El verdadero amor

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Una pareja de jóvenes muy apuestos estaban muy enamorados y se iban a casar. Unos meses antes de la boda, ella tuvo un accidente y quedó, con el rostro quemado, muy desfigurado.

No puedo casarme contigo le comunicó en una carta a su novio. Quedé marcada y fea para siempre, búscate a otra joven hermosa como tú lo mereces; yo no soy digna de ti.

A los pocos días, la muchacha recibió la siguiente carta de su novio.

El verdadero indigno soy yo, siento mucho tener que comunicarte que he enfermado de los ojos y el médico me dijo que estoy perdiendo aceleradamente la visión, e irremediablemente voy a quedar ciego. Si aún así estás dispuesta a aceptarme, yo sigo ardientemente deseando casarme contigo.

Cuando se casaron, el novio estaba ya completamente ciego. Vivieron 20 años de amor, felicidad y comprensión. Ella fue su lazarillo, se convirtió en sus ojos, en su luz. El amor le fue guiando por ese túnel de tinieblas. Cuando ella agonizaba, sentía dejarlo solo en interminables noches de tinieblas. Murió y entonces...él abrió sus ojos. ¡No estaba ciego! Dijo ante el desconcierto de todos: Fingí serlo para que mi mujer no se afligiera al pensar que podía verla con el rostro desfigurado; ahora mi amor descansa en ella.
Busquemos nuestro verdadero amor, no con los ojos físicos...sino con los del alma...

Al llegar el 14 de febrero, fecha tan esperada por muchos, conviene recordar lo que nos dice la Biblia: "Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios".

Pero, ¿dónde encontrar a Dios?

Dondequiera que pongas tu mirada, dondequiera que fijes tu atención, dondequiera que un átomo subsista, ENCONTRARÁS A DIOS.

En las formas diversas de las nubes, en los rayos dorados que da el sol, en el brillo que lanzan las estrellas, ENCONTRARÁS A DIOS.

En los dulces balidos que en los prados el rebaño da al silbo cambiantes de las aves. ENCONTRARÁS A DIOS.

En la sangre que corre por tus venas, en la misma conciencia de tu YO, en los propios latidos de tu pecho, ENCONTRARÁS A DIOS.

En la santa figura de la madre cuyo seno la vida te donó, en la franca sonrisa de una hermana, ENCONTRARÁS A DIOS.

En las lindas pupilas de la/el joven que de amores prendió tu corazón, en la grata visión de un ser querido, ENCONTRARÁS A DIOS.

En las horas de sombra y amargura, cuando a solas estés con tu dolor, si le buscas en la sombría noche ENCONTRARÁS A DIOS.

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