo y abuela de la quinceañera por lo tanto, me pidió que le consiguiera las fotos de la fiesta y se las conseguí, digitales, en un disco, pero salieron tan bien algunas que le pregunté si no quería que se las mandara imprimir en papel, y le ofrecí incluso mandarle hacer ampliaciones de algunas por si las quería enmarcar para recuerdo.

Me dijo que sí: "que me hagan cuatro ampliaciones, de una donde está la quinceañera sola, de otra donde estamos ella y yo, otra donde está con sus tíos y la otra donde sale con todos sus primos". Muy bien -le dije-, ¿y donde están la niña y su papá (mi ex amigo que me odia ahora con odio jarocho) que se ven muy bien? "¡No! -contestó terminante la señora-, a ese no lo quiero".

Uta... qué feo sentí. Para que a una persona no la quiera ni su mamá... ¿qué ha hecho de su vida un ser humano al que ni su madre quiere? Sentí feo por él, por el que fuera mi amigo, pero al mismo tiempo con eso que dijo su mamá me di por pagados todos los agravios que me debía. Yo no lo considero mi enemigo, si nos llegamos a encontrar lo voy a saludar como si nada hubiera pasado, pero va a ser un albur...

Y el último enemigo, que se considera mi enemigo, es de Tepatitlán. También la llevamos bien durante algún tiempo, me pidió un favor y se lo hice, pero luego hizo algunas cosas mal, que no debía, y lo denuncié públicamente cuando trabajaba yo en el Ocho Columnas.

Ese fue el motivo para que me empezara a odiar, me ofendió en público, me insultó a más no poder, me mentó la madre a gritos, me expulsó de una reunión, me demandó y, al no prosperar la demanda, me difamó por escrito, me llamó borracho, ratero y hasta joto, imagínese, para mi homofobia que es de todos conocida y que no puedo reprimir.

Sin embargo un día que lo encontré en la calle de Porfirio Díaz, cerca de la oficina del 7 días, lo saludé y le dije que me gustaría platicar con él para que hiciéramos las paces. Me mandó al carajo, me dijo que un día que tuviera tiempo (él) fuera yo a su oficina para que habláramos, pero que él me avisaba...

Por supuesto que nunca me avisó y yo por mi parte di por terminada la cuestión con ese intento que hice de limar las asperezas, no se pudo y ni modo, me olvidé del asunto. No por mucho tiempo, porque un día, meses después, me encontré a su hijo, que es un joven muy atento y educado, y me dijo que quería hablar conmigo. Con mucho gusto -le contesté- ¿de qué se trata? estoy a tus órdenes. "Pues mire -me dijo-, quiero decirle que yo a usted lo respeto, y quiero que entienda que yo no tengo la culpa de ser hijo de mi papa".

¡Utísima ma...! se me formó un nudo en la garganta y no lo dejé continuar, sólo le dije "no me digas nada más" y le di un fuerte apretón de manos. Desde entonces es mi amigo ese muchacho y si algún día puedo hacer algo por él puede estar seguro de que lo haré.

Y con eso, como en el caso anterior, me di por pagadas todas las injurias, la difamación y las ofensas que me infligió su papá. Qué ha hecho de su vida un hombre -pensé-, del que su hijo diga que no tiene la culpa de ser su hijo. Me parece que es lo más terrible que le pueda pasar a un padre. Por eso no hay rencor sino pena. Si lográramos entender siquiera que la vida es tan corta... la viviríamos en paz, haciendo amigos y evitando hacer enemigos.

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1 Comentarios

  1. ah que chacho, ya perdona al godina, ya ves, el chachín le dijo que por él "no problem"

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