+ Dos semanas sin ver la luz del sol
+ Y la neblina tan densa y la brisa ¡uf!
Por Fabiola González Ontiveros
Todo comenzó el día que regresé a Xalapa hace como dos semanas… Esa mañana había un solecito padre y aunque no hacía calor como para quitarme todos los suéteres que traía en el viaje, tampoco hacía el frío que pensé que habría.
Mi papá me dijo: “tienes suerte, porque todos los días anteriores el clima ha estado muy feo, ya ves, aquí no se puede confiar en el sol”. Hasta pareciera que la ciudad me había recibido con sol para no sentirme tan triste por haber dejado mi tierra querida que es Tepa.
Pues les platico que a todos en Xalapa nos duró muy poco el gusto, nomás ese día, porque al siguiente ya hacía frío, ya estaba nublado y ya no había trazas de que fuera a salir el sol. Quién me iba a decir que ya no lo volvería a ver en otras dos largas semanas...
La gente no me cree cuando digo esto, pero en esta ciudad de verdad que a veces se me olvida cómo es el sol y lo rico que se siente sentarse un ratito como iguana para calentarse un poco.
Nada, que empieza a llover en pleno martes cuando regresé a la escuela, no me dio chance ni de llegar a mi casa seca… Y eso fue toooodos los días.
Lo primero que hace mi papá cuando lo despierto en las mañanas es preguntarme si está lloviendo, porque como va a caminar la lluvia le estropea los planes, así que en cuanto le digo que está chispeando suelta un montón de mentadas de madre que no voy a escribir aquí porque se les caen los ojos (ay sí como no, si todos son groseros, lo que pasa es que leyendo las majaderías no tiene chiste como decirlas).
Lo más horrible de esos días es tener que salir de la cama… Es fatal, no sé cómo le hice para quitarme la pijama y ponerme la mezclilla helada y estar toda temblorosa y con las manos congeladas. El peor día fue un miércoles que tenía que entrar a las 7 de la mañana, con un frío extremo y qué creen, el profesor no fue… Maldito, le han de haber zumbado los oídos todo el día, y en venganza no fuimos al día siguiente a su clase.
Bueno pero hay días en que uno sale de su casa y hay muchísima neblina, no se puede ver ni madres a 10 metros, y uno no se siente mojado porque no está lloviendo, ni siquiera chispeando, pero cuando llegamos a nuestro destino estamos empapados porque la maldita brisa castrosa ni siquiera se siente.
Así que en un solo día yo recurro a varios de mis suéteres, una o dos chamarras, guantes, gorro, bufanda, botas, como triple calcetín y aún así nos morimos de frío… ¿creen que esto es justo?
Y la cereza del pastel, que nos pronostican los fríos más perros para el viernes, sábado y domingo pasados… ¡Chintola! ¿No es suficiente ya?
Nos llega una esperanza divina este jueves en la tarde, cuando en las noticias dicen que se suspenderán las clases en varios estados, entre ellos Veracruz. Qué alegría me dio escuchar que Fidel Herrera había suspendido clases en todos los niveles por el frío. ¡Ah! pero no contaban con la astucia de los de mi escuela, que son unos negreros y como sea nos hicieron ir, así que nos ilusionaron en balde.
Y ahí vamos todos el viernes renegando y amenazando a los profesores con el típico “pero si me da una pulmonía vas a ver…” todos los alumnos de la escuela estaban casi con el cobertor encima, equipadísimos de chamarras y doble pants para aguantar el frío, veía pasar chamarras con peluche por todos lados, porque se suponía que iba a estar muy feo.
¿Y el frío? pues no llegó… Bueno, sí hacía frío, pero no tanto como otras veces y nosotros esperábamos ya casi una gran helada, ya nos hacíamos jugando con bolas de nieve, porque según los pronósticos iba a hacer bastante frío. Hubo frío, neblina y de esa lluvia mojabobos que nomás está dando lata, y sí se puede decir que bajó la temperatura, pero no de la manera que nosotros creíamos.
Pero por supuesto que para en la noche esto cambió y el termómetro descendió como se tenía esperado, tanto así que dormí con dos edredones y tres cobijas muy gruesas, y obviamente no tuve frío, pero en la mañana… fue otra historia. No podía yo sacar un brazo de debajo de las cobijas porque me congelaba, me dolían los huesos.
La noche del viernes no dormí en mi casa, sino en la de una amiga, así que me llevé ropa para el día siguiente, ya que tendríamos que ir a recoger la credencial de elector, y como el viernes no heló tanto como lo esperaba, no me llevé ropa tan gruesa, una chamarrita sí, pero nada del otro mundo, y mis converse.
Llegué a la conclusión de que el clima no me quiere. Hizo un frío… endemoniado, horrible, es la vez que más he sentido frío desde que llegué en agosto a Xalapa, no podía ni caminar, me dolían las rodillas, los talones, las manos, los codos (bueno eso siempre pero más de lo normal). Cuando llegué a mi casa toda congelada me puse la pijama, me envolví en todas las cobijas que encontré y jalé el calentador al lado de mi cama. Creo que no hemos dejado descansar mucho rato el calentador… así nos va a salir el recibo de la luz...
De ahí en adelante ha estado igual el clima ojete, no cambia, puro frío se siente por estos lados. Este miércoles que recién pasó me dice mi papá: “¿ya oíste las noticias?, que va a haber ráfagas de aire caliente de 80 kilómetros por hora...” Aaaay no ma… pura madre, bueno fuera que hiciera calorcito porque este frío ya está de la fregada. Dice él que toma Coca-Cola del refrigerador para entrar en calor, porque todo lo que hay afuera está mucho más frío que lo que hay en el refrigerador.
Y si vieran qué feo es lavarse las manos, sientes que se te van a caer, que te arden, que quema el agua. Y ni se diga de bañarse, y más que mi boiler es automático y sólo se prende cuando ya se enfrió toda el agua, así que imagínese, si no nos bañamos en 5 minutos que dura el agua caliente ya nos fregamos.
Pero este jueves abrí los ojos en la mañana y no lo podía creer, no estaba nublado, ¡había sol! Tenía dos semanas que no veía la luz del sol y me dio tanta alegría hasta lavé ropa, digo, aprovechando el solecito porque no hay secadora que alcance, pero el día estuvo tan bonito que estuve de buenas todo el día.
Se supone que ayer viernes entraba otro frente frío, pero como mientras escribo aún es jueves, no me voy a amargar por el mugre clima y seguiré disfrutando lo que queda de mi día con sol.
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