Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Cuentan que en un campo de extermino se encontraban muchos presos.
Al pasar lista, uno de los presos, el 14, no contesta; se ha fugado del campo.
El comandante ordena diezmar a los presos; de cada diez de ellos uno deberá morir.
Entre los destinados a morir, un ex sargento polaco, Francisco Gayownickzek, rompe a llorar:
-¡Mis hijos!... ¡Mi esposa!
De en medio de todos los presos del campo presentes a la escena, el No. 16670 de la formación y le propone al comandante:
-Yo no tengo esposa, ni hijos; permítame usted morir en lugar de este compañero. El comandante acepta.
Junto con los demás sentenciados a muerte, el No. 16670 es encerrado en el bunker, para que perezca de hambre. Allí consuela y encamina al cielo a los demás compañeros que unos tras otros mueren.
El 14 de agosto le inyectan a él ácido fénico y lo arrojan al horno crematorio.
El preso No. 16670 corresponde al nombre de Maximiliano Kolbe, un padre franciscano polaco, era el año 1941.
Treinta años después el padre Maximiliano Kolbe fue declarado beato en la Basílica de San Pedro en Roma, estando presente Francisco, aquél ex sargento polaco, padre de familia por el cual dio la vida el sacerdote que también era de Polonia.
No muchos años después, el Papa Juan Pablo II lo declaró santo, señalando como su día de festejarlo el 14 de agosto de cada año, fecha en que murió.
En este año sacerdotal hay que pedir por todos los sacerdotes del mundo para que sepamos dar nuestra vida por los demás, imitando a Jesucrito, como San Maximiliano lo imitó.
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