Evangelización por La Cuaresma

+ Ser y quehacer de la
Iglesia, tarea del discípulo


Por Oscar Maldonado Villalpando

Lo que se ve no es todo ni lo principal. De ahí nacen muchos equívocos, hacia dentro y hacia fuera. Así puede suceder en muchas cosas, en instituciones, en instancias de gobierno. Con la Iglesia también. Alguien dirá que se agota en las manifestaciones culturales siguiendo el devenir de la historia, alguien más se fijará en su disciplina, estricta o decadente.

Cuando se busca lo que se es, hay que ir más a fondo. Su realidad fundacional, su razón de ser explica o debe explicar su acontecer. El hacer sigue al ser. Sabiendo el origen de la Iglesia y su finalidad se podrá juzgar si tales o cuales acciones son válidas o consecuentes. La Cuaresma es una oportunidad de afinación o ajuste, para la Iglesia en general y para cada uno de sus miembros. Ahora precisamente. Cuaresma es un caminar que compromete al católico. Así lo hemos recibido y así lo hemos de valorar y practicar.

En esta Cuaresma la Iglesia, y con ella el católico, entra en proceso de reflexión. Antes se les llamaba ejercicios espirituales, ahora temas de Evangelización. La reflexión de este año se ilumina con el Documento de Aparecida, fruto de la reflexión de los obispos en 2007, reunión como fue, en su momento, Río de Janeiro, Medellín, Puebla o Santo Domingo.

El tema general de esta Evangelización es:
Él nos ama y nos envía a ser misioneros del Evangelio.

Esto recuerda que la inspiración de toda reflexión ha de venir del Evangelio, de la palabra y el ejemplo del Señor Jesús.

De esta base de desprenden cinco reflexiones:
1.- Somos discípulos misioneros llamados a anunciar la vida del Resucitado. Hch. 1,8. De este pregón se deriva todo. La experiencia de Cristo resucitado anima y recorre todo el ser de la Iglesia y del discípulo, nombre actual de todo católico. Esa esperanza, esa visión de tascendencia, ese anhelo de eternidad empuja, como viento amoroso, las velas de nuestra vida.

2.- Somos discípulos misioneros en camino con Jesús para leer los signos de los tiempos. Un reto descomunal pero vinculante. El cristiano no está llamado a maldecir lo que pasa en el mundo actual, en lo que se refiere a tecnología y progreso. Pero sí a decubrir que es lo que acerca o separa de Dios para instaurar el Reino de Dios entre nosotros según su voluntad. No hay recetas pero sí orientación: Hacer de esta historia humana la Historia de Salvación. Trasparentar en la propia vida la presencia de. Luchar para que se den cambios profundos en las estructuras para que respondan a las más nobles aspiraciones de todo hombre. ¿No es colosal la empresa a la que somos llamados?

3- Somos discípulos misioneros llamados a anunciar la Buena Nueva de la Misericordia.
Este elemento tracicional es básico. Está primero la propia conversión, la disponibilidad a dejar lo malo. Arrepentimiento.

4.- Somos discípulos misioneros llamados a ser testigos de JESÚS CAMINO, VERDAD Y VIDA.

Cada cristiano debe ser un signo sensible de su Señor. Empezar porque ser cristiano es una opción que se asume con plena libertad. El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de misión. La vida nueva en Cristo es el gran principio del ser y quehacer de todo discípulo. Cristo es el eterno presente por la confianza que deposita en nosotros para que continuemos su proyecto de salvación. Por lo tanto se impone saber descubrir en las personas a Cristo vivo. De ahí que el proceso de todo católico se desarrolla así: Encuentro con Jesucristo vivo, conversión o cambio de vida, discipulado para estar con él, comunión para estrechar la unión y misión o testimonio.

5.- Con María, en el Espíritu, somos misioneros del Reino. Aprovechar toda esa rica veta de devoción mariana, que se refleja en tantas advocaciones de la virgen muy queridas. Guadalupe, San Juan, Zapopan, El Refugio, El Cármen, Lourdes, Fátima.
Es el llamado y la tarea para este tiempo.

Lo importante no son sólo los monumentos y templos relacionados con la fe cristiana o las riquezas reales o imaginarias que tiene la Iglesia. Lo principal es este contenido que nace del Evangelio y que es la riqueza más preciosa que puede tenerse, a pesar de tantas cosas.

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